Lentamente empezaron a caminar los 3 fuera de esa habitación.

El pequeño Yakumo miraba de reojo a ese niño de aspecto sombrío, no lo conocía pero sentía que lo comprendía de alguna manera.

Se veía...indefenso y triste...eso lo hacía sentir incómodo por querer preguntarle como estaba, pero de repente pararon ya en unas escaleras.

Había sangre por el suelo y héroes tirados en el piso.

–Esos son los que te hirieron Yakumo, ya me hice cargo de ellos.–Le hablo con una sonrisa espeluznante.

–...G-gracias.–Dijo sorprendido y algo asustado hacia el mayor.

–Ahí que subir las escaleras, saldremos de este lugar mis niños.–

Luego de ese día, el estaba ayudando a Toga a sacar la basura del bar, por pedido de Kurogiri, eran unas bolsas grandes y las tiraron dentro del contenedor de un callejón

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Luego de ese día, el estaba ayudando a Toga a sacar la basura del bar, por pedido de Kurogiri, eran unas bolsas grandes y las tiraron dentro del contenedor de un callejón.

Ya era tarde y el sol se iba llendo, la luna salía con su gran brillo y los ojos se iluminaban para Yakumo.

–Ay que asco,no me gusta sacar la basura.–Le dijo.

Pero el solo veía el final de ese callejón, era una calle donde había personas caminando, personas con familias, personas con sus parejas, personas felices, personas...normales...

–¡Yakumo!–Grito Himiko.

Él se giró bruscamente por el susto, y Himiko movió su cabeza viendo donde estaba la atención de su amigo.

–¿Quieres salir?–Le pregunto.

–¿Q-que? ¡Claro que no! Lo siento, mejor vámonos.–Le dijo.

La agarro de la mano y empezó a llevarla nuevamente dentro del edificio, pero de un jalón la otra ya caminaba a la dirección contraria.

–¿A donde vas? Ven.–Le dijo sonriendo.

–¡Espera! ¿Que haces? ¡no quiero!–Le hablo asustado.

Pero siguió sin escucharlo, era una calle no muy buena en economía, pero eso no importaba, lo importante era encontrar los lugares buenos en el centro de la ciudad.

Se pusieron sus gorros del chaleco y ella lo guió fuera de la oscuridad.

–Tranquilo Yaku, se que te quieres divertir, ¡Ahí que disfrutar nuestra juventud! Te mostraré los lugares que me gustan.–Le comento.

Este ya rendido solo aceptó.

Juntos pasaron esa tarde noche viendo tiendas, fueron a una de montañismo que estaba un poco alejada, pero los artículos como las navajas multiuso, sección de cámaras para los paisajes, y tiendas de acampar, le fascinaron al chico.

Otra tienda fue un restaurante antiguo pero de casa, se sentaron a comer deliciosos platillos.

Toga pidió 2 platos de un tal alimento llamado Katsudon, al probarlo, el pecoso quedó exquisito con ese gran troso de carne de cerdo y el arroz.

¿Quien Soy?...[BNHA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora