CAPÍTULO 10: SÍSÍNONO.

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Estaba tumbado en la cama, continuaba sin asimilar que había ocurrido, mi cabeza seguía dando tumbos y no podía concentrarme. En ese momento me daba igual la manera en la que me había echado de su casa, lo importante era lo que habíamos hecho. No sé si estaba preparado para ese momento, pero lo permití porque era él. Entrando más en sí, lo primero que pensé fue:

¿Cómo lo miraré después de esto?

Claro, cómo iba a pensar en enfadarme por lo ocurrido en clase.

La mañana siguiente llegué a clase, me senté donde siempre y esperé a que llegasen los demás. Ya no me importaba estar rondando por los pasillos como antes, porque la persona que me interesaba ver era de mi clase.

Aarón llegó tarde, algo que no era muy extraño. Llamó a la puerta, preguntó si podía pasar.
¿Por qué todo lo que hacía me parecía tan sumamente atractivo? Él se sentó a mi lado, para que la gente no dijese nada. En ese momento, yo rezaba aun siendo ateo, que no me hiciese lo del día anterior. Pero no, ni siquiera me saludó, pensé que era el único que estaba tenso por nada.

- ¿Por qué has llegado tarde? - Pregunté todo avergonzado.

- Eso a ti no te incumbe. – Contestó indiferente.

¿Qué? ¿Soy al único que lo del día anterior le pareció increíble? ¿No le gustó? ¿Hice algo mal? Volvía a culparme...

Yo solo lo miré, suspiré y me intenté concentrar en clase.

La siguiente asignatura era tutoría, me tocaba con Aarón, dos horas seguidas, no sé si era bueno o malo. Él estaba hablando con los de delante, y yo solo estaba escuchándolo. Cuando entró el profesor, lo primero que dijo fue que, al día siguiente, vendría un nuevo alumno. Toda la clase se emocionó, preguntando si sería chico o chica, pero a mí me daba igual, porque el único que me importaba era Aarón, que se reía de la situación.

Durante todo el día, él solo pasó de mí.

Al llegar a casa, me senté en el sofá a ver una serie. Estaba muy triste, él no me había hablado en todo el día. No sabía que estaba haciendo mal.

Lo único que hice fue esperar a la noche y dormir.

Cuando me desperté vi la hora, llegaba tarde. Me vestí rapidísimo y fui al instituto. Yendo, me preguntaba si Aarón me estaba esperando o ya se había sentado con alguien. Al llegar, subí corriendo las escaleras y llamé a la puerta.

- Buenos días, ¿puedo pasar? – Pregunté con todos mirándome, menos él.

Yendo a mi sitio, vi que él no me había esperado y ya se había sentado con otra persona, pero en su lugar estaba un chico nuevo. En ese momento me acordé que era el alumno del que hablaron el día anterior. Me senté y le saludé. Casi me quedo ciego viendo lo guapo que era. Tenía el pelo oscuro, liso y un poco largo, parecía sacado de una película, y aun encima tenía los ojos verdes, ¿qué no le faltaba?

- ¿Cómo te llamas? – Me preguntó sonriendo.

Me quedé un poco extrañado por la forma en la que me sonreía, pero hizo que yo también sonriera.

- Me llamo Daniel, pero mejor llámame Dani. – Respondí sonriendo también.

- Yo me llamo Alejandro, pero tú puedes llamarme Ale. – Dijo guiñando el ojo.

Me quedé sorprendido, pero digamos que me cayó muy bien.

En el cambio de clase ni me levanté, solo vi como Aarón se iba con una chica, me daba celos.
Ale tampoco de levantó.

- ¿De dónde eres? – Pregunté por hacer algo.

- Soy de Valencia. – Contestó.

- ¿Y cómo has acabado aquí? –

AUNQUE NO LO PAREZCADonde viven las historias. Descúbrelo ahora