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ROSE

Toda la mañana me mantuve ocupada con reuniones, pero esta vez no fueron solo de negocios, sino que también dediqué una hora de mi tiempo para poder hablar con mi gente, y así estarían preparados y armados hasta los dientes para la reunión que tendría esta misma tarde con los Novikova, en caso que alguien quisiera rebelarse.

Apenas logré liberarme un poco durante la hora del almuerzo, fue entonces que me digné a abrir el sobre que me habían entregado el día anterior. Primero leí las notas, me tomé mi tiempo con cada una de ellas, y una vez acabé, tomé las fotos que hasta ese entonces seguían guardadas y las inspeccioné con cuidado, pero me vi interrumpida por la voz de Jim.

—¿Señorita Davies?— pronunció con un tono suave, haciendo que me volteara en su dirección.— Un representante del clan Novikova la espera en su despacho.

Era el momento que tanto había esperado, aunque a decir verdad, me desilusionó un poco el hecho de que fuera un simple representante y que Dimitri e Irina no hayan tenido los huevos de presentarse frente a mi. Me apresuré a ingresar en mi despacho, donde se encontraba un hombre trajeado de espaldas a mi, y no necesitaba verlo para saber que con sus ojos escaneaba cada rincón del sitio en que nos encontrábamos.

—Aquí me tiene,— noté como se tensó— aunque si le soy sincera no soy muy partícipe de los mediadores.

Lo siguiente me tomó por sorpresa, aquél sujeto se volteó y me helé por un segundo al ver su rostro. ¿Qué hacía este hombre aquí?, ¿sería todo una trampa?
De ser así, quiero saber a que me enfrento, por lo que me tocará fingir un poco.

—Me presento, soy Anthony, el representante del señor Novikova. —habló con demasiada naturalidad, pero también notaba tensión y la manera en que me inspeccionaba.

—Un placer, aunque no comprendo la necesidad de Dimitri de enviar a alguien más.

—Por simple seguridad, señorita, no hay más que eso.— me miró directo a los ojos, desafiante.— Debido a eso, yo seré quien lleve a cabo sus negocios por el momento.

—Empecemos entonces.— me senté e uno de los sofás individuales.— ¿Qué quiere Dimitri esta vez de mi?

—Primero que nada, el señor Novikova quiere disculparse por el altercado en el que se vio metida hace más de una semana, sabe quienes fueron los rebeldes y serán castigados de manera debida.— se posicionó frente a mi.— Por otro lado, quiere ofrecerle un negocio bastante grande...— recorrió mi cuerpo con sus hermosos ojos.— Le gustaría que ambos ingresaran en el negocio de las metanfetaminas y demás drogas alucinógenas.

Lo miré intrigada, no sólo por su preparación bajo el papel de negociante, sino también por ni siquiera titubear al encontrarse frente a la reina de la mafia. Sin embargo me vi en la obligación de pensar rápido para dar una respuesta.

—Entiendo, lo pensaré.— sonreí amablemente.

—Bien, pues sin más, me retiro.— comenzó a caminar hacia la puerta de mi despacho.

En silencio lo acompañé, en el camino, mi gente lo fue reconociendo poco a poco, estaba claro que no podía dejarlo ir.

—Una cosa más, señor Anthony...— solté casi llegando a la puerta.

Se volteó hacia mi y preguntó a qué me refería.

—No me gusta que me mientan.

En ese momento, Chris le golpeó con su arma en la cabeza por detrás y el pobre agente Aspen cayó inconsciente.

***

Tomé mi teléfono y marqué al número de Novikova, a la vez que veía como Jim y otro de mis hombres arrastraban el cuerpo de William. Se oyeron tres tonos hasta que descolgaron y obtuve una respuesta, antes de que dijera nada, comencé a hablar.

—¿Crees que puedes jugar conmigo?, ¿qué soy estúpida o algo así?

—Señorita Davies, que bueno saber de usted.— soltó a modo de burla.

—La corona no es para débiles, si la quieres, tendrás que matarme y tomar el trono.— y colgué.

Queen [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora