No Strings (Chucky X Andy)

Enseñanza

Las oscuras calles de Chicago se llenaban de coches policía con el resonar de las sirenas en busca y captura de un asesino Alfa despiadado; un escurridizo que no se dejaba atrapar tan fácilmente, con un historial alto de casos de burla hacia la policía e involucrado en drogas así como su compra/venta a los mafiosos más temibles de Chicago. Su risa estruendosa se podía oír en los bajos barrios de mala muerte donde iba todo aquel que quería meterse en asuntos de estupefacientes y otros para disfrutar de las peleas callejeras.
Muchos de ellos eran Alfas y Betas, claro, si un Omega se atrevía a aparecerse por allí tal vez no saliera muy bien parado.

El asesino se adentró a uno de los clubs nocturnos donde servían todo tipo de alcohol, drogas, y por supuesto un apartado de bailes eróticos de sensuales Betas. Los Alfas se habían acostumbrado a su presencia, aún si sus olores no les atraían para nada, tan solo iban por allí para satisfacer sus deseos sexuales cuando no encontraban a ningún Omega en mucho tiempo.

-¡Charles! Tu por aquí amigo.-Dijo entre dientes un ricachón mafioso cincuentón que iba acompañado de dos bellas mujeres. El hombre mayor no parecía muy contento con su presencia.

-Hey viejo, solo vengo a por algo de "diversión" después de la pateada huyendo de esa chusma, necesito una buena mamada.

En ese momento las dos mujeres que acompañaban al mafioso miraron al chico de pies a cabeza, con una sonrisa ladina y ojos pícaros. Y para no hacerlo, era un Alfa bastante alto, pelirrojo, ojos azules y adorables pecas, sin mencionar sus marcados músculos. Lo que ponía a muchas mujeres y hombres de todas las castas, pues su apariencia de niño bueno no tenía nada que ver a lo que de verdad era.

-Ni lo menciones, ellas son mías, búscate a otra.-Gruñó apartando a las chicas y encaminándose hacía donde sea que iba al principio.

Charles resopló resignado, siguiendo su camino por el club, varios de allí lo saludaban y otros crujían huesos ante su presencia, seguramente un mafioso que esperaba a ser pagado por ese asesino, y a lo que éste tan solo huía lo más rápido posible.
Pudo conseguir su cometido, encontró a una hermosa Alfa esperándole aparentemente, dispuesta a tener sexo con ese hombre, incluso le ofreció ser su pareja, a lo que Charles tan solo respondió: Creo que ese puesto esta reservado para un Omega, preciosa.
Sin más la chica resopló indignada, pero con la oferta del sexo aún en pie.

Y el pelirrojo siempre lo había sentido así, su Alfa era posesivo y peligroso, pero a la vez aullaba por encontrar algún día a su dulce Omega.

De momento se conformó con una noche de pasión que le otorgaría un par de horas de exhaustiva pelea donde ambos Alfas adoraban ser la dominancia del otro.

. . . .

Salió de su casa al atardecer dejando todo problema atrás, pues no quería saber nada de lo que ocurría ahí dentro. Su familia siempre fue problemática, su padre más, y odiandole a más no poder cuando un día se pasó con su madre Omega, un día que parecía normal como los demás, dentro de lo que era tener un alcohólico incontrolable en casa. Pero aquel día la Omega no quiso tener sexo con su padre, ella se encontraba enferma de cólicos e insistió a su Alfa que la dejara descansar, se lo imploró, no obstante la cosa fue más allá, el hombre la golpeó sin piedad hasta que la mató por un daño cerebral. Su padre tan solo estuvo tres meses en la cárcel y con toda clase de lujos.
El chico gritó de rabia, y apretó sus puños, no se lo perdonaría jamás a ese monstruo.

-Andy, bienvenido.-Le dijo una voz familiar, no se dió cuenta de cuando había llegado al sitio.

Miró al chico que tenía enfrente, un Omega más alto que él y rubio, llevaba un papel y bolígrafo en mano.

-Buenas Thomas, perdón si me demoré un poco.- El chico le sonrió y le invitó a pasar al edificio abandonado mientras tachaba seguramente su nombre de la lista.