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ROSE

Días después de rescatar aquellos cachorros, me encontraba saliendo de la ducha en busca de algo de ropa para poder asistir a una cena con algunas personas importantes. Al voltear, vi a aquellos perritos descansar en mi cama, y fue inevitable reír un poco al ver a una desconocida durmiendo en el suelo envuelta en mis sábanas.

Una vez dejé de lado los distractorios, me vestí con un vestido color vino y unas sandalias altas negras. Antes de marcharme, pedí a una de las mucamas del hotel que se encargaran de aquella chica que se encontraba en mi piso, dejando una gran cantidad de dinero para ella y para la desconocida de mi habitación.

Como ya de costumbre, mi guardaespaldas y algunos de sus hombres me esperaban, listos para escoltarme a aquella aburrida reunión. A pesar de la cercanía del lugar, se tomó la decisión de ir en coche, más por seguridad que por cualquier otra cosa.

Luego de 15 minutos de viaje, el coche aparcó en la entrada de un lujoso edificio. Descendimos y al atravesar las puertas de cristal, un hombre nos guió hacia uno de los pisos más altos.

—¡Rose, que bueno verla aquí, no creí que vendría!— fue lo primero que oí al salir del elevador.

Apenas se pronunció mi nombre, todo aquel que se encontraba en la sala guardó silencio. Noté el nerviosismo y el terror de los demás recorrer el lugar al oír como me había llamado.

—Prefiero "señorita Davies".— seria estreché su mano.

—Por supuesto.

En cierto punto, creí que me estaba desafiando y estaba dispuesta a apuntar con mi arma y disparar, pero luego entendí que ese era el trato que todos solían tener con Jeremiah, mi padre. Él, a pesar de ser un hombre que se dedicaba al tráfico y venta ilegal de armas y de drogas, era un hombre muy amable y gentil, todo lo contrario a mi.

Caminé entre las personas sin necesidad de abrirme paso, ya que al verme, todos se apartaban. Tomé asiento en un cómodo sofá y Chris se posicionó detrás de mi. Como era de esperarse, algunos hombres interesados en tener negocios con mi organización se sentaron junto a mi acompañados de dos hermosas mujeres, yo solo ignoré lo que decían y me centré en una de aquellas jóvenes, a quien se la veía muy incómoda.

Esa chica se veía demasiado joven para estar con un hombre tan mayor, ver eso me repudiaba. Su incomodidad aumentaba a medida de que ese viejo la tocaba, y fue inevitable reaccionar.

—Vete.— ella intentó ponerse de pie, pero el hombre no le dejó.

—Pagué un buen precio por ella, me pertenece.— habló el hombre con furia.

—Creo que no fui clara, le pedí que se marche.

Estas situaciones me hacen hervir la sangre, no solo por el abuso de ese hombre, sino también la desobediencia y que me vea como igual e incluso como menos. Me puse de pie, y antes de que siquiera pudieran parpadear, tomé el arma que llevaba en el portaligas y le disparé. La conmoción de la gente era evidente, pero mientras veía como caía el cuerpo sin vida, tomé asiento tranquilamente dejando el arma junto a mi.

—Vete.— repetí.

La chica me miró directo a los ojos, y no pude percibir si lo que sentía era miedo o algo más, sea lo que sea, no tenía tiempo para esto.

—Creo que ya es hora de irnos, ¿no crees Chris?

Él solo asintió y nos dirigimos hacia el elevador, una vez nos montamos en el mismo, me sorprendió recibir una llamada anónima.

—¿Diga?— hablé.

—¿Señorita Davies? El FBI la está buscando.— declaró una voz femenina un poco agitada.

—¿Kate?— logré reconocer su voz.

—Solo puedo decir que debe tener cuidado y...— la llamada se cortó.

Por un segundo me quedé en blanco, pensando en que podría estar parando, pero rápidamente volví en sí.

—Reúne a todo el equipo para mañana a primera hora.

Salimos del edificio y volvimos al hotel lo más pronto que pudimos.

***

A la mañana siguiente, apenas acabé mi desayuno cuando mi guardaespaldas Chris, junto a un grupo de 7 personas irrumpieron en mi habitación. Todos llevaban carpetas llenas de lo que asumí sería información sobre los negocios que llevábamos a cabo.

El nerviosismo de la gran mayoría era casi palpable, y los comprendía, estábamos tan acostumbrados a ser nosotros los que damos caza y no a ser los cazados, que a veces podíamos olvidar a todo aquel que nos buscara.

—Tenemos que estar un paso adelante.— rompí el silencio de la habitación.— Como siempre ha sido.

—Pero señorita...— habló un joven, pero lo interrumpí de inmediato.

—Paguen a quien deban, maten a quien deban si hace falta, pero averigüen quienes son los encargados del caso.— la molestia era muy notoria en mi voz.— Quiero saber donde viven, si tienen familia, que comen, incluso cuando van al baño, ¿entendido?

—Si señorita Davies.— dijeron al unísono.

Todos exceptuando a Chris se retiraron de la habitación tan rápido como habían llegado, después de todo, tenían trabajo que hacer.

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Nota de autora:

Gracias por todo el apoyo que me están brindando, no solo aquí en la plataforma, sino también en las demás redes sociales, se los aprecia mucho. ♥

Queen [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora