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Llevaba en carretera unas horas cuando me puse a pensar en lo difícil que era estar solo tanto tiempo,y no entendía como había personas a las que les podía gustar solas tanto tiempo.

Había estado solo desde que Akaashi no estaba, siempre habíamos sido muy unidos, o al menos desde que lo conocía.
Parecía poco tiempo 4 años desde que lo conocía, pero habían bastado 2 meses para perderme en su belleza, Keiji era hermoso. En todos los aspectos que lo viera, era lo más increíble que iba a conocer nunca...
Estaba realmente enamorado de él.

Desearía haber tenido tiempo de decirlo...

Recordé también como fue al principio para mí, había pasado por una crisis económica y emocional. Lo segundo que pasó fue ver cómo todos lo dejaron pasar como si no fuera nada, pararon de buscarlo, solo quedaban sus padres, y yo. Aunque ellos aún tenían que viajar de un lado a otro por trabajo como era costumbre. Mi abuelo fue quién más tuvo comprensión, me había repetido varias veces que no hiciera caso de la gente agena a la situación. Pues así nunca lograría volver a ser feliz, que debía seguir a mi corazón, pues lo que este dictara siempre iba a ser lo correcto.

"Te puedo dar dinero si lo necesitas. Él es el indicado, no? Pues nunca lo dejes."

"¿Tú no vas a juzgarme?"

"No Kotaro, el amor es algo que no debe ser juzgado."

Esas habían sido sus palabras, sabía que el abuelo me esperaba con buenas noticias.
Aunque se encontraba bastante enfermo.

Iba comiendo un Pocky de fresa cuando una llamada de Kuroo me sacó de mis enrrollos.

—¿Bro?—Le hablé, respondiendo por el altavoz del auto.—¿Está todo bien?

—Hermano, nunca estuve tan feliz en mi vida...—Habló en un tono bajo pero se oía su clara emoción.—Estoy en la morgue...

Me había respondido eso como si fuera cualquier cosa. Me sentía tan confundido...

—¿Qué carajo contigo? ¿Por qué alguien estaría feliz en un lugar como ese?—Le pregunté, me estaba irritando.

Él soltó una risa estruendosa pero la calló al momento, como si estuviera delante de muchas personas...

—No es él, tenías toda la maldita razón... Es muy parecido pero claramente no es él, y sus manos son diferentes... cómo pequeñas.

—¿Y tú cómo sabrías el tamaño de sus manos?! Por dios, te dije que no era. Aparte, me dijiste que me creías, ¿que tendrías que hacer ahí?—Le pregunté, estaba un poco exaltado.

El volvió a reír, y de fondo se escuchó a Kenma callándolo de forma poco amable.

—No me malinterpretes, simplemente me había comentado que sus manos eran más grandes que las tuyas... bueno, a mi no, a Kenma...—Respondió él, tan apasible como podía estar.— y vine a revisar porque Kenma me obligó, estaba muy preocupado... no le digas que te dije esto.—Susurró, en un tono divertido.

No pude evitar una sonrisita de alivio, la verdad era que me daba mucha esperanza que Kuroo me dijera eso... Me sentía cerca.

—Muchas gracias... Siempre me has apoyado en esto y mira ahora en dónde estás... prácticamente arruiné tu vida.

Kenma en el fondo había gritado que le iba mejor esto de no tener que socializar con nadie. Kuroo soltó una risa incrédula.

—Sabes que no es así, Kenma y yo somos felices con esta vida. Date prisa que ya solo falta Akaashi.—Bromeo él. No solía bromear respecto al tema..

—Mhmm, gracias.— le volví a decir.
—Ya te voy a dejar porque voy entrando a la cuidad. Cuidense.

—Cuidate mucho, hermano.—Soltó, en un tono bastante serio.—Mucha suerte.—finalizó como despedida.

Después de eso cortó la llamada, dejando que me adentrara en mis pensamientos una vez más... Había pasado la última caseta 5 minutos atrás, quería decir que en unos 15 estaría en la cuidad. No quería demorarme mucho aquí así que primero haría el trabajo. Había rentado una habitación de hotel, por lo que dejaría mis cosas e iría a seguir el paso se Nakahura.

Me gustaban este tipo de encargos porque podía usar tirantes en las camisas de vestir que me veía obligado a llevar siempre.
Mi papel como un "sicario" se hacía interesante, y se veía más serio.

Una vez llegué al hotel ordené una hamburguesa y preparé las cosas que llevaría. Iba de un lado a otro con la hamburguesa en mano. Sempre llevaba un arma de repuesto en el coche pero más valía prevenir las cosas.

A veces me gustaba viajar y comer mientras cantaba, pero mi cosa favorita de tener que hacer viajes largos, siempre iba a ser mi carro.
Lo había comprado con un poco de dinero de Kuroo y de Kobayashi -mi jefe- que ayudaron sin dudarlo para que no tuviera que viajar en trenes. Aunque yo había puesto la mayor parte, no era un carro barato.

Un lindo Mercedes Benz de clase A en un color negro, me esperaba todas las mañanas para ir a trabajar.

Era motivación pura.

Iban a ser 5 meses ya desde que había entrado aquí, y no tenía realmente malas experiencias. Después de que perdí a Akaashi me había vuelto un poco insensible a las cosas que me pasaban. Cosa de la cuál no estaba orgulloso.

Recordaba una vez que tuvimos que tomar la casa de un traidor porque había matado a 15 hombres, entre ellos compañeros de Kuroo y queríamos sacarle información de quién lo había mandado y cómo sabía exactamente dónde íbamos a estar si era información clasificada, ni él debía saberlo. Por lo que él también iba con nosotros junto a 13 más.

Parecían muchos pero al momento del riesgo, parecía no haber nadie más quién estaba a tu lado cuidando tu espalda.

Eran momentos en los que tu vida entraba en una cuerda floja, no era un sentimiento especialmente bueno. Pero la adrenalina que esto te daba, era una no muy buena excepción. Aún así aprendí a disfrutarla.

Looking for AkaashiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora