Romper mi corazón.

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Tragué duro cuando estábamos frente a la enorme puerta. No se cuantas puertas habíamos pasado de esta enorme casa desde que había entrado a este lugar. Y el tipo con traje no ayudaba para nada. Cerré los ojos soltando un leve quejido.

Aún me dolía el pómulo, era un dolor soportable pero fastidioso, y si seguía así me iba a poner a llorar.

Solamente se una cosa... Sea lo que sea... No iba a ser nada bueno. Me estremecí al escuchar un grito desgarrador del otro lado.

-Adelante. - lo miré.

-¿Estas enojado conmigo? - fruncí el entrecejo.

-No señorita.

-Pues entonces dile eso a tu cara... - lo señale - Traes cara de culo.

El tipo sonrió de lado y tocó dos veces la puerta antes de que la abrieran.

Zack ya estaba del otro lado. Su mirada preocupada solamente me alertó más. Detrás de él, divisé a Ryan con las mangas de la camisa perfectamente blanca, dobladas.

<<Me siento una una situación de Narcos, y no es por anda, pero la visión malota del triplepapito de Ryan me calienta más que al sol de verano.>>

Oh vamos, cállate. Necesitas una ducha con agua helada.

-No deberías estar aquí. - susurró Zack apresurándose a acercarse

-Yo di la orden de que viniera. - ambos miramos a Archibald.

Su camisa estaba desabotonada de los primeros botones y tenía salpicaduras de sangre.

-Merece verlo.

-¿Ver que? - me puse a la defensiva. - Zack... - lo miré.

-No es sano. - lo miró mal.

Se negaba a dejarme pasar. ¿Que estaba pasando?

Apreté los labios haciéndolo a un lado, inmediatamente retrocedí ahogando un grito. Miré a Archibald algo alarmada.

-¡¿Que es esto?!

Tragué con dificultad.

-¿Quien fue el que inició todo?

Enfrente de mi estaban los tres hombres que habían querido hacernos daño a Ryan y a mi. Estaban en el suelo con la cara hinchada y llena de sangre. Su ropa estaba hecha jirones y su respiración trabajosa me dejaba ver lo adoloridos que todos estaban.

Sentí que iba a vomitar por el edor nauseabundo que había en este lugar. Tragué con dificultad viendo al principal de ellos con el brazo roto. Instintivamente mire a Ryan.

-Si vuelvo a ver a ese hijo de perra, le voy a romper los huesos.

Carajo, hablaba en serio.

Los tres estaban aquí. Uno de ellos, con la herida de una bala. Supuse que era la que habían disparado hace una hora.

Pase mis dedos por el anillo que me dio mi papá al ver el ojo del hombre que me había lastimado. Tragué de nuevo con dificultad viendo su ojo en peor estado. Una imagen deportable.

-¿Que estás haciendo? - susurré a mi abuelo.

-¿Quien fue quien te hizo esa herida, T/n? - retrocedí al verlo decidido a matarlos - ¿Fue él...?

Brinqué en mi lugar al escuchar otro disparo. Uno de los tres gritaba en el suelo sujetándose el hombro. Mi mente se quedó en blanco y las palabras se quedaron atoradas en mi garganta.

-¿Él? - miré a otro lado al volver a escuchar un segundo disparo, esta vez, al segundo hombre.

-Vasta... - susurré queriendo vomitar. - Detente...

Cuando seas mía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora