Caminé sin pensar a donde llegaría, me senté en el mismo lugar de siempre, ahí donde solíamos hablar sobre lo estúpido que resulta guardar las palabras que surgen de la inspiración, me quedé un buen rato pensando en todo lo que había pasado desde que no estás y luego solo me recosté sobre el pasto que alguna vez había tocado tu cabello y vi una nube, tenía forma de trébol, un trébol que mis ojos habían visto durante algún verano, sí, ese que llevabas en el cabello aquel día en el que el alma te dolía y la vida empezaba a pesar, recuerdo tus ojos como dos cristales, tus párpados cansados, recuerdo los rayos de sol iluminándote el rostro, una imágen que atesoré incluso en mis peores días.
Supongo que nada será igual a partir de ahora pensé, solo restos de lo que alguna vez fue, fragmentos de sueños que nunca llegarán a concretarse.
Sólo sé que después de ese día, después de pasar por el mismo lugar de siempre, el trébol se desvaneció, aquel recuerdo de un sol radiante, se oscureció.
Y aunque entenderlo sigue siendo un proceso que se resume en tropiezos, huidas sin retorno, caídas sobre las cuales me dejo vencer, sé que lo lograré. Lograré olvidarte amor, aunque tenga que perder mis recuerdos, aunque tenga que vivir sin ellos, llegaré a la meta, te olvidaré...