Capítulo 3: Siempre va a doler.

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¿Por qué cuando quiero que el tiempo se pase rápido, se termina pasando lento y cuándo quiero que se pase lento, se termina pasando rápido?

Es como si el universo estuviera en mi contra.

Porque la clase del profesor suplente se me hace interminable y los minutos parecen pasar cada vez más lentos. Y por si fuera poco siento como si él percibiera que sufro mentalmente, porque de vez en cuando lo veo observándome desde su escritorio, pero en cuanto se percata que lo hago termina esquivando mi mirada.

Aunque tal vez solo sea mi imaginación y percepción de esto, porque la ansiedad me está jugando una mala pasada.

—Bien eso es todo, ya se pueden retirar—anuncia y me doy cuenta que me perdí un rato, porque justo a tiempo suena el timbre dando por finalizada oficialmente la clase.

Siento que estoy perdiendo el sentido del tiempo y no me gusta. Es como si viviera en una realidad alterna, escapando del verdadero mundo que me rodea.

Una vez más cuando miro a mi alrededor, veo que la mayoría se están marchando del aula. Así que me apresuro a guardo mis pertenencias, esperando a que todos se retiren.

Cuando el último estudiante sale y cierra la puerta, permanezco sentada en mi silla esperando a que el profesor me llame. Pero los segundos de espera se hacen eternos y él continúa como si nada sentado detrás del escritorio revisando unos papeles ignorándome por completo, como si no existiera.

Me siento una tonta, pero carraspeo intentando llamar su atención. Y nada.
Sigue ignorándome.

¿Estamos jugando a algo y aún no me entere?

Me levanto colgando mi mochila en el hombro y camino hasta estar frente de su escritorio, pero esta vez carraspeó más fuerte, para llamar su atención. Levanta la vista con pereza, pero aún así me presta su atención.

—Russo—cuando mi apellido sale de su boca, se que estoy ante alguien que no me hizo esperar por nada. Él busca algo con esto y no sé si sea bueno o malo—. ¿Tiene algo usted que decirme?—pregunta, haciéndome espabilar. Pero aún así me le quedo viendo como estupida, porque pensé que él tenía algo que decime a mi y no al revés.

—¿Qué?—frunzo el ceño, dándole a entender que no se de que habla.

—Lo que quiero decir...—se inclina hacía adelante—¿...si va a disculparse?

¿Me está jodiendo?

—¿Por qué lo haría?—le pregunto elevando un poco la voz y se que sueno prepotente, pero siento que me está haciendo pasar un mal momento solo para regocijo propio.

—Por faltarme el respeto—responde como si fuera una obviedad y noto en tic nervioso de su mandíbula, como si esto fuera una perdida de tiempo más para él, que para mi.

Tengo ganas de reírme en su cara, jamás le falte el respeto. Pero como que se toma todo muy a pecho y pierde los nervios enseguida.

—Jamás hice algo así.

Este se levanta, apoyando sus manos sobre el escritorio, inclinándose un poco más hacía delante y temo cuan lejos pueda llegar este intercambio de palabras.

—Oh, claro que lo hiciste.

¿Acaba de tutearme?

—¿Desde qué momento un profesor puede tutear a un alumno?—cuestiono y veo que habré la boca para responderme, pero continuo—. Tampoco le falte el respeto en ningún momento, solo dije una obviedad y es que usted no puede suspender un recuperatorio porque si. Muchos de los estudiantes dependemos de esa nota y que usted tome la decisión de no tomar recuperatorio nos afecta.

Oscuro secreto © [sin editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora