No Podemos Seguir Así

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Saint sonreía mientras escuchaba a Perth hablarle a su pequeño Gavin, estaba acostado en la cama con dolor de espalda, y a pesar de que aún la relación con su esposo no estaba como el quisiese, también era verdad que Perth había estado sumamente pendiente de su estado, los besos, caricias y mimos no estaban presente pero si preocupación y el saber cómo estaba a cada momento.

Saint se había quejado de dolor de espalda por lo que Perth le ofreció quedarse ese día en cama ya que él se encargaría de todo. Preparó a los niños para la escuela e hizo el aseo a la casa.

Estaba sumamente agradecido, sin embargo, la tristeza que sentía por la falta de cariño de Perth era jodidamente dolorosa.

Había pasado un mes de aquel suceso en el hospital y los días ya estaban fríos por lo que su pequeño estaba abrigado de pies a cabeza, salió de sus pensamientos cuando la risa escandalosa de su pequeño resonó en la habitación. Perth le estaba haciendo cosquillas, fue tanta la alegría de su pequeño niño que Saint no pudo evitar contagiarse de aquella hermosa risa y también sonrió con él. Su panza se movió por las carcajadas y jadeó cuando su bebé le dio una patada haciendo que abra los ojos sorprendido, Perth se percató y llegó hasta él rápidamente.

— ¿Paso algo?

— El bebé se movió — sonrió con lágrimas en sus ojos.

Perth también sonrió y aunque tenía ganas de posar sus manos en su pancita no lo hizo sin antes pedírselo a Saint — ¿Puedo?

— Si, si por supuesto que sí, no tienes que pedir permiso es nuestro bebé.

Perth solo movió su cabeza, y posó su mano en la pancita de Saint, sin embargo, no sintió nada, no fue hasta que Gavin río otra vez moviendo sus pequeñas piernitas que sintió el bulto moverse en su palma.

Ellos habían tenido ya seis hijos pero a pesar de eso sentir los pequeños movimientos de su bebé era algo que siempre los llenará de emoción como si fuera la primera vez.

— Oh mi pequeño bebé — Perth susurró cerca de su pancita dándole un beso — Papá te ama con todo el corazón, no veo la hora en que pueda tenerte entre mis brazos.

El corazón de Saint se apretó. ¿cómo es posible que haya pasado por su mente la idea de Perth rechazando a su bebé?, cuando su esposo ha sido un padre tan amoroso con sus hijos, ni cuando se enteró que tendrían su primer bebé a la edad de quince casi dieciséis años él no lo rechazó, Perth se comportó como todo un hombre haciéndose responsable de él, no lo dejó solo, aun cuando en esa época todo era un poco difícil, no pudo evitar llorar, por lo tonto que había sido

— Perdóname Perth. — lloraba a moco tendido saint quién agachó la mirada avergonzado.

— No tiene importancia ya Saint — suspiró profundamente mientras se separaba de su pancita sin mirarlo. Llegando nuevamente a Gavin para darle mimos, pero esta vez inconscientemente se mantuvo cerca de Saint.

— Si la tiene — Saint agarró la mano de Perth y la llevó hasta su mejilla para darle un beso cariñoso en el interior de la misma — Te oculté mi embarazo, cuando no debía hacerlo, yo tenía miedo; tú habías dicho que te harías la vasectomía pensé que sí... oh Dios fui un tonto. — sus mejillas estaban rojas y húmedas por las lágrimas.

— Si tome la decisión de hacerme lo de la vasectomía fue porque pensé que ya era tiempo para nosotros dos, no has dejado de estar embarazado creí que era mejor para ti si lo hacía ya que las pastillas afectan a tu salud y eres alérgico al látex, quería poder disfrutar más de nosotros como pareja y familia, pero sabes lo feliz que me haría tener otro bebé, eres mi esposo, el hombre que siempre he amado y amaré por el resto de mi vida, nuestros hijos son mi motivación día a día, pensaste que si me diría sobre el embarazo te diría que no lo quería, cuando prácticamente podemos tener los hijos que quieras tenemos estabilidad económica suficiente, tenemos amor para brindarle a cada uno de ellos Saint...

Una Familia De ¿Nueve? [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora