Capítulo VIII: Regresión
Ikki se había quedado estupefacto ante la petición de Kanon, el cuál seguía arrodillado, haciendo caso omiso de los temblores y la lava que estaba supurando a su alrededor.
- ¡Sabes por experiencia lo que implica este ataque! Pueden aflorar tus peores temores, tus propios miedos te pueden paralizar hasta dejarte en coma...Puedes revivir atrocidades que tu subconsciente ha mantenido ocultas a lo largo de los años...
...Defteros...Defteros...
Kanon se había puesto en pie con dificultad, pero sin disminuir ni un ápice un abrumador derroche de cosmos que fue alimentando sus ojos con toda la determinación que poco antes habían perdido.
- Tú lo has dicho, Ikki. Lo sé por experiencia.- Respondió Kanon, sintiendo como dolía su voz al traspasarle la garganta percibiéndola ajena y gutural.- No hace mucho no dudaste en atacarme con esta técnica...- el inconfundible cosmos de Géminis fue disminuyendo de intensidad, y el volcán pareció ir recuperando la calma mientras el magma retrocedía a las entrañas de la tierra lentamente - -...y no tienes por qué dudar ahora. Hazlo Ikki. Por favor...no hagas que te obligue a ello...
La mirada que Kanon clavó en Ikki no guardaba ni un atisbo de vacilación, aunque alguna lágrima aún se atrevía a traspasar la insana barrera de su impuesta determinación. El Fénix le sosyuvo la mirada unos largos instantes, dudando en secreto si ejecutar la petición o simplemente largarse de allí e ir a buscar reposo en otro lugar. Pero los enrojecidos ojos de Kanon le mantenían amarrado a esa tierra que palpitaba sufrimiento y dolor, y un extraño sentimiento de respeto y honor consiguió que el Ave Inmortal vadeara sus dudas y finalmente accediera a satisfacer esa inesperada petición.
- De acuerdo, lo haré.- Admitió al fin, sin desviar su azul mirada de los asustados ojos de Kanon.- Pero si veo que tu vida peligra...o la integridad de la isla es amenazada, lo detendré de inmediato.- Respondió Ikki con firmeza, alejándose unos pasos de la posición de aquél guerrero que una vez enfrentó y otra ayudó.
- ¡A la mierda la isla! ¡Atácame de una vez! Ya no es una petición, Fénix...¡es una orden!
- Está bien, tú lo has querido...- Ikki levantó su dedo índice y apuntó justo en el centro de la sudada frente de Kanon, que había cerrado los ojos con fuerza, esperando el golpe - ¡Hōō Genma Ken!
...
...
Oscuridad...
Oscuridad absoluta...Silencio aplastante. Unas tímidas voces infantiles empezaron a llegar a los oídos de Kanon. Él mismo se reconoció en esas voces, y también reconoció a Saga en su edad más tierna.
Juntos...
Siempre juntos, siempre alegres, siempre compitiendo en ser uno mejor que el otro, y siempre acabando igualados en todo. Kanon no era un espectador de esa ilusión, la estaba viviendo en primera persona, confinado en ese cuerpo de niño al que todavía le quedaban muchos años para ser adulto. Pero algo interfería esos recuerdos. Algo no encajaba en la apreciación de esa antigua realidad...
Saga no tenía los ojos del color verde del intenso mar. En la afloración de estos recuerdos los lucía azules, y todo lo que los rodeaba parecía pertenecer a otra época. Pero los chiquillos que correteaban entre pinos y olivos, riéndose ajenos al atroz futuro que aún no conocían, eran ellos dos. De éso Kanon estaba seguro.
El recuerdo del momento en que los enviados del Santuario los reclutaron porqué las estrellas habían designado al futuro Caballero de Géminis no tardó mucho en llegar. Recordó el desagrado con el que descubrieron que no era uno, sino que llegaban dos. Y revivió como pocos días después de su llegada una repugnante imposición recayó sobre él:
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La Recompensa de la Redención
FanfictionKanon es el único de todos los dorados que ha sobrevivido a la guerra contra Hades, y su verdadera misión está a punto de comenzar. Será el encargado de levantar el nuevo Santuario. Tendrá lugar su mayor batalla, pero no será en la arena, sino consi...