(004)- Lo que ocultaba

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Murasaki sabía que todo lo que había hecho aquella mañana y la noche anterior había sido un completo error.

Para empezar, no debió haberse salido de casa para ir detrás de su hermano. Si no hubiese hecho aquello, tal vez Kimura hubiese regresado en la noche, malogrado y herido tal vez, pero hubiese regresado a casa y no hubiera tenido que quedarse a sufrir para que ella escapara de aquel lugar tan horrible.

Aún así vaciló y estuvo a punto de hacer que Kimura se sacrificara en vano, cuando casi se deja agarrar por aquel sujeto en el callejón.

Y no conforme a eso también se había ido con esos dos chicos que ni siquiera conocía y ya se había ganado problemas con ellos también.

Quizás sus padres tenían razón y ella era una niña problemática desde siempre.

Murasaki no quería admitirlo, pero quizás... Quizás y hasta sus padres no se equivocaban cuando le decían que era un estorbo y un incordio en la vida de los demás, porque siempre que metía las narices en algún lugar acababa causando más y más problemas a todos los que estuvieran a su alrededor.

Esos pensamientos la llevaban cabizbaja desde que había salido de la casa de aquellos dos hermanos luego de haber golpeado a uno y desafiar al otro.

—Ustedes no pueden tener razón... —se dijo con mucha tristeza observando el suelo—. ¿Por qué siempre tengo que ser el estorbo en la vida de los demás? ¿Acaso no tengo un lugar en la vida...?

Era un infierno vivir así.

En casa, luego de que su hermano se hubiese ido, sus padres siempre le reclamaban por todo lo que hacía mal, por todo. Le exigían que fuera algo que no era, la habían obligado a tener que convertirse en una adulta aún cuando no tenía por qué abandonar su infancia de manera tan brusca, y ocasionalmente se hartaron de ella y la enviaron a vivir con su hermano mayor, el cual había tenido su misma suerte cuando era más pequeño.

El único que la recibió con las manos abiertas fue Yokomura.

El único que verdaderamente la quería y cargaba con ella sin sentirse molesto por ello era su hermano mayor, su querido Kimura, su "Onii-san".

Y ahora... Probablemente él ya no estaría más con ella.

—Lo siento mucho... —murmuró mientras un nudo se formaba en su garganta.

Tenía las lágrimas a punto de salírsele de los ojos, pero no quería tener que llorar en ese momento.

Tantas veces diciendo lo mismo...

Lo siento.

Lo siento.

¡Lo siento mucho!

Y al final, nunca era suficiente.

De repente se detuvo, se secó las lágrimas con la manga de su camisa y tomó un respiro para recomponerse. Luego se giró y se quedó viendo fijamente a alguien que venía detrás de ella.

—No hace falta que se inmuten en seguirme en silencio —dijo Murasaki suspirando y volviendo a caminar—. Sé que vienen detrás de mí.

Ran y Rindou se sorprendieron de que la castaña dijera eso tan calmada como si nada.

Cualquier otro hubiese intentado huir o los hubiese confrontado. Pero ella no lo hizo.

Ran fue hacía donde estaba la chica con pasos rápidos y muy silenciosos, mientras que su hermano solo se limitó a seguirlo en silencio con mucho cuidado.

Él sabía que eran solo actuaba así cuando estaba empeñado en lograr algo, aunque no estaba del todo claro de lo que quería conseguir el de trenzas de esa chica.

❝Cielos y ocasos con tono y sabor púrpura❞『Ran Haitani x OC!Fem』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora