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5:30 am. Tiffany abrió sus grandes ojos cafés antes de que la propia alarma suene. Sin tanto rodeo entró al baño desnudándose y entrando a la regadera, el agua fría tensó su curvilínea figura mientras oía el agua caer. Al frotar con la barra de jabón notó cierta dilatación en su abdomen, no, una panza de metro y medio estaba debajo de sus pechos ocultando sus pies. Talló esa zona con gran fuerza haciendo que el contenido se agite chapoteando mientras se bañaba.

Al salir se miró al espejo, sus ojos se veían cansados y su cabello seguí mojado tiniendose de un tono negro profundo. La sed extrema y el mareo eran síntomas molestos de la resaca, pero aún así no se borraba su sonrisa traviesa de la noche anterior. En el centro de su esférico vientre brillaban dos diamantes; uno brillaba desde el interior de su ombligo con un tomó azul y el otro estaba separado por un pliegue de piel a milímetros sobre este brillando con un tono más blanquecino.

Una burbuja de gas subió desde su estómago obligándola a eructar fuertemente, para su sorpresa salió disparada frente al espejo un collar de conchas cubierto en saliva. Tiffany tomó esa prenda y la examinó, una tira de hilos tejidos negros entrelazando unas conchas blancas. La lavó y sin dudarlo se la puso en el cuello. Un segundo eructo la hizo escupir un cinturón con una hebilla plateada con un cráneo con adornos tribales.

Esos accesorios eran suficientes para su nuevo look. Tiffany salió usando una blusa blanca con un hombro al descubierto y unos pantalones negros rasgados apretando sus gruesos muslos dejando al descubierto su rodilla. La luz del sol aparecía tímidamente por el cielo de madrugada dando un tono naranja al mismo. Caminó por las calles poco transitadas de la zona cerca de la playa, mientras más avanzó se dio cuenta que su cuerpo absorbió los nutrientes que quedaban dejando su barriga totalmente lisa. Al ver esto, se levantó la blusa y notó la línea del alba bien marcada en el centro de su abdomen al igual que las líneas laterales.

Y al ver su cintura estrecha decidió dejarla al aire. Después de avanzar unas calles llegó a una plaza comercial y decidió entrar para comprar un café. Subió por las escaleras eléctricas teniendo una vista global de toda la plaza, el galerón techado mostraba a los puestos de diferentes artículos a los lados, una pista de hielo en el centro refrescaba el lugar sintiéndose más en su barriga expuesta; incluso el metal de su piercing se heló pero esa sensación podría solucionarse con el café tibio.

La cafetería, leal a su trabajo desde las 6 am; Tiffany ingresó por la puerta de vidrio parándose frente al mostrador, un café sencillo. Se le sirvió y entregó mientras ella pagaba pero para su sorpresa apareció Carla usando una playera gris y un pantalón negro debajo de su chamarra de mezclilla desgastada. Saltó el mostrador y entró corriendo pero la chica que atendía a Tiffany la reprimió.

-¿Nuevamente tarde?- preguntó enojada la encargada.

-tuve problemas para llegar- dijo Carla agachando la cabeza.

-solo te lo voy a decir una vez- señaló la mujer levantando la voz, Carla se vio obligada a bajar los hombros- ¡Un retardo más y estás despedida!- regañó mientras le daba el cambio a Tiffany.

-entendido jefa- dijo con un hilo de voz.

La jefa se fue a la oficina mientras le entregaba el mandil a Carla la cual seguía con el rostro famélico y la cabeza gacha. Tiffany quería saludarla pero Carla apretó los puños y dientes con enojo.

-el enojo podría causarte cólicos- dijo Tiffany tratando de romper el hielo.

Carla suspiró hondo y se calmó.

-¿Nos vemos en el gym?- preguntó amable Tiffany.

-solo van al gym aquellas que no pueden fortalecerse por si mismas- dijo Carla de forma despectiva poniéndose el mandil.

Tiffany AND The Bad BelliesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora