CAPITULO 12

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Samuel había estado pensando todo el camino al trabajo en lo que Guillermo le había dicho. ¿Que si le dolía? Claro que si, aparentemente estaba bien, amable y feliz como cada día, aunque por dentro se sentía fatal, revuelto, con ganas de devolver el estomago. Guillermo iba pensativo mirando por la ventana, se veía tan lindo y frágil a la vez. Samuel sabia que el pelinegro era una persona terca y decidida por lo cual entendia su frustración, se exigía de más y queria mantener a todos contentos, cosa que de por si era prácticamente imposible, aun mas lo era despues de no poder recordar nada y peor aun, con recuerdos que nunca iban a regresar porque simplemente nunca habían existido. Era fatal, la nueva vida de Guillermo era una vil mentira diseñada por su propia madre, el nunca había tenido problemas con aquella mujer puesto que se mantenía al margen y siempre había sido respetuoso, al igual que el menor siempre le había dado su lugar, hasta aquel día.

Entre divagaciones llegaron al estacionamiento, llegaron 5 minutos tarde, se bajaron apresurados para entrar y antes de poderlo hacer Guillermo lo tomo de la muñeca deteniendolo.

—Espera— le dijo para a continuación abrazarlo, se acurrucó en su pecho y juro quería separarse por la pena, pero la comodidad le ganaba mas —Gracias

Aquel susurro le había hecho latir el corazón al mil, sonrió antes de corresponder al abrazo y apegarlo a él.

—Lo harás bien, Luzu desde siempre ha dicho eres su mesero favorito— rieron separándose del abrazo —Y el mio también

Ambos se miraron fijamente, sintiendo aquel cosquilleo tan característico al estar juntos. A Guillermo le encantaba esa sensación, y si bien sabia no era lo correcto, también sabia no quería dejar de sentirse así, era extraño, quizás hasta podria jurar necesitaba a Samuel en sus días para mantenerse feliz.

—Anda, nos espera un gran dia— le dijo el pelinegro entusiasmado animandolo a entrar al restaurant.

Al hacerlo se encontraron con la mirada un poco molesta de Luzu, Samuel había llegado tarde y estaban un poco atrasados en la cocina, era una persona de carácter aunque muy justo y comprensivo.

—Lo lamento— susurro Samuel apenado.

A sus espaldas estaba Guillermo como queriéndose esconder, se sentía apenado de que en su primer encuentro con su ahora jefe haya causado su cocinero llegase tarde, por lo que sabia él nunca se atrasaba.

—Guillermo, ven— le hablo firme Luzu.

El susodicho sin mas remedio avanzo por detrás del castaño quien le dedico una mirada tranquilizadora. Al llegar frente a Luzu este se quedo callado e inerte. El menor jugo nervioso con sus manos por lo bajo. Samuel miro atento.

—Ven aquí, mamón— soltó de la nada ahora notablememte contento —¡Abrazame!— exclamo abriendo sus brazo de par en par.

Guillermo de inmediato correspondió el abrazo, por un momento había tenido de ser regañado y agradecia infinitamente no hubiera sido así.

—Tio, casi me lo matas del susto— río Samuel.

—¿En su primer día de regreso? Para nada, yo se esto de acoplarse al horario tiene su chiste— miro esta vez al pelinegro —Pero no se puede repetir muy seguido.

Guillermo asintió con la cabeza apenado.

—Bueno, yo debo ir a poner orden— el castaño se despidió de ambos con la mano y se dirigió rumbo a los locker para poderse cambiar lo mas pronto posible.

—Ve a cambiarte y despues sigueme— le dijo Luzu al menor con una sonrisa.

Lo llevo con los demás meseros, quienes constaban de 5 compañeros mas. El primero y ya conocido James, el segundo Richard, el tercero Ruben, el cuarto Carlos y finalmente Ramiro. Un día anterior solo los había visto muy poco, pero ahora Luzu los presentaba uno por uno.

—Bueno, en realidad ellos ya te conocen de antes Guille, pero no esta mal puedas volver a conocerlos. Buscamos todos aquí estén a gusto y en buena convivencia, así que eso, ahora a trabajar y cualquier cosa estaré en mi despachoo, suerte chicos.

—Gracias— le dijo sincero el pelinegro.

—No es nada, es un gusto tenerte de vuelta.

El chico sonrió satisfecho, hacia tiempo no se sentía así de util y a gusto con lo que hacia. Sabia sus palabras eran sinceras y no planeaba defraudar su confianza en él, y mas importante, no defraudaria a Samuel.

[...]

—¿Que has decidido?— pregunto calmo.

—No lo se tío, no es como que tuviera muchas opciones— suspiró —Por ahora seguirlo apoyando, al final del día si las cosas deben ser así, debo aceptarlo.

Luzu ladeó la boca, no le gustaba escuchar para nada aquello. Samuel le había contado sobre el compromiso de Guillermo.
No le gustaba ver sufrir a su amigo, aunque como el lo había dicho, no habían muchas opciones.

En el fondo quería Samuel reconquistara al pelinegro para así poder recuperar el tiempo perdido y la felicidad que tenian anteriormente, sin embargo, era patente de que aquello era muy arriesgado. El menor de ellos no los recordaba y muy probablemente eso nunca pasaría.

—Si debo solo conformarme con ser solo su amigo,  lo hare— sentencio Samuel —Lo importante es que este bien, yo estaré para apoyarlo en todo momento, después de no poder siquiera acercarme a su casa esto ya es demasiada ganancia.

—¿Iras a la boda?— pregunto serio Luzu cambiando un poco el tema—Acaso, ¿Haz pensado en cuando ese día llegue?

No, Samuel no lo había hecho y el solo imaginarlo hacia se le apachurrara el corazón. Negó con la cabeza.

—No se que sera de mi— confesó pusilánime.

Luzu le miro con un deje de pena.

—Sabras manejarlo compañero— aseguro y le dio unas pequeñas palmadas en el hombro.

[...]

Al terminar su turno en el restaurant cada uno fue a quitarse el uniforme, por fortuna Luzu se encargaba de llevarlos a la lavandería muy seguido y así Guillermo no tendria que estarlo escondiendo de su madre aunque mas bien ahora seria esconderse de Frank, puesto que debía quedarse con él hasta arreglar su asunto con Lana. Frank vivía solo en un departamento que le había heredado su ya fallecido padre, sin embargo, la mayoría del tiempo se la pasaba con su madre en la casa principal de la familia.

Finalozado el trabajo Luzu les pidió a todos dieran un aplauso por el excepcional esfuerzo de todos, especialmente de Guillermo quien al llevar escasos dos días ya era un experto, hacia las cosas como por inercia, como si su cuerpo tuviera todo perfectamente memorizado y le saliera natural. Al salir Guillermo subió al auto de Samuel, se les veía contentos a pesar de no haberse podido ver en el transcurso del día debido a la alta demanda de turno.

—Tio, de verdad que esto era lo que necesitaba— relataba el pelinegro entusiasmado, el contrario le miro de soslayo comenzando a avanzar el automovil —Comienzo a sentirme yo mismo de nuevo

Los dientes perlados del menor relucian mas que nunca al contraste de las luces de la calle encendidas aquella noche. Samuel amaba verlo tan contento, lleno de vida y con esa chispa que siempre le había característico.

—Te lo dije, de a poco iras volviendo a ti mismo— giro levemente el volante continuando por las calles.

—Se siente bien— acepto.

Pronto llegaron a la esquina de la casa de Guillermo, el mencionado bajo solo para evitar su madre pudiera descubrirlo, susurro un tenue »Ya vuelvo« y comenzo a caminar.
No obstante, al ingresar a su hogar encontró todo a obscuras, subió a su habitación, tomo una maleta de su closet y comenzó a meter prendas al azar a ese punto lo que lograra llevarse era suficiente. Ingreso al baño donde tomo sus utensilios de aseo personal y finalmente tomo su lampara de noche con forma de tortuga que reposaba en su cómoda, en realidad, no la usaba cada noche pues no le temía a la oscuridad pero le gustaba tanto que no quería dejarla. Cerro la maleta y comenzo a descender hacia la salida, al salir hecho un vistazo hacia atrás, quizás estar con Frank le haria bien para continuar con su nueva vida. Detrás de si cerro la puerta arrastrando sus pocas pertenencias y con la ilusión en su corazón de un destino mejor.

¿Me recuerdas? WIGETTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora