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Esa mañana Jimin se habia aparecido en su hogar a las exactas nueve de la mañana. Yoongi se habia despertado por la tranquila voz de su madre informándole de la presencia del rubio, lo cual resultaba extraño ya que de todas formas se reunirían en su hogar al llegar las dos de la tarde.

—¿Sucede algo? Preguntó bajando las escaleras aun en pijama, después de todo también era una de manga larga debido al frio.

—En realidad no, es solo que... —el rubio jugueteo con sus dedos y la miraba baja, luciendo triste y hasta indefenso, una imagen extraña en alguien como Jimin—. Quería ver si estabas bien, y talvez también desayunar juntos.

No cabía duda ahora, pero igual no lo diría en voz alta. En su lugar, solo suspiró fuertemente y asintió—. Iré a lavarme la cara y regreso a preparar algo —sin tomar en cuenta que su madre ya incluso habia preparado el desayuno. Esta solo le miró con una ceja alzada desde el lavatrastos, pero se tranquilizó al saber que su hijo quería preparar algo personalmente para su amigo.

¿Amigo?

Miró dudosa a Jimin, quien se cohibió rápidamente por la analítica mirada de la mayor, pero esta le sonrió al darse dos vueltas completas, satisfecha—. Iré a despertar a Jinny, estas en tu casa Jimin —el menor solo asintió mirando como Chaerin se retiraba de ahí rumbo al segundo piso.

Pensaba que talvez habia ido demasiado temprano para ser domingo, pero no haber visto a Yoongi durante la tarde del viernes y todo el sábado le habia puesto inquieto. Desde descubrió aquellas cicatrices en su muñeca no habia podido evitar preocuparse por él, por como se sentía, si comía bien; pero más le inquietaba preguntar que tan recientes eran. No podía hacerlo, así como así.

Pensaba que probablemente las personas a su alrededor no se habian preocupado por el chico tanto como quisiera, como se notaba que lo dejaban de lado para todo, lo tachaban de pandillero sin siquiera conocerlo. Realmente ni siquiera tiene la finta, pero las personas son groseras y juzgonas.

Pese a todo, en su hogar se notaba un ambiente cálido, familiar y cómodo para cualquiera que lo viera de lejos, pero tampoco sabía el trasfondo.

¿Es que acaso habrán sido así siempre?

Eso le preocupaba mas de lo que debería.

—¿Estas bien? —el pelinegro aun en pijama se posó frente a sus ojos—, parecías perdido ¿todo en orden? —y entonces Jimin pudo darse cuenta de se brillo inmenso en su mirada, de esa calidez en su voz, en su relajada expresión facial.

Sin siquiera pensarlo, le habian dado ganas de llorar, pero ni siquiera sus ojos se habian alcanzado a llenar cuando se lanzó a los brazos del pálido, siendo inmediatamente recibido.

—Buenos días Yoongi hyung —y Yoongi realmente no entendía lo que pasaba, solo tomó al rubio fuertemente de la cintura y asintió.

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Exactos cinco paquetes de carne ya esperaban pacientes en la hielera en la mesa del comedor de la familia Park, esperando a que el señor del hogar lograra, junto a su hijo menor, colocar el asador.

—Sigue quedando al revés —el menor bufó harto que no supieran que hacían mal.

—¿No era así?

—Papá, esto tiene que cerrar, no girarse hasta el cielo —respondió con obviedad al ver como al girar la perilla, la puertita no giraba hacia adentro y encerraba el comal, sino que giraba formando un gran s hacia arriba.

—Les advertí que no debían desarmarlo, ahora encuentren el instructivo —les regañó Inna con las manos en su cintura desde la entrada al patio trasero—. Meteré otra vez la carne al refrigerador, pero las salsas las quiero hechas en media hora —declaró como ultima instrucción antes de ver como su esposo regresaba al pequeño armario detrás de las escalares para buscar la caja del asador con el instructivo.

El Chico Que Me Gusta [Yoonmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora