Pierdo el equilibrio cuando la veo sonreír, me enredo en sus pestañas y caigo en lo profundo de su mirada.
Su mirada, la cual me sostiene cuando las comisuras de mis labios desvanecen sus movimientos, aquella mirada que me supo envolver y supo acariciar mi alma sin siquiera tocarla.
Ella, apareció cuando las flores yacían en un campo sin vida, cuando los días dejaron de tener sentido y se convirtieron en infinitas dudas, en polvo inerte paseando por ciudades vacías...
Abrazó mis horas muertas y se llevó la tristeza que me cobijaba cada noche.
Después de que brotara su nombre en mi pecho y lo descubriera más tarde, tímida, callada, mi mirada supo expresar lo que sentía mi corazón y tuve miedo, mucho miedo de ser descubierta, sin embargo, mis palabras que solo creí tenían sentido en mis pensamientos fueron dagas que dejaron profundos instantes de dolor, mis sentimientos, que ya habían cavado profundo en mí pecho, fueron secretos mal vestidos que salían a caminar junto a ella.
Si mi vida hubiese tenido un mejor respiro antes de encontrarla, ella habría estado en un altar desde que mis ojos la vieron, pero hay un mejor momento para darse cuenta de que el amor se forma desde el dolor, desde el único sentimiento puro, desde la desnudez del alma y del cuerpo, frágil, quebradiza, en llanto. Desde ahí sabes que aquel que te extendió su mano aún cuando podías levantarte solo, es aquel que permanecerá infinito, intocable entre tus pensamientos por el resto de tu vida.
Realmente odio haber sido una nube gris por encima de su cabeza, quería llover, desparramarme, dejarme caer, pero los miedos como siempre, tuvieron un aire de permanecía...
No miento si digo que la quería desde mucho antes de hacérselo saber, que ya ocupaba mis días como lo único permanente en mi vida, no miento cuando digo que la inspiración nació por ella, debido a ella y para ella... Y que cuando escribí por primera vez, mis manos me temblaban, mi corazón quería salirse por mi boca y atravesada en mi garganta mantenía mis palabras en el silencio de mis días.
Quería que esas palabras fueran las que me delataran, porque siempre pensé que esa era la manera más sencilla de hacer llegar mis sentimientos...
Aunque haya sido la más distante entonces, en mis escritos permanecía realmente la emoción que sentía al verla... Cada día, cada encuentro, fueron y serán de los más inolvidables.
"Escribirle es la única forma que tengo de quererla."
Escribirle, es la única manera que tengo de llegar a ella, de tocarla, de sentirla y vivirla.
Escribirle ha sido desde siempre la manera más sencilla de transmitir esto que no se puede explicar pero que se puede sentir desde los interminables susurros del viento.
Me amo tanto por amarla, por haberle hecho un espacio en el costado izquierdo de mi pecho, por haber convertido mi boca en su hogar, por haber transformado mis ojos en dos estrellas fugaces que la cumplen cada noche, cada día...
