La alfa se quedó mirando la nota, que estaba escrita con la misma letra que las otras, y la ira y la esperanza chocaron en su interior. Ira porque ese mal nacido estaba jugando con ella de aquella manera, pero esperanza... Dios santo, tanta esperanza de que estuviera diciéndole la verdad. «Tengo la piedra que buscas.» Solo podía estar refiriéndose al pedazo de piedra desaparecido. De modo que existía. Habría apostado cualquier cosa a que estaba en la caja de alabastro que robaron aquella noche del almacén, y que aquel maldito desgraciado tenía ahora en su poder, lo que probaría que el maleficio estaba en el centro de todos los ataques. «No vas a tener esa piedra en tu poder demasiado tiempo», se prometió en silencio. «Te voy a encontrar y voy a recuperar mi piedra. Y luego te voy a convertir en el desgraciado que más habrá lamentado cruzarse en mi camino de toda Inglaterra.»
La persona responsable de todo aquello no era un extraño. Aquella caja había sido la única que habían forzado la noche del robo. Se trataba de alguien que sabía dónde se escondían las antigüedades. Y que conocía el valor de aquel pedazo de piedra. Sabía quiénes eran sus amigos y su familia... y quiénes las personas que más le importaban. Por supuesto, se trataba de alguien que había navegado con ella, en el mismo barco. Todos los que iban a bordo del Dream Keeper sabían que Bow, Sea Hawk y Lonnie eran como hermanos para ella. También le habían oído hablar de su madre y de Glimmer, y sabían que las cajas que se transportaban en el barco iban dirigidas al museo y al almacén.
Los goznes de la puerta chirriaron.
—Hola —se oyó decir a una voz de un joven adolescente—. ¿Hay aquí una persona llamado Greybourne?
—Yo soy Greybourne —contestó Adora corriendo hacia la puerta. Un muchacho de unos doce años, lleno de suciedad y vestido con harapos, estaba parado ante la puerta abierta.
—Tengo una nota para usted —dijo entornando los ojos—. Pero le va a costar algo. El tipo que me pidió que se la trajera aseguró que me daría medio penique.
La alfa sacó una moneda del bolsillo y la lanzó al aire. El muchacho la agarró al vuelo y los ojos le brillaron al sentir el metal en su palma. Le dio la nota y salió corriendo, sin duda imaginando que la rubia trataría de recuperar su moneda. Rompiendo el sello, Adora leyó la breve nota.
"He hablado con el juez, y cree que alguien de la tripulación causó el incendio con un puro. Ningún testigo ha sabido decirme qué pasó, pero los jueces seguirán investigando. He tomado una habitación en el Dengy Arms para estar cerca por si me necesitas.
Sea Hawk"
Adora se quedó mirando absorta la nota. No creía que el incendio lo hubiera provocado algún marinero descuidado. Aunque tampoco pensaba que fuera responsable alguien de la tripulación del Sea Raven. Quienquiera que hubiera provocado el incendio era la misma persona que había hecho todo lo demás; y esa persona no había llegado hoy en el Sea Raven.
Metió la nota otra vez en el sobre y se la guardó en el bolsillo. Se puso a caminar de un lado a otro del almacén, dando vueltas en su mente a montones de posibilidades y descartándolas una tras otra lo más rápido que podía. Por lo que ella sabía, no se había hecho enemigos a bordo del barco durante su regreso a casa. Aunque no podía negar que se hubiera hecho unos cuantos durante sus muchos viajes. ¿Acaso alguno de ellos le habría seguido hasta Inglaterra?
La imagen del carruaje abalanzándose sobre Catra centelleó en su mente y sus pasos se hicieron más lentos. Esa persona sabía que la omega era importante para ella; y ese era un hecho que se había desarrollado muy recientemente. Y que no mucha gente conocía. En realidad, las dos únicas personas que lo sabían estaban muy cerca de ella...
KAMU SEDANG MEMBACA
maldicion de amor
RomansaAdora Grayskull una alfa que esta condenada a que ninguna omega se case con ella debido a una extraña maldición ¿Será que la señorita Catra, esta destinada a romper con dicho castigo? Adaptación Catradora del libro"Maldición de Amor" de Jacquie D'...