Despertó encontrando barrotes a su vista, recuerda que el encapuchado lo llevó en hombros, pero no supo nada más porque se desmayó, extrañado se reincorpora para indagar. Sus ojos se ampliaron al ver que estaba en una jaula dentro de un cuarto sucio, manchas negras, olor desagradable y poca luz. Se agarró a los barrotes, desesperado empezó a gritar por auxilio, ni siquiera le importo la sangre que salía de sus piernas o la única prenda que llevaba. Se callo por unos momentos al divisar el cuerpo de una mujer con traje de enfermera que colgaba del techo con la cabeza hacia abajo, empapada de sangre. Win la llamó pero esta no respondió. Sintió como si sus latidos se detuvieran, la mujer estaba muerta. Una puerta se escuchó abrir y el pánico lo inundó hasta los huesos.
Este hombre también era un asesino.
Él que asesinó como deporte al hombre que abusaría de él y a la mujer en el techo, llevaba sudadera negra con manchas de sangre, pantalones sucios y desgastados, pequeñas cicatrices marcaban su rostro, el iris de sus ojos eran como dos bolitas de chocolate al igual que el color de su cabello. Win tembló ante su presencia sin poder emitir sonido alguno, sintiendo lo expuesto de su piel, vestido únicamente con su boxer, se abrazó a sí mismo, llevando sus rodillas al pecho empezó a sollozar.
El pelicafe, lo observó serio por unos minutos, sacó unas llaves de su bolsillo y abrió la jaula.
–¡No! ¡Suéltame! –protestaba el menor, siendo sacado a la fuerza. Las manos del peli café eran ásperas y fuertes.
Lo sacó de esa habitación para meterlo a lo que parecía la bañera, estaba un poco desgastada, manchas rojas como el vino. Las cadenas clavadas a la pared hicieron gemir a Win de angustia. Lo sentó con fuerza y sin cuidado haciendo que todo su cuerpo doliera de nuevo. Le colocó las cadenas un poco sueltas para que moviera los brazos, Win se hacía cada vez una bolita, sin dejar de llorar asustado.
El pelicafes lo vio con ceño en su frente. Parecía harto de los lloriqueos del menor, agarró la regadera y empezó a mojarlo.
El agua era fría, escarbando cada herida abierta, para nada se sentía un alivio. El pelicafe tomó un pequeño jabón que alcanzó exigente al menor.
Win estaba dudoso, no sabía si tomar el jabón. El pelicafe gruño acercando más el jabón, haciendo que el menor lo tomara entendiendo que quería que se lavara el mismo.
El pelicafe lo terminó de lavar, le secó bruscamente, soltó sus manos de las cadenas y lo llevó a la habitación en la que estaba. El corazón angustiado del menor, le indicaba que de seguro lo mataría en cualquier momento, ese tenebroso cuarto tenía muchas herramientas punzantes, sangre de días desparramada en el suelo. Esposas y cadenas en la pared, una cama de resortes en la que también tenía cadenas. A los ojos de Win esto era un destazadero. ¿Cómo pudo salir de un horrible suceso a pasar a otro peor?
El asesino lo sentó en una silla de madera, ató su pies a las patas y su manos detrás de la misma. Win sintió un escalofrío, al tenerlo muy cerca con la mirada sin despegarla. De repente el pelicafe lo olfateó, gruñó de nuevo y tomó una botella negra que estaba en una estantería, la vació en un retazo de tela y la colocó en cada una de sus heridas. Win se quejo al sentir el ardor en dónde pasaba la tela con lo que sea que contuviera el frasco.
–¿Por qué haces esto? –preguntó, temeroso de que hubieran represalias por sus incógnitas. El pelicafe no contesto concentrado en su labor con su frente todo el tiempo fruncida.
El menor al ver que no le contestaba se sumía en nervios y desesperación. El pelicafe terminó de curar sus heridas, para después desatarlo. Cuando Win se sintió libre empujó al contrario haciendo que cayese al suelo. Win corrió buscando la salida, feliz de poder tomar el pomo de la puerta, pero fue jalado con fuerza hacia atrás siendo inyectado, quedando dormido al instante.
Despertó desorientado, vestido con prendas que no eran suyas, el escenario al frente era diferente, estaba sentado en una mesa con platos de comida servidos. En su plato tenía huevos, tocino y tostadas. El menor dedujo que ya había amanecido teniendo en cuenta que era el desayuno. Se movió pero sus manos estaban atadas nuevamente.
Unas manos aparecieron a su vista colocando un plato de hotcakes con miel, eso le recordó la cafetería. Entonces levantó su vista encontrándose con la mesera que les atendió en la cafetería. Esto daba mala pinta ¿Que rayos estaba pasando?
–¿Qué es lo que quiere? –apenas pronunció, sintiendo su garganta seca.
–Yo, nada cariño –dijo sonriendo con amabilidad y tranquilidad. Rodeo la mesa para sentarse al otro lado de la mesa frente a él.
–Suélteme por favor. Si quiere dinero se lo puedo dar. Si me deja ir, prometo que le daré lo que pida –dijo queriendo salir de ese lugar horrible.
–Niño. Lo que menos quiero es dinero. Estás allí por qué él te encontró –señaló al pelicafe, que estaba parado como una sombra en la esquina –te advierto, no intentes escapar. Tienes suerte de que no te rebanara a la mitad.
Eso fue suficiente para llenarse de miedo. Sentía temblar todo por dentro aunque por fuera no se notara. Gimió cuando sintió al pelicafes pararse atrás de él, pero tuvo alivio al sentir que desataron sus manos. Sobó sus manos intentando conseguir alivio en sus muñecas.
–Mi nombre es Melish y el tuyo es Win ¿verdad? Come cariño. Debes estar hambriento –sugirió sonriente. Win no sabía cómo tomar las cosas, todo era extraño, se moría de miedo, era un tonto por quedarse callado, pero recordó las palabras "No intentes escapar, tienes suerte de que no te rebanara" tomó el tenedor sin tener apetito, llevandose un bocado. Se sentía intimidado ante la mirada inquisidora del pelicafes, el cual había tomado asiento al principio de la mesa vigilando en todo momento, mientras Melish comía como si se tratase de un desayuno familiar.
ESTÁS LEYENDO
Me cambiaste [BrightWin]
FanfictionWin viaja con su esposo a un pequeño pueblo en búsqueda de una "terapeuta "que solucionará sus "problemas maritales". Lo que Win no sabe es que va directo a su tumba. 🔸Por favor, si no le agrada lo que lee, ahorrese los malos comentarios, puede p...