𝐅𝐈𝐑𝐒𝐓 𝐋𝐎𝐕𝐄 ━━ 𝖨𝗆𝖺𝗎𝗌𝗁𝗂 𝖶𝖺𝗄𝖺𝗌𝖺

━━ 𝟢𝟣𝟢: 𝗥𝗘𝗖𝗨𝗘𝗥𝗗𝗢𝗦 𝗘𝗡 𝗟𝗔 𝗡𝗜𝗘𝗩𝗘

𝓔l cielo amaneció encapotado, y eso a Jun le dio escalofríos porque sabía que significaba un día de nieve.

Mientras se duchaba aquel sábado por la mañana, recordó lo que había pasado la noche anterior con Ryu, y sintió una impotencia inmensa por lo sucedido a su hermano mayor. Si bien Jun consideraba que Nishida Ryu era un tonto enamoradizo sin control sobre sus sentimientos, siempre trataría de protegerle de que le dañaran el inmenso corazón de oro que tenía.

Así que, cuando fallaba en su tarea, se sentía mal, impotente y rabiosa. Porque ninguna persona sobre la faz de la tierra tenía derecho de hacerle algo semejante a alguien tan bueno como Ryu.

—¿Qué haces en mi habitación? —preguntó Jun cuando entró a su cuarto personal y se encontró con nada más y nada menos que Ryu rebuscando en los cajones de su cómoda.

—Quitarte unos calcetines —contestó él tranquilamente—. Ya sabes, de esos gorditos que dan mucho calor. Es que, tengo los pies congelados, ¿los quieres tocar?

—Ni en un millón de años acercaría mi mano a tus pies asquerosos —rechistó Jun, agarrando a su hermano por los hombros para echarle de la estancia—. Y no me robes nada, ¡cómpratelos si tanto los quieres!

—¿Sabes? Aún sigo un poco borracho —bromeó él cuando cruzó la puerta—. De hecho, me estoy mareando... ¡Oh, no! ¡La gravedad me lleva al suelo, Jun!

Jun ahogó un grito cuando Ryu se dejó caer, y en un abrir y cerrar de ojos, ella se encontraba tirada en el suelo con el pesado cuerpo de su hermano mayor encima de ella. Ryu se largó a reír, mientras se acomodaba mejor, a la par que ella se retorcía tratando de quitárselo de encima.

—Eres peor que un crío de cinco años —rechistó ella—. Hasta Miya de pequeña se comportaba mejor que tú.

—En el fondo, nunca dejaré de ser un niño —volvió a reír él—. Estoy emocionado; queda poco para el cumpleaños de la pequeña y así podrá tener los audífonos.

—Sí, yo también —coincidió ella—. Pero, deberemos de tener cuidado los primeros días con los sonidos fuertes; le dolerá la cabeza.

—Como si no la conocieras —suspiró Ryu—. En cuanto pueda oír lo más mínimo, lo primero que pedirá es que le toques el piano.

—¿Tú crees?

—Me lo dijo ella hace tiempo —contestó el mayor—. Uno de sus sueños es escuchar nuestras voces bien, y otro, escuchar el como te sientes.

—No merecemos a una hermana como ella —murmuró Jun conmovida.

—Y qué lo digas —Ryu volvió a acomodarse mejor sobre el cuerpo de su hermana pequeña—. Oye, Jun, perdón por lo que pasó anoche, de verdad. No recuerdo mucho, pero si llegué a casa sano y salvo, es porque me viniste a buscar, ¿no?