doce.

470 29 44
                                    

Beomgyu

Sentí que unas manos despeinaron mi cabello mientras desayunaba, haciéndome voltear perezosamente con la cuchara dentro de mi boca. Mi madre estaba sonriendo ampliamente mientras me observaba.

—¿Qué tal el desayuno?
 
Ella señalo el platón lleno de cereal que yo estaba comiendo, y asentí con los ojos cerrados.

—Rico.

Murmuré, sintiendo el cansancio en todo mi cuerpo. Eran las seis de la mañana y mi madre me había hecho levantarme únicamente para desayunar antes de que ella se fuera.

Seguí comiendo mientras observaba como ella recogía sus cosas y las metía dentro de una maleta grande. Ese era el proceso de los fines de semana, siempre se iba los sábados en la mañana y volvía los domingos en la noche. Era casi un milagro que no tuviera que trabajar y eso me hacía sentir verdaderamente mal porque jamás teníamos tiempo para compartir en los días que se suponía debíamos descansar.

Aunque agradecía todo el esfuerzo que hacía ella, era la mujer que más admiraba por lograr absolutamente sola todas las cosas que tenía, y por cuidar de mi sin importar qué. 

—¿Te vas a portar bien?

—Uhum.

—¿Harás alguna fiesta mientras no esté?

—No señora.

—Espero tus amigos no hagan desorden en la casa.

La mire con con los ojos entrecerrados, esas eran las tres cosas que ella siempre me decía antes de irse. Por alguna razón le encantaba hacerlo.

—Te adoro. —Se acercó a mi y me acarició la cara, quitando todo el cabello que caía sobre mi frente. —Mucho, espero que podamos salir pronto los dos. —Frunció el ceño y se acercó más a mi. —Tienes el cabello muy largo, Beomgyu, ¿No piensas cortarlo? —Negué. —Ya casi te llega a los hombros.

—Por ahora me gusta así. —La miré y ella apretó más mis mejillas.

—Voy a llorar sí sigues creciendo.

Se separó de mí y yo reí. Mi madre solía ser muy cariñosa conmigo... Y muy sentimental.

—No puedo dejar de hacerlo. —Sonreí cuando ella rodó los ojos.

—Sí, sí. —Agarró su mochila y me miró. —Avísame si necesitas algo, sabes que puedes llamarme en cualquier momento.

—Sí, má.

—Te aviso apenas llegué, cuídate mucho. —Beso mi frente. —Te amo.

—Y yo a ti, cuídate.

Me despedí con la mano y ella salió rápidamente. Me quedé mirando hacia la puerta unos segundos y después volví la mirada al cereal, para darle una última cucharada.

Recogí el plato y lo dejé en la cocina. No había forma de que me quedara despierto, iba a volver a dormir, los ojos me estaban pesando más que nunca. Lo de anoche no había funcionado, porque después de enviarle los mensajes a Lena no pude dormir. No era por ella, simplemente el sueño se me quitó en esos momentos y me la pasé más de una hora dando vueltas en la cama.

Entré a mi habitación y me tiré a la cama, envolviéndome entre las sábanas, sintiendo como el calor me abrigaba otra vez. Me tome unos segundos para tomar mi teléfono y mirar si Lena había respondido algo, cosa que no era probable porque era muy temprano. Deje el teléfono a un lado y abracé la almohada que estaba acostumbrado a abrazar todas las noches, dejando mi cabeza ahí. Empezando a sentir como el sueño me llamaba.

LOVING YOU IN SILENCE | CHOI BEOMGYU •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora