CAPÍTULO 9: ESOS SON...

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Salía de mi casa, mirando hacia bajo. Nunca me había fijado en la forma de los ladrillos del suelo, en los 16 años de mi vida... Desde luego que no quería ir a su casa. Llamé a su timbre, abrió la puerta, subí las escaleras. La puerta ya estaba abierta. Me dispuse a entrar.

Ahí estaba él, sentado en ese sofá color beige, con la lampara de la mesilla negra encendida, como la última vez.

- ¿Vas a quedarte ahí de pie, o vas a entrar? – Dijo con una mirada burlona.

De repente todos mis problemas y tristezas desaparecieron.

Procedí a entrar y a sentarme a su lado.

- ¿Por qué te has ido así de clase? La profe está muy enfadada contigo. – Dijo mientras sonreía.

- No sé, no me encontraba bien. – Era obvio que no le iba a decir la razón.

- Ay dios. No me digas que fuiste al baño por que se te puso... - Le corté antes de que continuara.

- ¡No! No ha sido eso. –

- ¿Estás seguro? – Dijo acercándose a mí.

- Da igual, ¿qué hay que hacer? -Conteste cambiando de tema y evadiendo el contacto visual.

- ¿Vas a hacerlo tú? – Dijo.

- Sí, quiero acabarlo cuanto antes. – Contesté.

- Perfecto, solo tienes que buscar información del matemático y cuáles fueron sus técnicas. – Dijo mientras sacaba papeles de su mochila.

- ¿Sólo? – Pregunté.

- No, pero no voy a dejar que lo hagas todo tú. – Contestó.

Esta tontería hizo que me empezase a latir el corazón. ¿Se estaba preocupando por mí? Pero no dejé que mi emoción se notase. Me incliné y me dispuse a hacer el trabajo.

Estaba todo tranquilo, y callado, sentía paz. Él empezó a deslizar su mano por mi espalda nuevamente. Seguí indiferente. Metió la mano por debajo de la camiseta y sudadera. Su mano estaba otra vez tocando mi frío cuerpo. No quise reaccionar, solo me dejé.

- ¿Vas a seguir ignorándome? – Dijo con tono de tristeza.

Yo no contesté.

Su cuerpo empezó a inclinarse hacia el mío, y sus manos empezaron a rodear mi cuerpo. No sabía qué hacer. Solo se me ocurrió levantarme. Él se enderezó en el sofá, me miró y agarró mis caderas empujándome hacia él.

- Siéntate. – Dijo.

Hice lo que él me dijo. Me senté, pero encima suyo. Mis piernas rodeaban su cuerpo, y sus manos el mío. Sonrío y me besó.

Aarón comenzó a subirme la sudadera. Era obvio a donde quería llegar. Sin pensar mucho, le seguí el rollo. Le quité la camiseta. Su cuerpo era caliente y mis manos frías. Me quitó la mía... El simple roce de nuestros cuerpos me hacía excitar. Empezó a apretar mis caderas. Me agarró y me llevó a su habitación.

Nunca había estado ahí. Era una habitación bonita, con las paredes grises y no azules como las de la mía. Su cama estaba pegada a la esquina, debajo de la ventana. Era grande, con un edredón negro. Al lado de la cama había una mesilla de noche blanca. Enfrente había un escritorio blanco, y en la pared, al lado de la puerta, un armario empotrado con espejos.

Me bajó y me apoyó en la cama. Todo sin despegar prácticamente nuestras bocas. Siendo sincero, estaba duro. Se bajó la cremallera...

Se inclinó hacia mí, y juntó el su pene con el mío, se sintió tan bien, que casi me vine al mínimo roce. Él meneaba su mano, y yo solo se lo permitía. Estaba tan avergonzado que casi no podía ni mirarle. No podía creer que mi primera paja con otra persona viniese de un chico. Estaba tan emocionado. No me atrevía ni gemir.

Estuvimos un rato así.

- Aarón, creo que me vengo. – Dije tapando mi cara con una mano.

Podía notar el caliente sonrojo en mi cara, y mi cuerpo ardiendo.

- Ah, espera un poco Dani. – Dijo frunciendo el ceño.

- No... puedo más. – Le dije.

- Vale, hagámoslo juntos. – Contestó.

- Ah. – Gemí antes de venirme.

Notaba su respiración en mi oreja, era tan caliente que casi me vuelvo a poner duro.

Él se enderezó y yendo hacia la puerta, sin girarse, dijo:

- Puedes ducharte tu primero, luego vete a casa.

Yo sin decir nada solo acepté lo que decía, porque ya se hacía tarde.

Al salir de la ducha, lo busqué.

- Aarón, me voy ya. – Le dije mientras el hacía algo en el ordenador.

- Ajá, adiós. – Contestó sin siquiera mirarme.

Cogí mi mochila, cerré la puerta y me fui.

AUNQUE NO LO PAREZCADonde viven las historias. Descúbrelo ahora