Capitulo 9

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Un mes había pasado entre ir y venir, ciertos días Guille se escapaba para ver a Samuel, quien pasaba por el a una cuadra de su casa despues del trabajo. Cada vez eran mas cercanos, habían veces en las que se quedaban en el auto del mayor solo platicando de su día a día, podrían hacerlo por mensaje, si, pero se aferraban a verse.

Guillermo sabia que estaba mal, Samuel era su mejor amigo y sin embargo no le había contado que iba a casarse en 2 meses, Lana había regresado a su país a cuidar a su padre pues por desgracia había empeorado. Aquel día Lana lloro amargamente al lado de Guillermo, él le consoló por horas abrazandola, no sabia con exactitud si por la melancolía que tenia en ese momento o por mero impulso, Lana lo había besado. Guillermo quiso corresponder para no decepcionarla mas, lo hizo, no obstante fue un beso vacío. Y vamos, que para ser su primer beso que recordaria después de su coma no habia sido en lo mínimo satisfactorio. Y no, no era culpa de ella, era simplemente que el pelinegro no podía obligarse a amarla.

Despues de aquello Lana se habia animado un poco y había tomado un vuelo a su país, donde terminarian de arreglar el resto de preparativos en linea. Que si le entusiasmaba aquello, la verdad era que no y se sentía un insensible por ello.
Para ese punto el castaño le seguía provocando esos escalofrios y peor aun, Guillermo cada que lo veía no podia evitar abrazarlo, embriagarse de su aroma y quedarse en silencio por minutos enteros.

Samuel era su refugio.

Por su parte el castaño nunca rechazaba los acercamientos del menor, le gustaba el tomara las iniciativas. En el pasado Samuel era el que se había encargado de seducirlo puesto que Guille era terco y un poco difícil al principio. Sabia no era sano, sentían la tensión entre uno y otro pero ninguno se atrevía a avanzar de más.
Samuel temia desestabilizar a su amado, el no recordaba nada y besarlo así sin previo aviso y contarle era su novio era demasiado precipitado, quería ganárselo de a poco, y por otro lado, no quería volver a poner en riesgo su vida. La madre de Guillermo había dejado muy en claro en que si se enteraba buscaba a su hijo se lo llevaria a otro país lejos de todo. Samuel sabia el de ojos achinados amaba donde vivía, adoraba a su primo Frank y la cafetería de la esquina y no podía ser capaz de quitarle aquello.

Quizás era muy extremista por parte de Guillermo, pero había considerado muchas veces tomar su distacia para con el castaño, y cada vez que lo intentaba le llegaba el mensaje del mayor donde le avisaba iba de camino a verlo y la emocion le ganaba, volviéndose incapaz de escapar una vez mas. Y aquella noche no era la excepción.

Samuel no tardo mucho en llegar, aparcó su auto en la esquina y Guillermo enseguida se acerco, abrió la puerta y se subió del lado del copiloto.

—Compañero, que gusto verte— le saludo Samuel y ambos rieron, se habían visto un día anterior, y otro anterior, seguidos.

Quizás se les estaba haciendo adicción verse cada que la luna se colocaba en el cielo, y muy quizás no era que les molestara o quisieran hacer algo por parar aquello.

Samuel le platico el día tan pesado que había tenido y tantos pedidos por repartir, un mesero había renunciado y le había tocado estar en cocina, repartir platillos y volver a cocina, incluso Luzu había tomado el papel de atender, con uniforme y toda la cosa. Guillermo río al imaginarlos eufóricos, pues para su mala suerte aquel día había sido quincena.

Entonces Guillermo entendió realmente la situación, lo repitió en su mente, un mesero había renunciado. Lo que significaba que había una vacante, y el podría recuperar recuerdos estando allí, tal como el día que se recordó junto a Samuel afuera de los baños del restaurante.
Se quedo estático, en silencio meditando la situación, cosa que el mayor noto.

—¿Todo bien?— pregunto sacándolo de su trance, este asintio para enseguida formar una sonrisa en su rostro.

—Ire con Luzu para que me entreviste, ya tienen nuevo mesero— aseguro muy seguro de si.

Un sudor frío recorrio la espalda de Samuel. Luzu no sabia que ellos hablaban, ni mucho menos que se veían cada noche y si la madre de Guillermo se enteraba no quería ni pensar en la liada que habria de por medio. Claro que queria eso pasara, en su mundo perfecto serian compañeros de nuevo y tendría la oportunidad de reconquistar al pelinegro, no obstante, las cosas no eran tan fáciles.

—Tio, se que te emociona— suspiro —Pero si tu madre se entera se enfurecera, sabes bien no quieren regreses allí por lo que te paso, casi te matan Guille

Le interrumpió intentando ser sutil.

—No tiene porque enterarse— Aseguro —Saben que trabajo pero nunca han ido a verme, además de que mi familia nunca iria pues según mi madre la comida de allí es horrible, sin ofender— añadió y río.

Samuel era cocinero de alli. Sabía su ex suegra lo odiaba pero nunca creo que tanto.

También río. Y es que muy probablemente Guillermo tenia razón, puesto que desde el accidente la madre del menor había jurado nunca volverse a parar allí.

—Esta bien, le dire a Luzu ya tiene al suplente perfecto

Guillermo sonrió contento, le agradeció y recargo su cabeza en el hombro de Samuel provocando este segundo se sonrojara levemente.

Esperaba no arrepentirse de lo que haría.

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[....]

—Pero mamón, tu estas medio mal de la cabeza ¿O algo así?— le recrimino Luzu aun atónito a lo que le había contado Samuel.

Era mucho por asimilar, Guillermo y el hablaban de nuevo, se habían estado viendo y finalmente, el menor queria regresar a trabajar con ellos.

—Comprendeme tío, es algo que no pude controlar, el llego un día de la nada y no se en que momento todo fue avanzando, no fui capaz de alejarme— confeso.

El jefe suspiro rendido. No podía juzgar a su amigo, sabía muy bien que amaba con todo su corazón a Guille. Y que uno estando enamorado hacia locuras.

—¿Me aseguras su madre no se enterara?— pregunto serio, Samuel asintió.

—Esta bien— negó con la cabeza y se rasco la nuca ante lo que iba a decir —Tu ganas, pero en cuanto la señora Díaz sospeche lo mejor sera que se vaya. Sabes los quiero mucho pero lo que menos quiero son problemas.

—Si, si, si yo le dire, gracias eres genial— le agradeció sincero dandole un abrazo.

Ahora solo quedaba contarle la buena noticia a Guillermo.

¿Me recuerdas? WIGETTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora