Los Specter.

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Al terminar de empaquetar las compras del señor enfrente de mi, suspiro dejándome caer en la silla de atrás. Oficialmente, trabajaría de lunes a Sábado, el domingo ya no tendría que trabajar. En la samana trabajaría para los Gallagher, y el día sábado en esta tienda de abarrotes.

Trabajar en una tienda de abarrotes no era lo que más me divertía. Pol, el hijo del dueño, llegó con dos bolsas de papel en cada mano.

- Soy el mejor compañero. - dijo dejándome una bolsa enfrente.

- Gracias. - sonreí mirando la comida de adentro.

- No ha habido mucha acción ¿Verdad? - negué despacio.

- Las tiendas departamentales nos están pateando el trasero. - sonreí sacando la Coca-cola de la bolsa, no es mi favorita, pero es mejor que nada.

- Ya veo... Lo bueno es que ya casi termina tu turno. - señaló el reloj de a lado, sonreí.

- ¿Estás seguro que no necesitas ayuda con el inventario?

- Me las apañaré, tranquila. - asentí.

La campana de la tienda sonó de nuevo, le di una mordida a mi torta antes de ponerme de pie para saber quién entró, casi me atraganto al ver a mi abuelo.

- Así que... Después de todo este tiempo, te escondes aquí...

Las alarmas en mi cabeza comenzaron a escucharse.

<< ¡Nos encontró! El viejo nos encontró...>>

Mierda, ¿Cómo lo supo?

Un momento...

<<Si él sabe dónde estás...>>

El alma se me cayó al suelo.

Mamá...

- Señor Specter... - tragué duro.

- No seas tan modesta, dime abuelo. - volví a tragar duro.

Él comenzó a ver el lugar de manera despectiva.

El gran Alchibald Specter se rebajaba con la baja sociedad.

- ¿En qué le ayudo?

- Cerca de aquí hay un restaurante... Me gustaría que me acompañaras.

- Lo lamento, estoy trabajando y no tengo tiempo ni deseos de ir con usted.

Ambos nos sostuvimos la mirada, mi abuelo realmente me daba miedo. Le había dado la espalda a su hijo cuando se enteró que se casaría con una simple mujer, que no tenía dinero, ni un buen apellido, no había ni una sola empresa...

Le dejó sin nada, lo embargó, lo demandó y nos dejó en la absoluta pobreza, finalmente mi padre encontró la manera de hacer negocios fuera del país, por lo que poco a poco nos volvíamos a hacer de dinero, todo lo que él obtuvo, se fue en mis estudios, las medicinas de mamá, algunas deudas que obtuvimos al inicio y al final... Su funeral...

Una sonrisa se formó en sus labios.

- Eres igual de aguerrida que Henry. - apreté los labios. - Puedo esperar a que tu horario termine. - me escandalice cuando lo ví dejar un fajo de billetes en el mostrador - Una donación... Puede que próximamente este negocio sea mío. - sonrió de lado.

Ni siquiera me dió tiempo de lanzarle su dinero a la cara por qué salió del lugar.

- No quiero verme metiche pero... ¿Alchibald Specter es tu abuelo? - mire a Pol.

- De sangre. - gruñi.

- Ya puedes irte, dudo mucho que haya más ventas por hoy, y creo que debes hablar con él.

Cuando seas mía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora