ℭ𝔞𝔭𝔦́𝔱𝔲𝔩𝔬 10

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Mirando al pasado.

𓏲 ˖ . ˖ ࣪⭑ ˖ ٬ ุ๋

Angeline.

Me sirvo mi sexta taza de café y me voy directo al sofá que está frente al ventanal de la habitación donde tengo el altar de Arthur.

La luz de la mañana está apareciendo, alumbrando los edificios de la ciudad. No he podido conciliar el sueño, ni siquiera me ha dado resaca.

No he parado de pensar en él, en su voz y en su descaro de acercarse así de la nada. Porque por más que trato de buscarle lógica, estoy 100% segura de que se trataba de Aedion.

Ya lloré, me dio ansiedad e incluso entré en un estado de shock, pero ahora solo me siento furiosa, furiosa porque...¿Cómo se atreve a aparecerse así? , y todavía tiene el descaro de llamarme como sólo el lo hacia.

Estúpido.

No he dejado de preguntarme que es lo que hacia ahí, no sé por qué mierda se apareció así si Damien también estaba en el mismo lugar. Que maña la suya de arriesgarse, de retar a los demás. Dios... es exasperante.

Mi celular comienza a sonar y veo en la pantalla el nombre de mi madre en él, sonrío y respondo de inmediato.

Buenos días, cariño —me saluda.

Mis padre y yo no hablamos tan seguido por mi seguridad, incluso temen que los Yakuza vayan a dar con mi paradero por medio de las llamadas, así que solo marcan de vez en cuando.

—Hola, mamá —saludo de vuelta, recostándome en el sofá.

—¿Te desperté?

La mayoría de mis contactos suele llamarme por la mañana y madrugada, pero hay una razón, y es porque en el día puedo estar con la familia Franco o en la calle, por eso Heinz, Efraín y mis padres, solo me llaman a estas horas.

—No, estaba alistándome para la escuela —miento—. Pero tengo tiempo, no interrumpes.

—Primero cuéntame como has estado —dice—. ¿Como te va en la escuela?

—Estoy bien, todo ha estado muy bien —sonrío con cinismo—. En la escuela me va muy bien, he estado cumpliendo con todos mis trabajos y he tenido buenas notas.

—¿Has pintado algo?

—Todo el tiempo pinto, mamá —me río—. De eso trata mi carrera.

Me alegra que estés haciendo algo que te gusta.

—Gracias —digo—. ¿Y ustedes? ¿Cómo han estado?

Tu padre está trabajando y yo estoy bien —la escucho suspirar—. Pero quiero hablar contigo sobre algo, tengo malas noticias.

Frunzo el ceño.

—¿Qué pasa? —pregunto, preocupada.

FATAL. #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora