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Los días pasaron, llevaba el conteo gracias a los tiempos de comida, dormía en la pequeña cama de ese cuarto tenebroso que resultó ser el sótano de una pequeña casa agradable en los demás espacios. Menos el sótano.

Siempre lo mantenían encadenado y bajo vigilancia. La chica colgando del techo había desaparecido al igual que las manchas de sangre, aún tiene grabada la imagen de esa pobre mujer. 

El pelicafe se iba en las tardes cuando Melish la simpática mesera regresaba de su trabajo. En las noches cuando él regresaba, lo metía de nuevo al sótano dejándolo en la oscuridad y los horribles olores impregnados en el sótano. 

Win seguía sin decir nada, se sentía cohibido, toda su vida fue ser obediente, respetuoso, no socializaba a menos que fuera muy necesario, jamás se había encontrado en una situación violenta o agitada. Se daba cuenta que había terrores más allá de su casa.

Está vez se encontraba sentado en el suelo de la sala, viendo el televisor junto a Melish que peinaba sus cabellos

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Está vez se encontraba sentado en el suelo de la sala, viendo el televisor junto a Melish que peinaba sus cabellos. Algunas veces se mantenía en la sala ayudando a en arreglar la ropa o en la cocina, era algo que calmaban los nervios de Win aunque no era un experto en la cocina debido a que en casa tenía alguien encargado, cuando se casó con Joss quiso intentarlo pero el mayor se lo prohibió diciéndole que de seguro saldrían mal sus platillos. 

–Tienes un bonito cabello –halago Melish. Ella le agradaba. No sé veía mal. Siempre le hacía desayunos deliciosos.

–¿Puedo saber? –preguntó Win arriesgándose. 

–No tengo la respuesta, para eso –contestó Melish deduciendo que el menor quería saber qué hacía allí. 

Win lamentó no encontrar respuesta a las dudas que pasaban todas las noches por su cabeza. –¿Cómo se llama? –dijo queriendo saber quién era su verdugo. Hasta ahora seguía siendo un desconocido.

–Bright –contestó– te daré un consejo. Sé un buen chico, no lo hagas enojar– el menor se mantuvo en silencio, se imaginaba porque le decía eso. A parte de ser un asesino, Bright no hablaba, solo gruñía, todo el tiempo andaba con manchas de sangre encima sin estar herido lo que le daba un toque siniestro. A veces llegaba a la casa enfurecido tirando o pateando cosas como si hubiese tenido un mal día. 

La puerta se abrió dejando ver a Bright quien se acercó hasta donde estaban Melish y Win. 

Agarró al menor quitándole las esposas, moviéndose hacia la salida. 

–¡Bright! Déjalo conmigo, no iré a trabajar– pidió Melish con preocupación, pero el pelicafé negó con la cabeza y salió de la casa junto a Win llevándolo del brazo. Era la primera vez que el menor apreciaba la casa por fuera, había un pequeño jardín, la casa hecha de madera era similar a la de un cuento,  bonita y cuidada. Lo demás era bosque. Caminaron por un rato saliendo a la carretera, hasta llegar a una gasolinera abandonada, fueron a un costado del lugar viendo una camioneta cubierta con lona. Bright la descubrió llevando a Win a lado del conductor. 

Win no hacía nada, tenía miedo, pero se sintió extraño cuando el pelicafes se acercó a unos cuantos centímetros cerca de él viéndolo a sus ojos. Se veían inquietos, confiables y Win se perdió unos segundos en su mirada tratando de descifrar al hombre que lo había salvado pero que también lo había capturado. Bright se alejó abrochando el cinturón, lo cual hizo darse cuenta al menor lo rápido que su corazón latía y no era por temor. 

Bright condujo por un rato hasta llegar a una mansión que se veía desde la entrada protegida por una reja de metal y paredes altas alrededor. Al parecer a las personas de ese lugar les gustaba vivir alejados del pequeño pueblo en el centro, porque éste seguía siendo parte del bosque. 

Win seguía con la mirada al pelicafe, sorprendido de que abriera la reja con facilidad. Se preguntaba si está mansión era de él pero eso no tendría sentido porque vivía con Melish. 

Se acercó de nuevo a la camioneta y sacó de la guantera el gorrito que Win llevaba la noche que lo raptó, se lo coloco y lo llevó de la mano, confundiendo a Win por su repentina amabilidad. 

Llegaron hasta la puerta de la mansión, saco una llave con la cual abrió sin ningún problema, ya dentro de la mansión soltó a Win y se encaminó a una puerta que estaba a lado de la entrada. 

Win se congeló al ver el hacha que Bright cargaba esa noche cuando mató al hombre que quiso abusar de él. Dió pasos hacia atrás topando con la puerta. ¿Lo mataría? ¿Estaría esperando el momento y lugar adecuado para terminar con su vida? Pensó el menor aterrado. 

No tuvo tiempo de saber las respuestas puesto que escuchó risas aproximándose. Era una mujer con el cabello largo, vestido blanco, con perlas adornando su cuello y muñeca, conversaba con un hombre mayor que ella. Las risas se detuvieron al verlos allí en la puerta.

–Tu –señaló la mujer a Bright con ojos bien abiertos. El pelicafes se movió ágilmente hasta clavar el hacha en el hombre mayor. La mujer gritó corriendo hacia otra dirección dentro de la casa. 

Win se encogió cubrio su boca para amortiguar los sonidos de su propio llanto.  Al darse cuenta que la mujer salió corriendo y Bright estaba ocupado ensartando varias veces el hacha con locura e ira. Se movió hacia adentro de la casa, siguiendo a la mujer, alcanzandola en la cocina.

–Tienes alguna otra salida –preguntó, tratando de que la mujer se calmara para pensar bien a donde se tenían que dirigir. 

–Aquí– dijo la mujer asustada, señalando a una puerta cerca de la cocina. Salieron corriendo por un callejón que los dirigió de nuevo a la entrada de la casa. 

Vieron la libertad estando cerca de las rejas donde se encontraba la entrada principal, pero Bright salió de la casa llegando a alcanzar a la mujer tumbándola al suelo. Win se detuvo al escuchar el grito de dolor de la mujer. 

Vio hacia la salida y de nuevo hacia la mujer, no sabía si irse o ayudar, por último optó en ayudar. Empujo lo más fuerte que pudo a Bright, agarro a la mujer para levantarla pero no pudieron correr porque Bright empujo a Win lejos, gruñendo en advertencia. Agarró a la mujer del cabello y la estampo contra el suelo. Presionando su cuello con las dos manos, dejándola sin respirar, pataleando la mujer perdía cada vez más la vida, hasta que ya no se movió.

Win lloraba y no sabia cuantas veces más dejaría de temblar. No entendía porque no salía huyendo, pero algo le decía que si lo hacía no saldría vivo.

Bright se levantó, con la mandíbula tensa, Win tuvo miedo de la mirada furiosa con la que el pelicafe se acercó, levantándolo en evidente molestia lo llevó a la camioneta.

Me cambiaste [BrightWin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora