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Capítulo 17

El viaje desde Londres hasta la pintoresca ciudad de Berlín duró dos días completos. Normalmente eran casi tres, pero Mew había decidido no hacer tantas paradas y llegar lo más pronto posible a su destino. Durante todo el trayecto, Gulf se mostró absolutamente fascinado con los paisajes que se mostraban ante sus ojos. El joven nunca había salido de Reino Unido por lo que viajar al extranjero y en compañía de Mew, su prometido, fue una experiencia que disfrutó mucho y que guardaría siempre en su corazón. Incluso cuando Mew le comunicó que tendrían que dormir en el carruaje mientras seguían su camino, sonrió encantado porque sin importar donde fuera, dormir con Mew era su mejor medicina. 

En el vehículo, además de Mew y Gulf, iban dos choferes, Louis y Peter, un conocido del primero que también tenía experiencia como chófer y que ya había trabajado para Mew en anteriores ocasiones cuando Louis solía tomar vacaciones o se le presentaba algún contratiempo. Confiaba en el hombre, así que podía ir seguro de que llegarían con bien. 

Había sido un viaje muy pesado, en especial para Mew que casi no había podido dormir por cuidar de Gulf. Por lo general, cuando viajaba, en las noches se hospedaba en un hotel de paso, no obstante quería llegar rápido a la capital alemana para poder llevar a cabo su plan y de esta manera mantener a Gulf a su lado, y para ello iba a necesitar la ayuda de su hermano y de Jahzzel, su adorable cuñada.

Cuando el carruaje piso suelo alemán, Mew despertó a Gulf y cuidadosamente limpió su rostro con toallitas húmedas prometiéndole una larga ducha caliente en cuanto llegaran a su destino. Un destino que si bien Gulf no conocía aún, intuía que se podría tratar de los familiares de Mew pues recordaba que estos vivían en dicho país. No obstante, el mayor aún no le daba grandes detalles de su inesperado y súbito viaje. 

El menor observaba por la ventana absolutamente maravillado de lo bonito que lucía Berlín. Aquella ciudad era muy diferente a su natal Londres. Para empezar, no parecía ser tan caótica y gris como la capital londinense y la gente parecía mucho más agradable y menos soberbia. Se podía respirar la esperanza y el progreso, mientras en su lugar de origen el deprimente deterioro de la sociedad se hacía visible día con día. 

- Estamos por llegar a casa de Damian, mi hermano mayor – comunicó Mew mientras se colocaba su saco.

- ¿Vinimos a visitar a tu familia? – cuestionó Gulf acercándose al mayor para acomodar el cuello de su camisa. Mew solo asintió a su pregunta con la cabeza – está un poco desaliñado señor Suppasit, permítame ayudarlo – añadió con voz traviesa. 

- Es usted muy amable mi estimado joven Kanawut... - sin embargo el menor no se tomó muy bien la mención de su apellido.

- Yo ya no soy un Kanawut, Mew – dijo con melancolía - no después de la forma en la que mi familia quiere que lleve mi vida - 

- Lo entiendo amor, pronto llevarás mi apellido, lo prometo – Mew acarició su mejilla y depositó un tierno beso en la punta de la nariz.

- Gulf Suppasit – susurró éste – me gusta mucho como se escucha mi nuevo nombre –

Mew solo pudo sonreír ante la idea de convertirse en esposo de Gulf, le encantaba además la manera tan natural con la que el menor expresaba que deseaba ser su marido. No había duda en su voz y eso lo hacía estar seguro de que Gulf en verdad deseaba casarse con él, y así sería. Solo que también necesitaba hablar con su hermano para pedirle su ayuda y de esa forma tener todo cubierto para que nada ni nadie lo separase de su amado niño. No era un hombre que solía pedir favores o aprovecharse de sus contactos, pero por Gulf, por él, estaba dispuesto a hacer cualquier cosa.

***

El sonido de un carruaje estacionándose afuera de su casa lo hizo acercarse a la ventana para verificar si efectivamente alguien había llegado a visitarlos, no era común recibir visitas sin previo aviso, pero algunas veces solía pasar. Una infantil sonrisa se dibujó en sus labios y emocionado corrió hacia sus padres para darles las buenas nuevas.

Amor forzadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora