2.3. Amar

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Moscú, Rusia 1989

Se derritió en su toque, mientras lo sujetaba fuertemente, tratando con toda su desesperación palpar el momento y extasiarse de la dicha y complaciencia que él, tontamente, creyó como amor. Lo tomó por la nuca y abrió aún más sus labios, fundiendolos con los contrarios que lo besaban con fuerza. No quería dejarlo, no quería alejarse de aquello tan cercano a lo que sintió como amor.

Cuando una discusión se volvió un tormento de besos, supo inmediatamente que, por más que lo rechazara, siempre volvería al lugar donde más le hicieron daño. Y no entendió eso, no pudo comprender la inestabilidad y dependencia malsana que había desarrollado con el pasar de los años después de la pérdida de su amante. No fue consciente de las desparramadas de dinero y alcohol en ese tiempo, justo cuando vivió la euforia de los años 20', e igualmente la depresión post a esos felices años. Estaba tratando de conllevar ese dolor en su corazón y gran decepción consigo mismo por haber sido tan tonto. Su alma lo ansiaba, lo estaba esperando, y él, como un ciego seguidor, fue persiguiendo su rastro hasta encontrarse con él.

Dolió, dolió bastante, pero tanto él como su alma estaban confundidas por el cambio drástico de comportamiento. Cuando el cariño se transformó radicalmente en dolor y pesar supo que no era el mismo con el que había compartido tantos momentos juntos. Y aún así, estaba chocando sus labios con un amor desbordante e igualmente dudoso, apretando sus cuerpos, anhelando el toque contrario.

El beso no fue para nada dulce; fue una extraña y engrosante combinación de necesidad, dureza, lujuria y dolor. Y aunque se percibió un toque de amor, fue rápidamente empañado por la brusquedad con la que se desarrollaba. Brazos apresurados y aprehemiantes sostuvieron su cuerpo y lo recostaron en la pared con dureza, que le hizo exhalar y respirar agitado en los labios que rozaban los suyos. El beso siguiente no se hizo de esperar, y cuando el libido de los toques creció rápidamente, URSS los guió hacia la cama llena de sábanas desordenadas y hechas jirones, con el fin de tumbarlo y meterse en medio de sus piernas, enterrándose en la calidez de su cuerpo y absorbiendo su aliento pesado.

Respiró agitadamente y lo tomó por los hombros, acariciando con afecto sus brazos y trazando círculos cariñosos en el grueso abrigo soviético. A pesar del frío que hacía en tierras rusas, el socialista no se había soltado queja alguna sobre cómo sus prendas fueron retiradas y el frío aire de la habitación abrazó su cuerpo, quitándole la tan ansiada calidez que el pueblo exigía. Pero todo esto fue totalmente olvidado cuando sus abrigos también fueron privados y el cuerpo más grande lo aplastó con necesidad, compartiendo el calor corporal ajeno.

Se quedaron por un momento así, presionandose y respirando pesadamente contra el otro, hasta que los labios del más alto lo volvieron a buscar, besando con necesidad su cuerpo. Ninguno de sus besos ni atenciones fueron cariñosas o tan siquiera cuidadosas. El término de "hacer el amor" estuvo tan alejado de lo que realmente pasó. Fue una serie de movimientos y acciones desestresantes que pasaron de lo más lento, pero pesado, hasta lo más rápido y duro.

Durante horas, chuparon y mordieron su cuerpo con fuerza, marcándolo con ciertos aires de dominio e ira. Su piel intacta y perfecta fue considerablemente manchada por marcas y mordidas, como un increíble desastre de pintura en un lienzo blanco. Ningún lugar de su cuerpo fue ajeno a sus atenciones ciertamente particulares. Lo tomó por los muslos y lo elevó hasta su boca, en donde fue arruinado por completo. Más temprano que tarde, su piel pristina fue maculada por las manos de un ser a quién juró odiar. Lo peor de todo tal vez fue totalmente consentido, y tal vez eso es lo que lo hizo doloroso.

No hubo momento en el que el acto carnal pasara a  ser otra cosa más que eso, un acto carnal. Sabía que esto fue para desestresarse un poco con las tensiones que hubieron durante casi medio siglo, sin embargo, tal vez estuvo mal esperar algo más que un simple y lujurioso acto. Sin sentimientos aprehemiantes de por medio que destruyan corazones y dañen almas. Tan sólo sexo.

𝙏𝙚 𝙘𝙤𝙣𝙤𝙘í, 𝙏𝙚 𝙘𝙤𝙣𝙤𝙯𝙘𝙤 | RusAmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora