Un pesado silencio había caído sobre los dos. Ikki se quedó sentado cerca de Kanon, observándole, esperando alguna señal que le dijera que Géminis encontraba en este mundo y no en el otro. Aunque ese trance de mudez e introsoección le impacientara sin medida, sabía que la visión experimentada había sido desgarradora.
Kanon necesitó tiempo para ir recuperando la compostura lentamente. El llanto finalmente había desaparecido, pero alguna solitaria lágrima todavía se escapaba de sus perdidos ojos.
Impecable, la noche les cubrió presentándose acompañada por densas nubes. Un relámpago quedó radiografiado en el horizonte de manera espectral y un poderoso trueno dio aviso de la inminente lluvia, y el intenso torrente de agua no demoró en comenzar a caer sobre sus sacudisos cuerpos y almas. De alguna manera, la lluvia había acudido a apagar el fuego que se había originado en el volcán, mientras Kanon seguía inmóvil e inmutable ante el chaparrón de agua que rápidamente les había empapado a ambos. La mirada seguía estando perdida en ninguna parte, y las lágrimas que habían bañado su rostro se mezclaron con el agua purificadora que les ofrecía el cielo.
Ikki le observaba desde una distancia respetuosa y prudencial, pero a cada minuto que pasaban bajo el infernal azote de la lluvia, el nerviosismo del Fénix crecía más y más ante la imperturbable figura de Kanon anclada en el lloroso suelo.
- Venga, vamos, no nos quedemos aquí...- dijo levantándose e intentando zafar a Kanon por el brazo para sacarlo de su trance - ¡Kanon, reacciona de una vez!
No hubo respuesta por parte del mayor, así que sin pensarlo dos veces, Ikki le agarró del brazo y tiró de él, obligándole a levantarse. Sin excesivo cuidado se pasó el brazo de Kanon por sobre sus hombros y aguantándole por la cintura cubierta de oro, le arrastró hacia un lugar menos incómodo. Kanon andaba por inercia, con la cabeza gacha, dejándose llevar por el malherido cuerpo que tiraba de él. Ikki divisó un gran agujero en las rocas de lava y no dudó en dirigirse hacia allí. Una vez en la entrada se percató que era algo parecido a una cueva, convirtiéndose en un buen lugar para recuperarse un poco de todo lo sucedido. Sin miramientos soltó el cuerpo de Kanon y se deshizo de su armadura, la cual se materializó en la figura del Ave Inmortal, aunque ahora se podía apreciar totalmente destrozada, debido a la reciente guerra contra Hades y en lo vivido hacía tan sólo unos momentos. La armadura de Géminis hizo lo mismo, y se materializó justo al lado del maltrecho Ave Fénix. Kanon se sentó de manera automática sobre una roca, apoyando su desnuda espalda contra la pared, aún con la mirada perdida hacia la cortina de agua que cerraba la entrada.
Ikki volvió a mirarle de reojo, empezando a andar en confusos círculos hasta que se tropezó con una mochila olvidada allí, deduciendo rápidamente que Kanon debía ser su propietario y que ya había pisado ese lugar. Pero no preguntó nada. Simplemente se pasó las manos enérgicamente por sus cabellos, como perro que se expulsa el agua después de un baño, y tomó asiento en el suelo. El Fénix también estaba agotado, herido, y por qué no reconocerlo, completamente desconcertado. Se miraba a Kanon de reojo, observaba a ese guerrero con quién tiempo atrás había mantenido una lucha. Observaba a ese hombre por quién no sintió simpatía alguna en su primer encuentro, a quién ninguneó diciéndole que su poder no era nada comparado con el que había ostentado el fallecido Saga,...recordándole sin saberlo su más interna maldición: que no era más que una pura imitación barata. Pero ahora algo había cambiado en el interior de Ikki. Ahora algo le decía que ese hombre poseía un alma noble, aunque probablemente ni él mismo lo supiera. Lo que había descubierto de él a través de los efectos de su ataque lo cambió todo. En el fondo Kanon no tuvo opción: o sucumbía a las sombras u optaba por la insurgencia. Y las sombras ya las había saboreado demasiado. En ese momento realmente no podía sentir odio hacia él, y empezó a creer firmemente que ese caballero podría hacer algo bueno con el Santuario. En lo más hondo de su ser, Ikki le entendía. Ambos compartían cierta rebeldía, cierto sentimiento de no pertenecer a ninguna parte.
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La Recompensa de la Redención
FanficKanon es el único de todos los dorados que ha sobrevivido a la guerra contra Hades, y su verdadera misión está a punto de comenzar. Será el encargado de levantar el nuevo Santuario. Tendrá lugar su mayor batalla, pero no será en la arena, sino consi...