Capitulo 3

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— Julieta — Por la mañana Alma intento salir de su habitación sin ayuda y ahí pudo
ver a su hija

— Hola madre — Dijo en un tono serio

— Buenos días mi amor ¿Cómo estás? — Se intento acercar a paso lento

— Bien, creo que olvide algo en mi habitación — Volvió a entrar cerrando la puerta de golpe

— Dele tiempo suegra — Agustín se dirigió a ayudarla a bajar comedor

— Es lo que menos tengo Agustín

En el corazón de Julieta la herida de haber perdido a su hija menor seguía abierta
como el primer día, su cabeza repetía que la principal culpable era su madre Alma, al pasar los años no pudo perdonarala del todo.

10 años atrás

— Mirabel, Mirabel, Mirabel — Gritaba con todas sus fuerzas

— Mirabel, Mirabel, Mirabel — Gritaba con todas sus fuerzas

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— Por favor mi amor no nos abandones — Agustín imploraba

— Por favor, hija, no puedo sin ti, abre los ojos te lo ruego — Julieta sentía su alma
abandonar su cuerpo

— Ya no tiene pulso — Agustín golpeó el suelo con la mano

— ¡No! Mi hija ¿Por qué? — Julieta lloraba

— Jamás voy a perdonarme esto, debí detenerla — Su mano ya había comenzado a sangrar

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— Jamás voy a perdonarme esto, debí detenerla — Su mano ya había comenzado a sangrar

— Mi amor, Mirabel, no me dejes — Julieta quitaba el cabello de la cara de su hija

— Debí detenerla, ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué me la quitaste? ¿Por qué eres tan
caprichosa vida? ¿Por qué? — Gritaba Agustín tratando de sacar su enojo

Nunca pensaron pasar pasar por el dolor de perder a alguna de sus hijas, siempre
pensaron que sería al revés, creían firmemente que las verían crecer y formar sus familias.

Cuando Mirabel se fue supieron que jamás iban a superarlo pero quizá aprenderían a
vivir con el dolor.

— Jamás me voy a perdonar, soy su madre, yo debí protegerla con mi vida, nos
tuvimos que haber ido cuando no resivio un don

El día que la magia se perdió Donde viven las historias. Descúbrelo ahora