4.

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Gemma.

—Gracias por venir— con suma tristeza me despedí de mis padres, quienes habían venido a visitarme al médico después de un mes sin vernos. Ellos vivían en Suecia, éramos británicos. Valoro demasiado el viaje que han tenido que dar para agradarme con su presencia.

—Regresaremos mañana, ¿qué creíste? ¿Qué viajaríamos 14 horas solo para verte un día? no. Nuestro vuelo sale el sábado en la mañana — mi mamá acarició mi rostro.

—Llévenme con ustedes— les pedí mirándolos a ambos fijamente.

—Sabes que no podemos, no hablemos de ese tema por favor, que nunca llegamos a nada. Tienes un esposo ahora— mi padre me contestó duramente.

Tan solo asentí, él tenía razón, hablar de ese tema no me provocaba nada más que daño emocional, más del que tengo.

—Mejórate linda— mamá besó mi frente y se marchó con mi padre, quien siempre se mostraba medio distante conmigo luego de lo qué pasó.

Tras unos segundos de ellos abandonar el lugar, Alessio entró a la habitación. Hoy ya vestía distinto, se había ido a su palacio a ducharse y a vestirse. Había dormido toda la noche en el sillón, me desperté varias veces en la madrugada y lo vi permanecer allí siempre, hasta esta mañana cuando el doctor le indicó que fuera a casa y descansara, pero no lo hizo hasta que mis padres no llegaron al medio día.

—¿Como te sientes? — me preguntó.

—¿Como debería de sentirme? —

Lo vi negar con la cabeza y avanzar hacia mí. Siempre que se acercaba me provocaba cierto nerviosismo, era un hombre muy guapo, de gran tamaño y porte.

—Aquí tienes tu móvil, sin restricciones algunas, Gemma. Tus padres pueden ir a nuestra casa siempre que quieran, ya les hice saber y en cuando a tu libertad...— ni siquiera lo dejé terminar de hablar.

—¿Podré ser libre? — me ilusioné.

—Nos arreglaremos con eso. Podrás ir a donde gustes cuando te sanes y hablemos unas cuantas cosas. Tendrás dos guardias y un chofer que te llevaran a donde quieras— ya sabía, no podía ser perfecto... ¿pero y todo esto de repente?

—¿Tenía que enfermarme para que te dieras cuenta de que me estabas matando lentamente? Casi casi agregabas a tu esposa a tu lista de difuntos — me crucé de brazos.

Lo vi acercarse de más. Apoyó sus brazos en la camilla al lado de mi cuerpo y me miró fijamente. Sus ojos marrones eran muy lindos, no se veía en ellos lo que mostraba por fuera.

—Estoy comenzando a creer que te gusta provocarme. Yo no soy un asesino— me dijo acercando su rostro lo suficiente al mío como para que pudiéramos rozar narices.

—No pienses que porque me dejaste ver a mis padres y me quitaste las prohibiciones, te voy a perdonar. Y me sigues pareciendo un asesino — murmuré sin dejar de mirarlo a los ojos.

—Si, en realidad llámame así. Te mataré a besos, devoraré esos labios tan apetecibles que tienes. Me acusaran de asesino cuando te haga morir de placer — tras sus palabras ardí por dentro porque era un maldito que lo que sea que sexualizara iba a su favor.

No sabía ese dato suyo, sé tan poco de él.

—Me das asco, así que ni lo intentes — y yo, yo me empeñaba en hacerle saber que lo odiaba, por más bueno que estuviera.

No me dio tiempo a pestañear, sus manos tomaron mi rostro y sus labios los míos. Trató de ser brusco al tomarme pero bajó la intensidad cuando tuvo contacto conmigo y con pasión pero a la vez con ternura, me besó por unos segundos llegando su mano hasta mi cuello donde la subió por mi nuca y la metió en mis cabellos.

—¡Uy! ¡Perdón! ¡Que inoportuno soy! — el doctor que últimamente estaba entrando sin tocar, interrumpió nuestro primer beso.

Ni siquiera me interesé en mirarlo, yo estaba con la mirada fija en Alessio después de separarnos... me había besado.

—Que mentirosa eres. Si una rana intenta besarme, como le tengo asco me la quitaría de encima. ¿Qué pasó? ¿Por qué no me empujaste? — su pequeña sonrisa salió a la luz tras lograr su objetivo. Tenía unos dientes sumamente blancos que resaltaban ante su piel canela.

¡AY! LO ODIO.

—Doctor, ¿cree usted que mi esposo me puede besar? ¿No corro riesgo de extraer una bacteria? — fijé mi mirada en el médico.

—Considero que no, además, le informo que va muy bien su mejoría, esta noche al terminar el suero ya no necesitará otro. Continue avanzando, así no tendrá que quedarse más aquí, tan solo venir a las citas y seguir con la dieta que le colocaré. — me sentía bien por eso, me deprimen los hospitales.

—Quiere decir, ¿qué le puedo dar todos los besos que quiera? — preguntó el muy atrevido.

—Montones. Estoy seguro de que eso le ayudará a sanar más pronto— que doctor ni más alcahuete!

—Permiso, hora de cenar— la enfermera entró a la habitación con la bandeja. Anoche la cena estuvo horrible, no sabía a nada.

—Vamos, a cenar que tienes que comer para tomar medicamentos— su mano se deslizó por mi cabellera rizada. Si de verdad fuera así y no un papel actuado delante de la gente.... no... no, ni lo pienses Gemma.

—Hacen hermosa pareja, mejórese — me habló la enfermera con un halago que hizo sonreír a Alessio.

—Estoy totalmente de acuerdo con ella. Vainilla con chocolate, siempre es lo mejor. — Este doctor estaba chiflado!

— Y eso doctor, que no nos ha visto yo dándole la comida en la boca— Alessio le dijo al doctor tomando el tenedor con todo el atrevimiento del mundo, llevándome el primer bocado a la boca.

Me atacó con los ojos cuando me negué a querer comer, pero era porque sé que estaba mala!

—Ese amor y ese cuidado hará que su esposa se mejore muy pronto. Se asegura de que de tome las pastillas — le dijo al actor de Hollywood antes de salir de la habitación.

—Claro que no se me olvidará, doctor — se merecía un premio.

—Quisiera que ...— iba a hablar pero no me dejó.

—No diga nada Gemma, mire que yo flojé la cuerda pero cuando usted no colabore vuelvo y la aprieto — me advirtió.

Era un completo hombre controlador, con el imperio siempre en la cabeza y las ordenes en la punta de la lengua.

—No quiero sentir más esa comida sin sabor en mi boca— le reprendí ante el bocado.

—No te preocupes nena, ya pronto sentirás otra cosa en tu boquita, y con sabor. La mía es dulce— ¡AYY, y era perverso, como nadie!

El hombre que no quieroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora