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Las luces no paran de tintilar ni la música de sonar. La noche era joven al igual que los asistentes de aquella fiesta. Tanto Tiffany como Yari observaban todo desde el balcón del segundo piso, había tanto por degustar en aquella mansión oscura iluminada esporádicamente por las luces del show. En los largos pasillos había gente platicando, hablando de sus disfraces o coqueteando. En algunas habitaciones habían personas intimando.

En la parte exterior del patio había un enorme estanque con una fuente de agua cristalina, algunos se daban chapuzones en ella y otros jugaban con cerveza en el patio tapizado de pasto. Las dos chicas estaban sentadas a gusto en una mesa frente al balcón viendo a sus futuras víctimas y bebiendo cerveza.

—¿Cuál se te antoja para empezar?— preguntó Yari apoyando el brazo en el balcón.

—algo ligero, ¿Que tal esa banana?— señaló al tipo vestido de plátano en la pista de baile.

Ese tipo no duró mucho. La conejita lo tacleó desde atrás con su abultada barriga lanzandolo al frente y luego rebotando en el abdomen hinchado de la diabla frente a él. Ambas lo aplastaron con sus estómagos y luego le sacaron el disfraz dejando al hombre caucásico en ropa interior. La coneja tomó sus piernas y la diablita la cabeza. Ambas comenzaron a engullirlo con gran facilidad hasta que sus labios chocaron en el torso del tipo.

—¿Quienes son esas perras?— preguntó Tiffany algo enojada.

—son otras chicas prometedoras como tú— respondió Yari mientras sorbia de su cerveza— ¿Celosa?— preguntó al ver el ceño fruncido de Tiffany.

Tiffany apartó la mirada de la pareja y chistó los dientes.

—de lo único que me dan celos es que ellas ya comieron y yo no— dijo apoyando los codos en la mesa.

—pues que bueno, puede que ellas sean tus aprendices— dijo Yari estoica.

—¿Entrarán a killer bite?— preguntó curiosa Tiffany.

—las he seguido toda la noche, aceptarán si se los propongo— respondió Yari.

—Ya somos muchas, ¿no cree?— preguntó Tiffany algo preocupado.

—¿Tienes miedo de perder tus lujos?— bromeó Yari.

—¡No es eso!— atajó algo torpe— es solo que...—.

—¡Grooooooowl!— tronó en el vientre de Tiffany.

—para el estómago nunca son muchas— dijo Yari con una sonrisa.— se como te sientes, a veces hay que reducir la competencia— guiñó un ojo.

—eso es inmoral— dijo Tiffany.

—¿Y qué?— preguntó Yari— no sería la primera vez. Además...—.

—¡Urrrrrrr!— se sacudió el abdomen de Yari.

—aqui es comer o ser comido. Y tengo mucha hambre—.

Ambas se pusieron de pie y se miraron fijamente.

—lo dices como si yo también fuera comida— dijo Tiffany algo reservada— somos amigas ¿Verdad?—.

—para mi lo eres pero para mí estómago— se dió unas palmadas en el abdomen— a él no le importa—.

Tiffany se sintió algo desaireada.

—¡Disfruta la noche!— dijo Yari —voy por unos bocadillos— se despidió.

Cuando Yari se fue Tiffany se apoyó en el balcón viendo a aquellas chicas, sus panzas medían casi cuatro metros y ambas chocaron los puños y se frotaron los vientres mutuamente. Ella se sentía celosa de eso, pensó en Dafne, ¿dónde estará, que hará? Ella volteó la mirada, sentía ese hueco en su estómago pero no quería comer, se sentía deprimida. Pensó por un momento en Karla, se frotó la cintura y se puso a reflexionar sobre eso. Era su amiga y se la comió.

Tiffany AND The Bad BelliesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora