El enigma de sí alguna vez Olive había descrito a Harry de la forma en la que lo hizo con Alexander, su ex novio, fue resuelto una vez que Louis leyó lo que ella había dejado en su cuenta de Wattpad.
Le resultaba extraño saber como una fan veía en Harry todo lo mismo que él.
Le resultaba aún más extraño leer como Olive lo describió a él. Al chico que durante mucho tiempo había sido una pequeña sombra al lado de lo que hoy era el hombre de su vida. Al chico de ojos azules y sonrisa brillante. A él. A Louis.
Y Harry quedó aún más sorprendido aún. Pues, Olive lo había descrito de una manera que nadie lo había hecho, a él, a Louis... A sus ídolos. Creyó cada palabra buena que ella había escrito sobre ellos, cada sinónimo que les había dado. Cada frase. Las sintió, las hizo suyas. Las memorizó como pudo y fue a dar su último adiós. Fue a visitar a Olive. Fue, a responder a su carta.
Con los ojos llorosos, y una pequeña sonrisa en el rostro, Louis y Harry estaban parados frente a lo que hoy era la tumba de Olive Madeleine Moore; De lo que ella había sido, de cómo la habían llamado:
Amada por todos. Hermana, hija, nieta y sobrina. Mejor amiga y gran amor. Allí yacía Olive Stylinson. Dueña de pensamientos y palabras que en algún momento podrían haber cambiado al mundo.
Allí yacía Olive Stylinson, creyente de amores prohibidos e incondicionales.
Allí yacía la pequeña niña de eternos quince años, con una lágrima seca en el rostro, una sonrisa en los labios, y gritos de auxilio queriendo escapar por la boca.
Y allí, en ese mismo lugar e instante, vivía el alma de la pequeña Olive, quien desde lo lejos sonreía. Sonreía. Su alma sonreía. ¿Por qué? Porque nuestra pequeña y querida Olive por fin había cumplido su sueño: ver a sus ídolos de la mano, sonriéndose el uno al otro, decirse que se amaban... Por fin pudo conocerlos.
Y Harry susurró, entonces: -Olive Stylinson, hoy y siempre –
FIN.