El señor Stanton salió corriendo de la esquina. La morena se lanzó inmediatamente detrás de él, con el corazón saliéndosele por la boca y temblándole las piernas. A unos metros de ellos, oculto por las sombras, podían ver a una persona que estaba boca abajo sobre un oscuro charco que obviamente era sangre. Otra figura estaba al lado del cuerpo tendido en el suelo, dándole la espalda a la omega.
—Adora —susurró Catra con la sangre helándosele en las venas.
La figura que estaba agachada se dio media vuelta. Sus miradas se encontraron y ella estuvo a punto de caer fulminada al suelo. Llevaba el pelo suelto y el pañuelo desabrochado, la cara y la ropa manchadas de Dios sabe qué. Y aquella fue la visión más maravillosa y hermosa que jamás hubiera imaginado.
—Catra —dijo la alfa abriendo los brazos. La omega corrió sollozando a refugiarse en ellos.
La rubia la abrazó y la mantuvo muy apretada contra su corazón. Estaban a salvo. Por el momento. Pero con Sea Hawk muerto y el pedazo de piedra que faltaba hecho añicos, ¿Cómo podría salvarla del maleficio?
— ¿Estás bien? —preguntó Bow en voz baja.
—Sí —contestó, aunque en su interior se dijo «No».
La mirada de Bow se fijó en el cuerpo inmóvil que yacía sobre el suelo.
— ¿Está muerto?
La alfa miró el cuerpo de Sea Hawk y un escalofrío le recorrió de arriba abajo. Sentía pena por la pérdida de un hombre al que había creído su amigo. Lamentaba la locura que le había cegado. Y se sentía culpable por su involuntaria parte de culpa en aquella locura. Y también sentía una ira cruda por el daño que había hecho; un daño que todavía podía costarle la vida a Catra.
—Sí.
— ¿Qué ha pasado? —preguntó la morena.
En pocas palabras les contó cómo había deducido que Sea Hawk era la persona ala que andaban buscando, les habló de la nota que había enviado para hacerle acudir al almacén y les explicó lo que había pasado cuando llegó allí.
—Luchamos los dos por la pistola y él disparó —concluyó—. Solo Dios sabe cómo la bala le alcanzó a él y no a mí.
Sintió que a la morena la recorría un temblor. Agachando la cabeza, la miró con los ojos muy abiertos.
—Nunca había sentido tanto miedo en mi vida como cuando he oído ese disparo —dijo Catra.
Adora sintió que el corazón le daba un vuelco. A menos que pudiera romper el maleficio, a ella le quedaba poco más de un día de vida, y aún así le decía que el momento en que más miedo había sentido había sido al pensar que tal vez ella podría estar herida. Maldición.
Catra le acarició la mejilla con una mano.
—Sé cómo te sientes por la muerte del señor Hawk. Y por su traición. Sientes pena por él, pero al mismo tiempo le odias por todo el daño que ha intentado hacernos. Sé que te sientes culpable por su muerte y por la de su mujer.
Adora miró dentro de sus ojos abiertos y asustados, y sintió que la amaba con todas las fuerzas de su corazón. La omega le comprendía. Entendía todo lo que estaba sufriendo sin necesidad de que dijera ni una palabra. Y la miró de una manera interrogativa.
—Adora, fue su propia codicia la que los mató a los dos. No es culpa tuya. Tú has sido la víctima. Y su codicia ha estado a punto de costarte la vida. Por favor, no te sientas culpable por seguir con vida. Especialmente cuando yo estoy tan agradecida de que estés a salvo.
YOU ARE READING
maldicion de amor
RomanceAdora Grayskull una alfa que esta condenada a que ninguna omega se case con ella debido a una extraña maldición ¿Será que la señorita Catra, esta destinada a romper con dicho castigo? Adaptación Catradora del libro"Maldición de Amor" de Jacquie D'...