Se quedó mirándome desde la puerta del salón. - ¿Qué quieres?- Continuó.
- ¿Eh? - Por un momento se me fue el santo al cielo.
Me miró elevando una ceja.
- Eh, sí. Verás, no creo que tengamos que estar así, así que me gustaría que me dijeses qué fue lo que hice mal. - Dije sin contacto visual. - Para así poder disculparme como es debido.
- En el caso de que te lo dijera, ¿qué harías para disculparte? - Dijo sonriente.
- Lo que sea, supongo.- ¿Lo que sea?
Dijo mientras se acercaba a mí.
Pensando dos veces lo dicho, y sabiendo su mente mezquina, le contesté.
- Bueno, probablemente haya algo que no quiera aceptar, como cosas raras. -
- No creo que mi propuesta te vaya a disgustar... - Dijo acercándose, agarrando mi brazo y pegándome contra él.
Sinceramente, no había pensado en hacer nada de eso, y de hecho, mis intenciones eran las de disculparme y acabar con todo. Pero había abierto mi bocaza y ahora tenía que apechugar.
- ¿Y cuál es tu propuesta? - Dije girando mi cabeza para evitar su mirada, además sabiendo de sobra, cual era.
- Duerme conmigo esta noche.
- ¿Qué? - Sinceramente pensé que me iba a proponer sexo o algo así por el estilo, pero no. Eso me sorprendió.
- Sí, quiero dormir aquí.
- Pero no tienes ropa ni nada.
- Tú por eso no te preocupes... - Dijo sonriendo nuevamente. - Ah, y una cosa más, si quieres que te perdone de verdad, esta noche serás mío y harás lo que yo diga...
Creo que pudo notar mi cara de asombro tanto como yo noté su desesperación.
- Bueno, está bien, supongo. - Claro suponía, siempre suponiendo. - ¿Y qué son esas cosas que me quieres pedir?
- ¿Cómo? Si que estás deseoso, eh. Ya lo irás viendo.
Para seos sincero, nunca en mi vida había estado tan cagado y nervioso.
- Primero ve al salón.
Desde lejos podía ver de que iba a ir esto, que roles iba a llevar cada uno, y lo poco que me gustaba esto. Pero suponía que me lo merecía.
Obedecí.
- Siéntate.
Me senté.
- Ahora te taparé los ojos, y por lo que más quieras, ni se te ocurra quitarte la venda.
- Oye no, no quiero.
- Que no es nada raro ostia, además, has dicho que obedecerías.
- Vale.
Me tapó los ojos, y me levantó.
- ¿A dónde vamos? - Pregunté asustado.
- Es un secreto.
- ¿No iras a secuestrarme y a partirme los tobillos, no?
Se rió.
- Muchos libros has leído tú.
¿Se rió de algo dicho por mí?
Me dio vueltas y me dirigió a mi habitación, supuse.
Perdidísimo y desubicado, me sentó en algo aparentemente cómodo. En ese momento ya no sabía nada.
- Ahora relájate, Dani.
Ay qué miedo
Sinceramente no sabía cómo podía pedirme eso, estando con los ojos tapados y sin saber dónde estaba.
Primero me besó, dentro de lo que cabe eso me lo esperaba, pero no sabía ni cuando ni cómo lo iba a hacer. Sin mis ojos podía sentir las cosas el triple, y con ese simple beso ya me excité.
- Levanta los brazos. - Ordenó.
Obedecí.
Procedió a quitarme la sudadera, debajo no llevaba nada.
Su boca bajó lentamente desde mi boca a mi cuello, y de ahí, a mi pecho.
- ¿Sabes? Para ser un tío eres tan putamente atractivo y lascivo que puedo excitarme con solo mírate.
¿Eso era un piropo? A su manera, pero lo era, y me emocioné, pero no fui el único, mi amiguito también.
- Eres un poco impaciente ¿no? Te excitas tan rápido...
- ¿Qué?
- Shhh, silencio.
Me tumbó como en una cama, pero no era la mía. No entendía nada. Acerco mi cintura al pie de la cama, y se dispuso a desabrocharme el cinturón.
Estaba asustado, no sabía que quería hacer.
Me bajó el pantalón.
¿Una paja?
Me bajó el calzoncillo. Tocó mis muslos... Y de repente me la chupó.
Estaba tan sorprendido que se me pasó por la cabeza que ese no era él.
- Ah, Aarón, no es necesario, no quiero. - Dije por vergüenza.
Para mi un eso era algo muy intimo. Pero tendría que aceptar por lo acordado anteriormente.
- Tú solo calla y dime si te gusta, como comprenderás es mi primera vez chupándosela a un tío.
- Mhm sí, está, está bien, me gusta, ah. - Dije poniendo mis manos sobre su cabeza.
En ese momento me dejé llevar, pero al segundo, me acordé que él podía molestarse si le agarraba o tocaba. Pero no dijo nada. Solo continuó.
Estaba volando, se sentía tan bien, y aunque me habría encantado ver su cara, supuse que le daba vergüenza y que con eso me podía dar más que satisfecho.
- Ah, quita, quita, me vengo. - Dije intentando separar su cabeza de mí.
Pero sin poder aguantar más, me corrí en su cara. Estaba tan asustado, que sin pensarlo mucho, ya estaba disculpándome.
- Lo siento, en serio. ¿Dónde hay un papel? - Elevé mi mano a la venda de los ojos para buscar algo con lo que limpiarle.
- Ni se te ocurra. - Dijo agarrando con fuerza mi brazo. - No te la quites a no ser que yo te lo ordene.
¿Qué? ¿No se va a enfadar? Lo esperaba peor.
- ¿Qué tal lo hago? - Preguntó mientras supongo que se limpiaba.
- Bien. - Dije avergonzado.
- ¿Sólo?
- No, muy bien. ¿Pero por qué, a qué viene todo esto?
- ¿No puedo?
- No, no es eso... - Se quedó un silencio. - Yo... yo también quiero hacerlo. - Dije sin pensar cómo podría reaccionar.
- ¿El qué?
- Chupártela...- Respondí asustado.
- No.
La verdad no esperé menos.
- Hoy solo quiero hacerte sentir bien a ti.
¿Qué?
Todo estaba siendo muy confuso, pero no podía evitar sentirme feliz. ¿Quería hacerme sentir bien? ¿A mí? ¿Sólo a mí? Me estaba ilusionando aun sabiendo que no debía, pero no podía evitarlo.
- Puedo hacerte sentir bien a ti y a mí. - Dije.
- ¿Cómo? - Preguntó.
¿En serio me iba a hacer explicarselo todo? Sabía que lo hacía con picaresca, que sabía de sobra a lo que me refría, pero aun así quería escucharlo de mí.
- Ya sabes, lo podemos hacer, si quieres... - Dije un tanto asustado.
Siendo sincero, me veía muy poco preparado para esta situación. Pero me quería dejar llevar, por una vez, sin importar las consecuencias...
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AUNQUE NO LO PAREZCA
RomanceDaniel y Aarón son dos compañeros de clase que a través de un incidente, descubren que quizá no solo son compañeros o amigos, sino algo más. Algo que les llevará a atravesar muchos obstáculos...