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Los sentimientos auspician a los corazones de cada alma, el amor es el que normalmente más abunda en el de un enamorado. Sin embargo, la mente tonta suele dudar mucho con el sentir del contrario; talvez a eso se debía la confusión que manejaba el cuerpo de Jimin en estos momentos.

En definitiva, sabía que estar cerca de Yoongi lo descolocaba por completo, pero no tenía idea de lo que significaba o si eso que le hacía sentir era algo bueno; su vaga idea de que comenzaba a gustar de su mayor le estaba comenzando a sonar como algo bastante creíble, ya que d aquella nube verde estaba bien seguro que no se asemejaba mucho a la de su cabeza. Y más ahora, mientras observaba a Yoongi tan concentrado comer de su bandeja de comida aquella porción de pizza sin sabor de la cafetería escolar, tan distraído en cada mordisco que no se daba cuenta de los fijos ojitos que le admiraban con duda, o eso creía el rubiecito. A sus ojos Min era apuesto, demasiado, su personalidad era bien la de un perro rabioso al molestarse, pero cuando le ayudaba, cuando tenían largas platicas, Yoongi simplemente era alguien un poco amable, incluso tierno hasta cierto punto, aunque podía ser cerrado con sus asuntos, eso y que aún no descubría porque vestía siempre sudaderas de colores sombríos y nunca se las quitaba. Era algo que le daba curiosidad, pero habia aprendido a no indagar de más.

—¿Quieres pizza acaso? —preguntó sin mirarlo, solo siguió comiendo tranquilo causándole un gran sonrojo al menor—. No, no, perdón —se ocultó tras su propia rebanada, haciendo un gesto de asco al probarla.

—El sabor no es tan malo, no seas tan delicado —sonrió de lado con la boca aun cerrada y sin dejar de masticar.

—Nunca debieron cambiar a la señorita Woo, ella siempre cocinó tan delicioso —puchereo el rubio al ver con tristeza su simple comida del día. Nunca fue tan fanático de la comida de la cafetería, pero en especial ese día estaba odiando la comida de esta. Será que ya se habia acostumbrado a salir a comer por diferentes restaurantes en compañía del mayor.

—Yah, deja de lloriquear —Min le dio un pequeño golpe en el hombro antes de dar por terminada la comida y tomar su mochila—. Es hora de irnos.

—¿A dónde?

—Iremos rápido al centro comercial —respondió simple y comenzó a caminar siendo inmediatamente seguido por el menor, a quien no le importo dejar a medias la rebanada de pizza.

—¿Compraras algo?

—Necesito comprar algunas cosas para hacer algo en casa —no dijo más y solo se limitó a asentir para salir junto con él de la institución. Después de todo ya no tenían clases pendientes.

—¿Te saltaras tu castigo de hoy? —preguntó con duda el menor al recordar ese gran detalle.

—El director ni siquiera esta hoy en la escuela, si no lo dices no se dará cuenta —y asintió no muy convencido, pero siguiendo a Yoongi hacia la parada de autobuses para esperar el que correspondía, y aunque no tardo mucho Jimin habia sentido que paso una eternidad sentado en aquella banca junto a Yoongi en silencio. No estaba incomodo, para nada, solamente que los segundos que ahora compartía con el mayor se le hacían una eternidad.

Ventaja o desventaja, eso aun no lo decidía.

Una vez dentro del transporte público, tomaron asiento uno junto al otro, incluso pegando sus hombros al extremo de no dejar espacio entre ambos. Eso resultaba sumamente extraño para ambos, pero ninguno dijo nada. No eran conscientes del extraño revoltijo que causaban en la cabeza y corazón del contrario, solo queriendo que el contacto durara más tiempo. Lastimosamente el centro comercial no estaba tan retirado del instituto, así que llegaron ahí con rapidez.

—¿Ahora a dónde? —cuestionó con duda sin saber realmente a donde caminar. Sujetó con fuerza las correas de su mochila y lo miró esperando una respuesta, en cambio Yoongi solo suspiró y comenzó su andar hacia las escaleras eléctricas para ir al segundo piso sin decir nada, pero sintiendo la presencia de Park que le seguía de cerca.

El Chico Que Me Gusta [Yoonmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora