CAPÍTULO 12: UN CÍRCULO CON UN CUADRADO DENTRO.

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Se quedó mirándome desde la puerta del salón. - ¿Qué quieres?- Continuó.
- ¿Eh? - Por un momento se me fue el santo al cielo.
Me miró elevando una ceja.
- Eh, sí. Verás, no creo que tengamos que estar así, así que me gustaría que me dijeses qué fue lo que hice mal. - Dije sin contacto visual. - Para así poder disculparme como es debido.
- En el caso de que te lo dijera, ¿qué harías para disculparte? - Dijo sonriente.
- Lo que sea, supongo.

- ¿Lo que sea?

Dijo mientras se acercaba a mí.
Pensando dos veces lo dicho, y sabiendo su mente mezquina, le contesté.
- Bueno, probablemente haya algo que no quiera aceptar, como cosas raras. -
- No creo que mi propuesta te vaya a disgustar... - Dijo acercándose, agarrando mi brazo y pegándome contra él.
Sinceramente, no había pensado en hacer nada de eso, y de hecho, mis intenciones eran las de disculparme y acabar con todo. Pero había abierto mi bocaza y ahora tenía que apechugar.
- ¿Y cuál es tu propuesta? - Dije girando mi cabeza para evitar su mirada, además sabiendo de sobra, cual era.
- Duerme conmigo esta noche.
- ¿Qué? - Sinceramente pensé que me iba a proponer sexo o algo así por el estilo, pero no. Eso me sorprendió.
- Sí, quiero dormir aquí.
- Pero no tienes ropa ni nada.
- Tú por eso no te preocupes... - Dijo sonriendo nuevamente. - Ah, y una cosa más, si quieres que te perdone de verdad, esta noche serás mío y harás lo que yo diga...
Creo que pudo notar mi cara de asombro tanto como yo noté su desesperación.
- Bueno, está bien, supongo. - Claro suponía, siempre suponiendo. - ¿Y qué son esas cosas que me quieres pedir?
- ¿Cómo? Si que estás deseoso, eh. Ya lo irás viendo.
Para seos sincero, nunca en mi vida había estado tan cagado y nervioso.
- Primero ve al salón.
Desde lejos podía ver de que iba a ir esto, que roles iba a llevar cada uno, y lo poco que me gustaba esto. Pero suponía que me lo merecía.
Obedecí.
- Siéntate. 
Me senté.
- Ahora te taparé los ojos, y por lo que más quieras, ni se te ocurra quitarte la venda.
- Oye no, no quiero.
- Que no es nada raro ostia, además, has dicho que obedecerías.
- Vale.
Me tapó los ojos, y me levantó.
- ¿A dónde vamos? - Pregunté asustado.
- Es un secreto.
- ¿No iras a secuestrarme y a partirme los tobillos, no?
Se rió.
- Muchos libros has leído tú.
¿Se rió de algo dicho por mí?
Me dio vueltas y me dirigió a mi habitación, supuse. 
Perdidísimo y desubicado, me sentó en algo aparentemente cómodo. En ese momento ya no sabía nada.
- Ahora relájate, Dani.
Ay qué miedo
Sinceramente no sabía cómo podía pedirme eso, estando con los ojos tapados y sin saber dónde estaba.
Primero me besó, dentro de lo que cabe eso me lo esperaba, pero no sabía ni cuando ni cómo lo iba a hacer. Sin mis ojos podía sentir las cosas el triple, y con ese simple beso ya me excité.
- Levanta los brazos. - Ordenó.
Obedecí.
Procedió a quitarme la sudadera, debajo no llevaba nada.
Su boca bajó lentamente desde mi boca a mi cuello, y de ahí, a mi pecho.
- ¿Sabes? Para ser un tío eres tan putamente atractivo y lascivo que puedo excitarme con solo mírate.
¿Eso era un piropo? A su manera, pero lo era, y me emocioné, pero no fui el único, mi amiguito también.
- Eres un poco impaciente ¿no? Te excitas tan rápido...
- ¿Qué?
- Shhh, silencio.
Me tumbó como en una cama, pero no era la mía. No entendía nada. Acerco mi cintura al pie de la cama, y se dispuso a desabrocharme el cinturón.
Estaba asustado, no sabía que quería hacer.
Me bajó el pantalón.
¿Una paja?
Me bajó el calzoncillo. Tocó mis muslos... Y de repente me la chupó.
Estaba tan sorprendido que se me pasó por la cabeza que ese no era él.
- Ah, Aarón, no es necesario, no quiero. - Dije por vergüenza.
Para mi un eso era algo muy intimo. Pero tendría que aceptar por lo acordado anteriormente.
- Tú solo calla y dime si te gusta, como comprenderás es mi primera vez chupándosela a un tío.
- Mhm sí, está, está bien, me gusta, ah. - Dije poniendo mis manos sobre su cabeza.
En ese momento me dejé llevar, pero al segundo, me acordé que él podía molestarse si le agarraba o tocaba. Pero no dijo nada. Solo continuó.
Estaba volando, se sentía tan bien, y aunque me habría encantado ver su cara, supuse que le daba vergüenza y que con eso me podía dar más que satisfecho.
- Ah, quita, quita, me vengo. - Dije intentando separar su cabeza de mí.
Pero sin poder aguantar más, me corrí en su cara. Estaba tan asustado, que sin pensarlo mucho, ya estaba disculpándome.
- Lo siento, en serio. ¿Dónde hay un papel? - Elevé mi mano a la venda de los ojos para buscar algo con lo que limpiarle.
- Ni se te ocurra. - Dijo agarrando con fuerza mi brazo. - No te la quites a no ser que yo te lo ordene. 
¿Qué? ¿No se va a enfadar? Lo esperaba peor.
- ¿Qué tal lo hago? - Preguntó mientras supongo que se limpiaba.
- Bien. - Dije avergonzado.
- ¿Sólo? 
- No, muy bien. ¿Pero por qué, a qué viene todo esto?
- ¿No puedo?
- No, no es eso... - Se quedó un silencio. - Yo... yo también quiero hacerlo. - Dije sin pensar cómo podría reaccionar.
- ¿El qué?
- Chupártela...- Respondí asustado.
- No.
La verdad no esperé menos.
- Hoy solo quiero hacerte sentir bien a ti.
¿Qué?
Todo estaba siendo muy confuso, pero no podía evitar sentirme feliz. ¿Quería hacerme sentir bien? ¿A mí? ¿Sólo a mí? Me estaba ilusionando aun sabiendo que no debía, pero no podía evitarlo.
- Puedo hacerte sentir bien a ti y a mí. - Dije.
- ¿Cómo? - Preguntó.
¿En serio me iba a hacer explicarselo todo? Sabía que lo hacía con picaresca, que sabía de sobra a lo que me refría, pero aun así quería escucharlo de mí.
- Ya sabes, lo podemos hacer, si quieres... - Dije un tanto asustado.
Siendo sincero, me veía muy poco preparado para esta situación. Pero me quería dejar llevar, por una vez, sin importar las consecuencias...

AUNQUE NO LO PAREZCADonde viven las historias. Descúbrelo ahora