La adrenalina corre por sus venas, la satisfacción en su rostro y el miedo en sus ojos hacen eco esos gritos que lo humillan.
Sus manos sostienen un cigarrillo apagado y su palma arde. Su mamá había vuelto después de días con el mismo hombre mal vestido y muy sucio.
Ahora no tenía solo los reclamos de su madre si no también las de un desconocido por haber escupido un pedazo de pastel.
No era que tuviera algo que fuera asqueroso, al contrario sabía bueno y sus tripas no parecían quejarse del asunto que desató ese infierno en esa mañana tan fría, el quería comerse a puñados el pastel y no compartirlo con nadie pero todo ese sueño termino cuando su paladar sintió ese sabor dulce y ácido que solo describía a las fresas. Era alérgico y alterado se levantó escupiendo aquel trozo.
La marca de su mejilla y la sangre de su nariz daban entender lo que había sucedido después.
- Nunca debiste de haberme puesto una mano - gruño el aperlado con las lágrimas descendiendo sobre sus ojos.
A sus quince años de vida todo lo que conocía era dolor, las marcas en sus manos de tanto apagar ahí los cigarros las hacía lucir feas pero no le importaba así lograba calmar esas ganas de matar a su madre y ahora al idiota que tenía frente a él.
- Cállate escuincle y mejor agradece que tenemos desayuno por él - hablo su madre con una vos tan ronca por el consumo desmedido de drogas y cigarros - Es más arrodillarte y pídele perdón -
Los ojos de Kihyun volvieron a arder, su garganta estaba más seca que antes y sus manos se aferraban a esos gastados pantalones dejando caer lo que quedó del cigarro.
Comenzó a negar con la cabeza el no se humillaria ante una escoria igual que su madre. Sin verlo venir la mano sucia de ese hombre volvió a rematar en su cabeza aturdiendolo por segundos.
- Eres un mocoso mal agradecido, un escuincle estúpido que solo sabe quejarse - gritaba como si toda su vida hubiera vivido con el.
Cuando cayó al piso los manotazos fueron sustituidos por patadas, trato de mantenerse en blanco y no pensar en los punzantes dolores pero nada parecía esfumar la realidad. Su llanto aumento y sus manos apretaron fuertemente su cabello, estaba en posición fetal recibiendo cada golpe con furia por no poder ser valiente y defenderse.
Del otro lado de la puerta Changkyun veía la escena desde la rota y sucia ventana de ese antiguo (si se le podía llamas asi) hogar. Se sentía como un acosador pero no podía evitarlo, ese joven que le habia robado su billetera hace dos semanas era lo más hermoso y puro que pudo haberse topado en su sangrienta vida.
Ese asesino a suelto observaba impaciente como el joven no se movía de su lugar y solo se dedicaba a llorar. No sintió lástima por él, tampoco quería detener esa escena, disfrutaba ver cómo ese joven de nombre Kihyun y 20 años menor que él sufría.
Pero todo cambio cuando la patada de ese desconocido logro quitar las manos de la cara del joven viendo así la mirada perdida y corrompida de ese bello ángel.
Su madre jalo su cabello riendo, festejando cada golpe.
Changkyun furioso por aquello se metió a la casa saltando por la ventana atravesando la suciedad de lo que era la sala hasta detenerse en el comedor y todo sucedió tan lentamente.
Su mano tomo el cabello grasoso y maltratado de la señora, una vez estaba enrrollado en sus dedos estampó su rostro justo encima de la pared donde yacía Kihyun aún llorando. Uno, dos, tres, cuatro y perdió la cuenta hasta asegurarse que le había reventado el rostro a muerte.
El hombre estaba paralizado y comenzó a temblar cuando la mirada de ese demonio lo miro. Changkyun no pronunció palabra y camino hasta tenerlo estar frente a él.
- Pue... Puedes... - pero no lo dejo terminar porque sin dudarlo el arma que estaba en su espalda se anuncio y con un disparo en la rodilla del hombre lo llevo al hombre. El grito del tipo trajo a Kihyun a la realidad, su cuerpo estaba tan adolorido que apenas y podía mantener su vista en Changkyun.
- ¿Quién eres? - hablo tembloroso.
Changkyun detuvo sus acciones y se dio la vuelta. No respondió pero lo detallo, desde ese cabello alborotado a esos pies sucios y descalzos. Su corazón martillo cuando llegó una vez más a la mirada llorosa del chico. Sin duda alguna era hermoso.
Sonrió o intento sonreír y estiro su mano con él arma y pego un balazo en la cabeza del hombre quien azotó en el piso.
Kihyun ahogo un grito.
- Tranquilo lindo, estoy aquí para ti. Para salvarte. - fue lo único que alcanzo a escuchar antes de que todo se volviera negro.
Lo último que recuerda haber pensado era que por fin sería libre o eso creía por qué para ese habilidoso asesino los planes de Kihyun ahora le correspondían.
Ahora cuidaría de él para protegerlo de todos los peligros del mundo.
Era suyo y le daría todo el amor que tenía para él no importaba si el no llegaba amarlo, el tenía sufriente amor para los dos. 🍒
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