Luego de los conciertos en Dubái, todos habían hecho de su vida lo que quisieran, y Harry solo había podido disfrutar de la familia de su novio por unas horas antes de partir en un avión a Los Ángeles, donde disfrutaría de sus propias vacaciones, y haría canciones para el nuevo disco. Se preguntaba si tal vez haría una canción para Olive, o si en el siguiente disco haría una dedicación para ella y Tabatha. Luego, pensó en Louis; en si ese año por fin podrían salir a la luz del día tomados de la mano, sonriéndose el uno al otro... En si algún día en el futuro podrían tener un hijo parecido a uno de los dos: ¿Cómo lo harían? ¿Adoptarían? ¿Alquilarían un vientre? No lo sabía con seguridad, pero estaba seguro de que ese niño o niña seria hermoso/a, que recibiría amor por parte de (literalmente) todo el mundo y de que tal vez, sólo tal vez, si era una niña llevaría el nombre de la rubia que había entregado su vida a Dios.
El escándalo que su celular hizo al sonar, hizo que el rizado se desconcentrase y atienda al llamado de Louis. Bien podría matarlo por grabarse gritando y haberlo puesto de su propio tono de llamada en su celular.
-¿Sí? –
-Hola bebé – podía oír e imaginar la sonrisa de Louis a través del celular –
-¿Ya has llegado a casa? –
-Estoy en el auto –
-¿Has vuelto loco a Alberto en el viaje, verdad? –
-Así es... –
-¿Las niñas? –
-Todas con sonrisas en sus rostros –
-¿Los bebés? –
-Por lo que me dijo mamá hace un rato por celular, están durmiendo. Creemos que se cansaron demasiado –
-Contigo cerca, eso el algo bastante obvio – rió Harry –
-No molestes... Nunca estoy con ellos – murmuró un Louis melancólico –
-No es como si ellos no supieran que los amas tanto como a Lottie, Fizzy y las gemelas –
-Gracias cariño – Harry notó a Louis sonreír al otro lado de la línea, y él hizo exactamente lo mismo –
-De nada amor... Ahora, ¿Para qué llamabas? Sé que me amas, pero tampoco creo que ames gastar dinero en llamadas intercontinentales. ¿Pasó algo? –
-Tengo bastante dinero como para hablar una hora a un celular al otro lado del mundo, tranquilo – rió Louis – Solo quería que leyeras para mí. Y si por eso debo llamarte desde Londres a Los Ángeles, lo haré con mucho gusto – Harry sonrió enamorado. ¿Cómo había conseguido que Louis se enamorase de él? Ni siquiera se comparaban las cosas tiernas que él le decía a su novio –
-Está bien –
-¿Qué me leerás esta vez? – Louis parecía feliz pero cuando Harry respondió, su sonrisa desapareció: - ¿Vas a leer el final? –
-Sí, ¿Por qué no? Tú también lo has hecho –
-¡Pero con las citas! ¡No las entradas! –
-Louis... Ya no puedo soportarlo; necesito sabe que fue de ella... ¿No te preguntas que la indujo a suicidarse? ¿No es una pregunta constante en tú vida desde que leemos el diario? –
Meditó las palabras del rizado tomándose su tiempo. Hacía tiempo que algo no cuadraba en la cabeza del ojiazul: ¿Porqué Olive, que parecía ser una chica feliz y enamorada de la vida, se había suicidado, dejándole cartas a todos? ¿Y porqué, de entre todas esas, su diario era la perteneciente a Harry? Más importante aún: ¿Olive había pensado solo dárselo a él?
Completamente atraído por la idea, Louis musitó un 'sí' y Harry por su parte tomó aire, abrió el diario con ayuda de la cinta celeste que había de marcador y comenzó a leer:
16/01/15
Lo puedo recordar. Aún me siento sucia. Mucho más sucia que en cualquier otro momento. Mucho más sucia de lo que me sentí la primera vez.
Aún la puedo recordar: soledad. La soledad de esa noche. Sólo la música y mi mente encendida de pura inspiración. Y luego... Y luego los ruidos que hizo cuando llegó. Pude reconocer su estado de ebriedad al instante: mi hermano había llegado de esa misma manera muchas veces. ¿Pero él? Él casi no tenía conciencia. Sólo hablaba puras estupideces. Estupideces a las que no presté atención por estar ayudando. Y tal vez, esa fue una mala idea. Tal vez, hubiera sido mejor no ayudar como siempre hacía. Y tal vez no había sido buena idea tener puesto mi corpiño deportivo y un pequeño short para dormir...
Apenas lo deje en su cama, su mano subió por mi pierna lentamente. Soy y siempre seré una chica sensible cuando se trata de roces en esa parte, así que salté incomoda pero él ya me había tomado la mano, ya me había empujado contra la cama y ya se había quitado el pantalón.
Una de sus grandes manos tomo las mías fuertemente, imposibilitándome la movilización de estas... Con la otra, él saco su... Bueno, eso.
Aún puedo recordar sus palabras en mi oído; se repiten una y otra vez. Una y otra vez.
¿Te gusta, verdad putita? Mírala. Mírala fijo putita. Yo sé que te gusta. Pu-ti-ta. Te encanta, lo sé. Te puedo escuchar por las noches, masturbándote. Te encanta. Lo sé. Te escucho disfrutar cuando Alexander lo hace. Yo también lo quiero... Pu-ti-ta.
Traté de escapar. Traté de usar mi fuerza bruta. Traté, traté, traté. Pero nada funcionó y todo terminó con mi poca autoestima y fuerza emocional. La sangre manchaba mis piernas; marcados sus dedos estaban. Lágrimas caían por mi rostro. Y aún lo siguen haciendo. Aún puedo recordarlo todo si es que lo quiero. Lo he podido borrar, he podido dormir sin miedo. Pero no puedo vivir sintiéndome sucia. Tan sucia que no puedo caminar y sonreír como solía hacerlo...
Aún lo siento. Aún me cuesta creerlo. Aún está presente. Y aún, no puedo creer que quien yo creía un segundo padre, lo haya hecho.
Olive Stylinson. Hoy y siempre.
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