17.

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Alessio.

La miraba descansar sobre mi pecho, tenía los ojos cerrados, la respiración ya normalizada, su cabeza y sus manos sobre mi pecho y la mitad de la sabana cubriéndonos.

La observaba y no podía evitar sonreír. Que escenas... estoy sin fuerzas por las veces que me he corrido, pero quisiera continuar mirándole a la cara cuando la haga venir. Es un poema su rostro, se pone roja como tomate y tiembla. Me engranujó la piel sentirla convulsionar ante su ultimo orgasmo debajo de mi cuerpo.

Yo de hecho, sin exagerar podía jurar que la tenía gastada. Lo sentía palpitarme y considero que se me encogió, fue intensivo el ejercicio que hicimos, ni cuantas calorías quemadas.

—El dinero no sirve...— susurré pensativo.

—¿Que dices? — la escuché preguntarme.

¿No que se estaba quedando dormida?

—Pensé en voz alta, ¿te desperté mi amor? — acaricié su melena. Estaba enamorado de esos rizos.

—No. ¿Por qué dices que el dinero no sirve? Un hombre como tú, de tantos bienes, cadenas empresariales, autos lujosos... ¿te sientes bien? — rio con su pregunta.

Suspiré y me giré un poco para vernos cara a cara. Acaricié su rostro, llevé un rizo detrás de su oreja, me enamoré por centésima vez de su mirada y dejé mi mano sobre su mejilla para con mi pulgar hacerle cariñitos.

—Gemma, tengo todo eso que mencionaste, pero no quiere decir que soy un hombre completo por ello. Nada de esas cosas materiales y una cuenta bancaria desbordada de dinero no compran tantas cosas, que a la vez da pena— mi memoria viajó a un suceso que me marcó hace un tiempo y no dudé en comentárselo.

—Hace poco, estando de viaje en Colombia, me topé con unos de los empleados de limpieza en la sede que tengo allá. Recuerdo que ese día entré a mi oficina y el joven no se dió cuenta. Aseaba el espacio bailando y cantando una canción con mucha emoción. Yo me quedé mirándolo desde la puerta y lo disfruté como él. Cuando notó mi presencia, me pidió disculpas. Yo le dije que no se preocupara.

Sin embargo, me atreví a preguntarle por qué tan contento. Y lo que me dijo justificaba tanta alegría.

<<Esta noche me casaré con la mujer que amo. Ayer me reveló que estamos esperando un bebé>>

Lo felicité y le pregunté su nombre. Cuando él se marchó de mi oficina me metí al sistema y lo busqué en la nómina. Ganaba el sueldo mínimo.

Busqué su número telefónico y nunca pude encontrarlo. Al preguntar me dijeron que no tenía celular porque era de escasos recursos y eso me llegó tan profundo.

Tenía tan poco pero se mostraba tan feliz con los regalos que le daba la vida, que lo material que le faltaba no le arruinaba la felicidad.

<<Eso me hizo darme cuenta de que yo tenía todo lo material que le faltaba, pero no su felicidad y eso me hacia un infeliz a su lado. Y a la vez, un hombre que no tenía nada. >> —Me fui justamente a ese momento. Me sentí tan vacío delante de ese otro hombre.

Gemma me miraba muy atenta.

—Tienes una familia que te adora, ¿que era eso que te hacía sentirte como un infeliz? — me preguntó

—Por Dios... ¿lo preguntas? Tenía todo el dinero del mundo pero sin embargo no podía comprar tu amor. Nos casamos pero no podía sentirte como realmente mi esposa y eso no podía comprarlo. Era un problema que me carcomía porque no se resolvía con dinero. — era frustrante la verdad.

—Era terrible saber que te tenía en casa pero que no eras mía y que me odiabas—

Ese día para saciar mi angustia y mi ansiedad, hice algo que pudiera seguir haciéndolo más feliz. Lo asigné encargado del departamento de aseo para subirle el sueldo, le compré un celular y hablé con él, le aconsejé que hiciera algún curso técnico como informática para que pudiera cambiar de departamento, y así cambiarlo de puesto y que ganara un buen sueldo trabajando en mí misma sede.

Ese hombre merecía darle buena vida a su bebé y a su esposa, y yo podía ayudarle.

La caricia de Gemma en mi barba me llegó al alma. Aún no creo que sea mía.

—Pues ya no tienes nada que envidiarle a ese hombre. Ya me tienes, no embarazada todavía, pero siendo toda toda tuya. — besó mis labios tiernamente.

Esa era la soltura que quería en ella.

—¿Dijiste todavía? ¿Planeas darme un bebé? — le miré fijamente asombrado.

—¿Por qué no? Dije todavía ya que aún nos faltan muchas cosas por vivir. Ansío conocer cada mínima cosa tuya, ¿tu no mía? — me preguntó con cierto brillo en los ojos.

Dios sabe las veces que le pedí por momentos como estos con ella.

Esta vez quien la besó fui yo.

—Que hermosa eres. Claro que quiero conocer de ti absolutamente todo. No sabes lo feliz que me pone tenerte conmigo. Ni siquiera tener relaciones era algo a lo que le daba prioridad. Yo quería ganarme tu confianza, que me aceptaras, que no me odiaras — acaricié su mejilla.

—Ouh no, ahora te odio más. Me hiciste nada en la cama— fue imposible que no riéramos los dos ante su comentario.

—Pues cada día me vas a odiar un poquito más— estaba totalmente enamorado de ella.

—¿Cuándo me vas a decir la verdad? ¿Por qué te casaste conmigo? ¿Quién quería hacerme daño? ¿Con quién tuviste que enfrentarte? Necesito que me aclares las cosas, necesito saber que el amor que crece en mi es justo el que mereces. Soy la única que cuando hablan de la buena persona que es Alessio Osman no puedo opinar absolutamente nada, mis padres están agradecidos contigo pero no sé de qué. Hace tiempo te veía como el malo pero mamá me dijo cosas que me confundieron— yo sabía que ella estaba necesitada de la verdad.

—Hablaremos de ello, pero no esta noche. Es demasiado hermosa como para que traiga una discusión, ¿no crees? Déjame disfrutar un poco más de ti. — le pedí.

Ella asintió tranquilamente.

—Solo te pido que siempre seas mi Gema de la buena suerte, te trataré como lo mereces, como una reina. No voy a jugar con tu tiempo ni con tu corazón, yo soy un caballero, no ningún niño. —

—Estoy dispuesta... dispuesta a ser esa que llene ese vacío para que te consideres finalmente como un hombre completo, mi Alessio. Desde ya te digo que soy muy celosa— sonrió al final.

Me reí totalmente encantado por esta mujer.

—Tengo ojos solo para ti, solo para ti. No dudes nunca de mi princesa —

Cuéntame como llegaste a mi historia? Te leo!

El hombre que no quieroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora