CAPÍTULO 22

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El lunes, ya de regreso en Miami, María José y Daniela retomaron sus labores habituales, mientras esperaban el día de la cita en la clínica de fertilidad para efectuar el segundo intento de inseminación.

A decir verdad, los días de esas semanas, comenzaron a hacerse eternos para Daniela; no sólo por la perspectivas del tratamiento para quedar embarazada, sino por las múltiples asignaciones universitarias que habían mantenido a María José muy ocupada, incluso durante el receso de primavera en que no tenía que asistir a clases; al punto, que no habían podido almorzar juntas ni un solo día, y en tres oportunidades, María José había llegado a casa bastante tarde en la noche, después de Daniela.

Ella estaba comenzando a echar de menos a María José; y mientras lo hacía, no podía evitar sentir aprehensión, sabiendo que su novia, en esos días, estaba compartiendo más tiempo con sus compañeros de clase que con ella. No era posesividad la razón de su incomodidad, sólo era inseguridad, sus miedos , sus viejos fantasmas deambulando alrededor de su cabeza, recordándole los riesgos que corría. Al fin y al cabo, su exmarido le había sido infiel con una compañera de clases mucho más joven que ella, cuando él decidió estudiar un posgrado.

Después de una jornada bastante pesada en la clínica, Daniela salió al anochecer hacia su casa. Lo único que deseaba era llegar y encontrarse con María José, compartir con ella una cena, hacer el amor, quizás. Sin embargo, cuando abrió la puerta de acceso a la cocina desde el garaje, se dio cuenta que María José no estaba sola; aunque no podía distinguir sus rostros desde la entrada, Daniela se percató que ella estaba reunida con algunos compañeros de clase.

En cuanto entró a la casa y María José notó su presencia, ella se paró del sofá y fue a su encuentro, la recibió como siempre, con una sonrisa, un cálido abrazo y un breve beso en los labios, mientras le decía.

- Hola mi ángel. Disculpa por la "invasión", mis compañeros y yo estamos haciendo un trabajo que nos asignaron por grupo en la universidad, tenemos que entregarlo pasado mañana. Yo pensé que a estas horas ya deberías haber terminado, al menos lo que estaba pautado para hoy, pero no ha sido así, tuvimos algunos retrasos. Lo siento, espero que no te moleste.

Sintiéndose desilusionada, Daniela respondió con toda la sinceridad que fue capaz de expresar.

-No María José, no me molesta, ésta también es tu casa, y lo sabes; sólo que estoy un poco cansada y quería compartir un rato contigo; pero está bien, voy a subir a la habitación para darme una ducha y relajarme un poco, así le doy espacio para que puedan culminar.

A María José no le agradó su expresión, ella sabía que Daniela añoraba llegar a casa y encontrarla allí, ese era uno de sus momentos preferidos del día; el momento preferido de ambas, en realidad, verla así, agotada, sin poder darle un momento lo que merecía, la hizo sentir un poco mal, por ello dijo.

-Lo siento mi amor; trataré de terminar lo antes posible para subir a acompañarte; yo también quiero estar contigo.

-Vale.

-Compramos pizza y te guardé dos porciones; si quieres, te los llevas arriba; pero antes de subir, me gustaría presentarte a mis compañeros, ¿vale?

Daniela asomó una pequeña sonrisa; de cierta forma le agradó que María José tuviera ese gesto con ella.

-Sí, preséntamelos.

Sin soltar su mano, María José llevó a Daniela hasta el salón. En el mismo instante en que miró al sofá y vio a la pelirroja sintió una incomodidad apoderarse de ella.

-Les presento a mi novia, la Dra. Daniela Calle.

Uno a uno, los compañeros de María José se turnaron para ofrecer su mano a Daniela. Peter, Fernanda, Katherine y por último, Lucy, la pelirroja. Daniela notó cómo Lucy la miraba de arriba a bajo mientras se saludaban, sin disimulo alguno; y luego, cómo desvió la mirada a María José. Fue un destello, tan solo un instante, pero Daniela confirmó lo que ya sabía, era más que obvio: María José le atraía.

El Amor Va Por Dentro [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora