Cuando llegué al bar, Julián me estaba esperando en una mesa que tenía vista al río, me sorprendió lo nervioso que se veía al jugar con la servilleta, doblando una y otra vez esta, hasta que terminaba hecha un bollo, mientras sus ojos iban de un lado a otro como si estuvieran buscando a alguien, o mejor dicho, como si me estuviera buscando a mí.
—Creí que no ibas a venir.— En su voz había muchos rastros de nervios, y debo admitir que yo aún no me puedo acostumbrar a este Julián, que parece ser su verdadera versión. Cuando me senté, dejó por fin en paz a la pobre servilleta que quien sabe cuanto tiempo estuvo arrugando.
— Yo te invité, no entiendo cómo creías que no iba a venir.— Elegí fingir demencia sobre el asunto de Iria y hacerme la obvia, mi intención había sido decirlo con humor pero ninguna risa salió de los labios de Julián y la mía quedó a mitad de camino.
—Sé que vos no fuiste la que redactó el mensaje por la forma de escribir.— Admito que esa confesión me tomó por sorpresa y que no supe como recomponerme, él solo sonrió e iba a decir algo, fuimos interrumpidos por la mesera que nos preguntó amablemente por nuestro pedido. Hace días que tengo un nudo en el estómago que no me deja comer nada, por ende en ese momento solo me pedí un café.
— Antes quiero aclararte que si estoy acá es porque necesito tu explicación, no porque esté decidida a perdonarte o darte una segunda oportunidad.— No quería que él se tomara las cosas a la ligera otra vez, tenía que ver la gravedad de sus acciones esta vez, por eso sentí que esa aclaración no estaba de más.
—Te juro que yo no sabía lo de mi papá, yo no tenía idea de que iba a hacer eso.— Empezó diciendo eso y mirándome muy fijamente, sus ojos verdes brillaban tanto, parecía que decía la verdad pero ¿como puedo confiar en él, si ya rompió absolutamente todo? me prometí ir con la mente abierta pero fallé, y sigo fallando al escribir esto porque es difícil, él perdió absolutamente toda su credibilidad.
— Pero si lo hizo fue porque tu familia no sabía de mí, Julián. Tu primo y tu hermana cuando se enteraron que era tu novia casi se mueren de un infarto.— Fue muy irónico que yo no haya podido mirar a la cara a Julián, tendría que haber sido al revés. Pero pensandolo bien ahora, creo que en ese momento no quería mirarlo para que no viera todo el dolor que me generaba ese recuerdo y la forma en que mi gesto cambiaba al referirme a él.
— Es que mi papá siempre se metió en mi vida y siempre arruinó las pocas cosas buenas que pasaron en ella, una de ellas fue la relación con mi abuelo, la vida de mi hermana...— De algo estuve completamente segura y es que no quería seguir escuchando sobre la historia familiar, demasiado tenía con la mía, decidí interrumpirlo porque aparte Luján me había contado demasiadas cosas, más de lo que quería saber, tal vez.
—No quiero hablar de la vida de tu hermana o de tu papá, porque estuve hablando con tu mamá el otro día y creo que eso es algo en lo que yo no me tengo que meter.— No sabía como decirle eso sin quedar mal, por eso mi tono de voz era cauteloso y elegí mis palabras cuidadosamente, yo estaba acá para hablar de lo que falló entre nosotros, no de sus dramas familiares, porque ahora no eran de mi incumbencia, tal vez antes, cuando éramos pareja sí, pero ahora ya no.
— Bueno, es por eso que no le había contado a nadie de nosotros, aunque entiendo que tendría que haber sido sincero con vos porque después la mentira se me fue de las manos y se formó una auténtica bola de nieve que nos arrastró a todos. Yo pensaba contarles la verdad a todos por igual en esa fiesta, pero mi papá me ganó de mano.— Julián parecía desesperado y perdido, de eso último me di cuenta en su mirada, parecía que estaba reviviendo al detalle ese día, estoy mintiendo si digo que mi corazón no se arrugó en ese momento.

ESTÁS LEYENDO
30 días para recuperar(ME).
Ficção AdolescenteJulián Ortega y Evaluna Herrera, dos personas separadas por la falta de comunicación, de confianza, de tiempo, de un factor desencadenante pero nunca por falta de amor. ¿El factor desencadenante? Una mentira.