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WILLIAM

Después de aquella exótica escena del gimnasio, fui a mi habitación y tomé una ducha relajante.

Pasé el resto del día en mi habitación fingiendo estar dormido, cuando en realidad estaba planeando una manera de escapar. Con el paseo en aquellos jardines, había podido ver cuales eran los puntos débiles o más descuidados, los sitios en donde las cámaras no llegan a detectar, me arriesgaba a morir antes de siquiera poder salir de la casa, pero era un riesgo que debía correr.

Al final, acabé durmiéndome, pero era algo evidente, estaba demasiado saturado y agobiado. Tener que fingir frente a Rose Davies no es nada fácil, y mucho menos complacerla.

—La jefa pregunta si bajas a cenar.— me despertó la voz de Chris.

—Bajo en un momento.

El moreno asintió y se marchó, dejándome sólo. Me apresuré a vestirme y arreglarme un poco, pero no fui lo suficientemente rápido, ya que al salir del baño, Rose se encontraba sentada en el borde de la cama.

—¿Por qué tardaste tanto?— cuestionó un tanto molesta.

—Perdona, solo necesitaba ir al baño.— respondí.— Dudo haber tardado más de unos minutos.

Su enfado era evidente, y por lo que había aprendido en los últimos días, sólo lo solucionaba de una sola manera. Lo malo sería tener que hacer otro esfuerzo por no acabarla al tenerla tan cerca, que a pesar de ser algo tan tentador, también debía hacer las cosas con consciencia y sobre todo, dentro del marco legal.

—La verdad es que ya no tengo hambre.— solté.

—¿Entonces que quieres hacer?

En silencio comencé a desabotonar mi camisa mientras me acercaba, de inmediato sus ojos se oscurecieron y me ofreció una sonrisa pícara. Estando cara a cara con aquella peligrosa cercanía, amagué a besarla pero bajé a su cuello y allí comencé mi ataque.

Subí su camiseta, besé su abdomen y masajeé sus pechos, escuchando sus suspiros y ruegos por más. Con una de sus manos me tomaba del cabello, e intentaba apurarme para llegar a su entrepierna. Una vez estuve donde ella me quería, me dediqué a proporcionarle lamidas y besos en su punto más sensible hasta lograr que Rose alcance el extasis.

Me tomó por sorpresa cuando tiró nuevamente de mi pelo, pero esta vez en dirección a su rosto, para así besarme a la vez que se saboreaba. Comenzamos a quitarnos la ropa desesperados, y cuando menos lo esperaba ya estaba penetrandola.

Sus fuertes gemidos no dejaban de inundar mi canal auditivo, y al oírla suplicar por más, me permití tocarla en su punto más sensible con mis dedos, a la vez que aceleraba mis embestidas.

Cuando empecé a notar que sus piernas temblaban, me moví con más lentitud. Así continuamos toda la noche, hasta que Rose no pudo más, para minutos más tarde quedarse dormida.

Espere al menos media hora para asegurarme que ella estuviese dormida de manera profunda, y entonces fue cuando empecé a llevar a cabo mi plan. Con mucho cuidado y sin producir ni el más mínimo ruido, me acerqué a uno de los muebles en el cual estaban guardadas las sábanas, tomé varias, las amarré. Me acerqué a la ventana que se encontraba levemente abierta y dejé que estas cayeran hasta casi tocar el suelo, miré a la mujer que se encontraba en la cama por última vez para asegurarme que no hubiese despertado y luego bajé por la ventana cuidadosamente con ayuda de las sábanas.

Salté el último tramo hasta caer en el césped, escuche que alguien se acercaba, y rápidamente corrí hasta unos arbustos. Antes de que me vieran, me escabullí medio de la oscuridad y trepé las rejas. Así fue como escapé.

Queen [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora