La música estridente resuena a la distancia en las calles vacías. El sonido de sus botas altas con tacón suena haciendo eco entre la oscuridad de la noche. La música se hace más audible mientras las luces de neón atrevisan la negrura de la noche. Completamente de negro, sus ojos color miel se perfilan hacia la puerta frente a ella donde el cadenero la observa; sus facciones suaves en el rostro y con curvas peligrosas en el cuerpo. Se acomoda su melena marrón hacia atrás dejando que caiga por su nuca como una cortina y al frente acaudalado como la melena de un león.
Le abren la puerta dejando ver el interior del antro, cientos de jóvenes como ella contoneando el cuerpo al son de música electrónica y bañados en neón parpadeante. Ella se abre paso entre la pista de baile. Quizá era por su falda con dobladillo en diagonal que dejaba al aire uno de sus muslos o el generoso escote de ventana que dejaba ver las medias lunas de sus copa C, tal vez eran sus gruesos labios rojos contrastando con el negro de su vestido o tal vez era la mezcla de todo caminando con gracia entre los boquiabiertos con indiferencia. Ella salió de la pista, pasó por las mesas, la barra y finalmente subió al segundo piso por una escalera de caracol.
Desde el balcón podía verse la pista de baile y las mesas de media luna del área vip. En esas mesas había pasión en todas formas; besos de tres, parejas al lado de otras, hombres con hombres y mujeres con mujeres. Pero el preámbulo de la excitación no pasaba en esas zonas, pasaba únicamente en las casetas vip por un precio razonable.
Tiffany caminó por un pasillo iluminado por neón púrpura, algunas mujeres y hombres pasaban a sus lados, unos con ropa suelta y otros con sus manos cubriendo lo más importante. Pero había éxtasis, sudor mezclado con tabaco y olores de amor consumado. Se paró frente a una puerta cerrada, habían risillas del otro lado aún audibles con la música haciendo eco en la lejanía, abrió la puerta de forma estrepitosa.
—¡Perdón, estoy buscando el baño!— dijo interrumpiendo a la pareja adentro.
El hombre se puso de pie, feliz de ver una chica llegando en el momento justo. Tiffany se mordió los labios al ver el torso cincelado del hombre, media 1.90 y tenía el cabello cubierto de gel.
—¿puedo pasar?— preguntó mientras mordía su uña de forma coqueta.
—claro, cariño— dice el hombre con tono seductor.
La otra chica emite una trompetilla y evade la mirada ante está declaración. Tiffany trata de ser amable dedicando una sonrisa y levantando la mano en un saludo pero la otra mujer le desprecia. Tiffany se sentó junto a ella mientras el hombre se sentaba del lado contrario de su compañera. Mientras la noche sigue su curso, el hombre mostraba claro interés en Tiffany eclipsando a la otra mujer, ni su escote con encaje rojo ni sus pantorrillas torneadas al aire eran rival para los ojos ambarinos de Tiffany.
La velada continuó su curso mientras las botellas de vodka rodaban vacías por el piso, el tono de Tiffany y el hombre se hacían más picantes mientras la mujer de al lado mostraba una furia fulgorante en sus ojos negros. La madrugada llegó y Tiffany hizo su movida.
—amor, ¿Por qué no vas por más licor?— pidió Tiffany pasando su mano sobre los hombros del hombre.
Cómo hechizado, el hombre accedió y salió del lugar dejando a las chicas solas. La mujer junto a Tiffany se acomodó su cola de caballo dorada detrás de los hombros y la miró con el ceño fruncido mientras cruzaba los brazos.
—¡Estás arruinando mi cena!— dijo la rubia bastante seria.
Tiffany no pudo evitar soltar una risilla.
—lo siento Yari, sabes cómo es este negocio— dijo alegre cruzando las piernas— no podía esperar para decirte que me ascendieron— dijo con media sonrisa.
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Tiffany AND The Bad Bellies
General FictionUn grupo de asesinas altamente eficientes se encargan de sus objetivos con voracidad