06

4.3K 357 55
                                    

Jane Potter.

Cuando vi a Sirius en la puerta mi corazón dejó latir.

—Sirius... —susurré cuando nuestros ojos conectaron.

Me observó con lo que dolor y algo de decepción.

La situación en la que me encontraba no era para nada bien vista en ojos ajenos, pero no era nada malo.

—¡Canuto, espera! —grité.

Salió a paso veloz del la habitación.


TENÍA QUE ALCANZARLO.

HABLAR CON EL, EXPLICARLE ESTO.

NO PODIA PERMITIR QUE EL PENSARA QUE TENIA ALGO CON MI PROFESOR DE POCIONES.

ESO NO ERA CIERTO.


Apure el paso y antes de cruzar la puerta, Riddle tomó mi brazo y habló.

—¿¡Cuantas veces debo decirte que el chico Black no es bueno para tí, Jane!? —exclamó.

—Eso no te incumbe, mejor dedícate a corregir mis tareas y no a entrometerte en mi vida. —escupí sin pelos en la lengua, soltandome de su agarre, corriendo tras Sirius.

—¡Jane!

Su llamado se perdió y solo podía buscar al Gryffindor.

—¡Mierda! —maldije en un grito ahogado, repimiendo el llanto.

No lo encontré por los pasillos.

No estaba el el comedor.

Tampoco en las cocinas.

Pasé las manos por mi cabello, tratando de pensar algun lugar al que Sirius le gusta ir pero mi cabeza estaba completamente en blanco.

Así estuve nos próximos 15 minutos, caminando de un lado a otro.

—¡Pero claro! —exclamé en voz alta, cuando logré saber en donde se encontraría.

Corrí tan rápido como mis piernas me lo permitieron. Hasta que logré ver mi destino.

Una vez que llegué, me detuve en seco.

ENTONCES LO VI.

ESTABA SENTADO, SOSTENIENDOSE CONTRA LA BARANDILLA.

OBSERVANDO A LA NADA, TAN SUMIDO EN SUS PENSAMIENTOS QUE NO ME VIÓ LLEGAR.

SU CABELLO MOVIÉNDOSE LEVEMENTE CON EL VIENTO.

NO SABIA COMO HABLARLE, SOLO LLAMÉ SU NOMBRE.



—Sirius.

Cuando me escuchó hablar, su cuerpo se tensó, pero no volteó.
Giró unos milímetros su rostro y luego lo devolvió a la nada de antes.

No sabia el motivo de su enojo, solo seguí hablando.

—Lo que viste ahí dentro no era nada. —admití.

Volteó y por fin mi miró a los ojos, se notaba enojado.

—¿Nada? —preguntó.

Estábamos a una distancia razonable, por lo menos unos dos metros.

—Fue solo un malentendido.

—Malentendido. —repitó con sarcasmo mientras se acercaba poco a poco. —¿También el guiño en clase fue un malentendido?

Professor. [Tom Riddle]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora