14

58 7 1
                                    

ROSE

Hace más de una semana, el clan Novikova acababa con la vida de Kate, quien hasta ese momento ha sido mi única amiga. Aún me encontraba furiosa, por culpa de esos malditos rusos nos vimos obligados a huir, ya que en aquel momento teníamos la guardia baja.

No dejaba de culparme, de no haber estado distraída con ese maldito y sensual agente del FBI, tal vez podría haber evitado la emboscada. Mi mente solo repetía imágenes de sufrimiento y tortura hacia quienes se atrevieron a meterse conmigo y mi gente.

—... Señorita.— la voz de Chris me trajo nuevamente a la realidad.

—¿Disculpe?— respondí.

—¿Pueden dejarnos a solas un momento?, por favor.

Una vez quedamos los dos solos en mi despacho, mi segundo al mando y guardaespaldas se sirvió un poco de whisky y comenzó a hablar.

—Entiendo que lo de Kate te duela, sabes que para mi ella...— con la cabeza gacha, dio un largo trago a su bebida y continuó.— El punto es que necesito que estés centrada, tengo algo que decirte sobre el ataque.

Volteé de manera rápida y exagerada, tanto que mi cuello tronó. ¿Qué querría de mi?, ¿era sobre la muerte de mi amiga?, ¿información sobre la desaparición de un cargamento en Dubai?, o tal vez algo sobre el agente Will.

—Lo sucedido hace una semana, Dimitri está enterado, al parecer fueron rebeldes de su clan.

Al oír eso, solté una carcajada, pero esta no cargaba ni un gramo de gracia.

—Hasta un bebé sabe que eso no es cierto.— dije sintiendo la sangre hervir.— Él e Irina quisieron destronar a mi padre y ahora quieren hacerlo conmigo.

Asintió dándome la razón, si había rebeldes, lo más probable es que fuesen dirigidos por esos dos.

Christopher iba a hablar, pero unos toques en la puerta no se lo permitieron. Era Xavier, uno de mis informantes, quien traía un sobre marrón en sus manos e intuí lo que encontraría allí dentro. Sin siquiera dirigirnos la palabra y mucho menos haciendo contacto visual, dejó la encomienda frente a mi y se retiró.

—¿Más fotos? Debes dejar esa obsesión. —soltó mi segundo al mando con gracia.

—No es obsesión, simplemente me gusta conocer a mis enemigos.— sentí como subía la temperatura de mis mejillas.

—¡NO LO PUEDO CREER! ¡TE ESTAS SONROJANDO!— habló entre carcajadas.

—¡VETE!— me sentí humillada, esto jamás me había pasado.

Él cumplió mi orden, pero de camino a la puerta escuché como se le escapaba la risa que intentaba disfrazar con tos.

Queen [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora