CAPITULO 5

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Era un sábado por la mañana, el clima era soleado y el aire corría libremente por las calles. Guillermo esperaba pacientemente a que su prometida terminase de arreglarse. Hace una semana ella habia llegado, era sumamente amable y un tanto timida, le agradaba a Guillermo, no obstante no le atraía como se supone debería. Cada que quería convencerse sobre que él había estado enamorado de ella antes de perder la memoría se frustraba, había intentado por todos los medios, le pregunto a Lana como era su relación y que solían hacer juntos antes del accidente, sin embargo ella no había sabido contestarle. »Ya sabes, lo que hace todo el mundo, hablar por teléfono por horas de cosas cursis y ya«
La respuesta no le habría dejado satisfecho aunque por ahora no queria presionar las cosas.

—William, estoy lista—Le hablo la chica saliendo de su propia habitación que le había acondicionado en casa del mencionado. Ella solia llamarlo así de apodo.

Guillermo sonrió, se veía linda, y de nuevo, no podía negar era una chica atractiva pero lejos de atraerle solo se le hacia tierna, como se mira a una buena amiga o una hermana.

—Bueno pues vamos, iremos a dar la vuelta y comer por allí

Ella asintió emocionada, Guillermo le parecía simpático.

Después de despedirse de la madre del pelinegro y esta les pidiera cuidarse y cuidar su auto, se subieron rumbo a un parque. Caminaron por alrededor de dos horas, Lana le contaba cosas sobre su infancia y el como adoraba a los animales. Guillermo por su parte amaría recordar algo relacionado con ello y poderle contar. Hizo una mueca.

—Ojala yo pudiera ser tan interesante como tu— Lana le miro con tristeza

—No te preocupes, aun puedes crear nuevos recuerdos y quizás sean muchos mejores a los anteriores, debes mirar al futuro.

Guillermo asintió, ella le había comentando que por desgracia no podía ayudarle a recordar puesto que no se contaban muchas cosas personales. Otra cosa rara a punto del chico ¿Como siendo pareja no hablaban de ello?

Al cansarse y sentir hambre decidieron era hora de ir a comer a algún lugar y ese lugar Guillermo ya lo había elegido.

Era hora de poner en marcha el plan.

[....]
Samuel preparaba algunos platillos en la cocina junto a sus compañeros. Aun no se hallaba del todo bien, sin embargo se concentraba en su trabajo aunque es cierto pensaba de vez en cuando en su chico de ojos achinados, quería buscarlo, contarle todo lo suyo, huir juntos si era necesario, solo que al recordarlo tirado en la banqueta, recordar las ambulancias y despues aquellas paredes blancas de hospital le hacian desistir, quería Guillermo estuviera a salvo, con una vida normal.

—Samuel, ¿Esta lista la orden?— Le interrumpió Luzu sacándolo de su trance.

Este asintio apenado para a continuación pasarle el platillo, su jefe le dedico una mirada comprensiva y sin decir más se llevo el pedido.

—James, pedido para la mesa 4— le indico a su trabajador de cabellos teñidos de rojo y ojos almendrados.

Este asintió y momento seguido fue rumbo a entregarlo. Luzu se aseguro el chico no se equivocara, era nuevo, estaba usando el lugar y el uniforme que pertenecía a Guillermo en un pasado. Hablando de Guille, el del pedido era igual a el y estaba con una chica rubia.

Mejor dicho, era él.

A Luzu se le heló la sangre, no podía permitir Sanuel se enterara de aquello. No sabia como podía reaccionar. Apresuradamente entro a la cocina dando la indicación de que ningun cocinero podía salir a con los clientes y era norma seria para ese día. Nadie entendia el porque de la peticion, ni mucho menos su semblante acelerado y nervioso, no obstante, harían caso.

Guillermo por su parte buscaba con la mirada por todo el lugar esperando encontrar alguna pista.

—William ¿Todo bien?— pregunto la rubia notando la insistencia de su acompañante, ni bocado había probado por ver a su alrededor.

El solo se quedo callado unos segundos, paso saliva y formulo su respuesta.

—Solo se me hace un poco familiar, es todo.

Lo era, demasiado, se sentía cómodo, feliz, mejor que en casa. No recordaba el lugar pero sabia y sentía lo conocía como la palma de su mano.

—Lana, disculpame, debo ir baño — le dijo apenado de dejarla sola y sin esperar su aprobación o respuesta se levanto.

Sus pies le llevaron por inercia, no era necesario preguntar, sabia donde estaba todo. Se sentía a gusto consigo mismo y de pronto paso lo que añoraba tanto.

Un recuerdo.

Estaba en aquel pasillo fuera de los baños, estaba el chico castaño del hospital. Le sonreía, lo abrazaba y lo apegababa a su pecho con mimo.
Los ojos de Guillermo se abrieron como platos, se paralizo, creyó podría ahogarse ante tanta emoción. El corazón le palpitaba por mil, fuerte. Aquel calor en su pecho quemaba, pero no le dolía, era reconfortante. Su cuerpo se llenaba de energía y escalofrios.

Sonrió satisfecho, allí era donde pertenecía. Era lo que necesitaba para comenzar a recuperar la memoria.

La tarde había transcurrido con un Luzu nervioso que pedía a todos los meseros no decir nada, un Guillemro curioso por el lugar, una Lana confundida y un Samuel encerrado preguntándose el porque la actitud de su jefe.
Finalmente llego la hora de pedir la cuenta, Guillermo amablemente se ofrecio a pagar, Lana acepto con una sonrisa y pidió ir al tocador antes de retirarse del restaurante.

El mesero James le llevo la cuenta, le dejo la hoja y se retiro, y fue en ese entonces cuando Guillermo saco una pluma de su bolsillo para a continuación escribir lo que tenia en mente desde hace días. Dejo la propina y se retiro al lado de su prometida.

Luzu al verlo salir suspiro aliviado, lo había logrado, a todos les había pedido no mencionarle nada a Samuel.
Excepto a James, el era nuevo, no era necesario supiera lo que habia pasado.

Horas despues James limpiaba las mesas a nada de cerrar el restaurante, decidió contar sus propinas del día, cuando de entre sus cuentas salio un papel con algo escrito. Lo leyo, era un recado para Samuel, francamente le parecio extraño.
Alzo los hombros restándole importancia y lo guardo en su bolsillo trasero, terminando de limpiar se lo entregaría.

¿Me recuerdas? WIGETTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora