Había perdido por completo la cabeza.
Pero quería tener el poder de decisión por una vez en mi vida y arriesgarme por algo.
Aunque eso sea un estupido y simple beso. Lo quería. Quería ese beso. Pero más quería que fuera el suyo. Estaba obsesionada con la idea de que fuera él quien me lo diera. Y luego por fin deshacerme de la idea de algo que jamás podrá ser, por millones de razones.
Tenía a Priel frente a mi luego de haber aceptado mi petición y decirme que me daría aquel beso que tanto deseaba. Esperaba que hiciera algo, porque no tenía experiencia en cómo iniciar uno. Era inexperta y quería que no lo notara, aunque seguramente podía verme templar como una hoja de papel. Era un libro abierto a sus ojos.
¿Tal vez estaba esperando algo más?
Porque sus ojos me observaban furiosos y ansiosos. Como si ni siquiera él supiera por dónde empezar. Aunque estaba segura que él tenía demasiada idea en lo que era un beso.
Tomando la poca valentía que tenía en mi interior y haciendo puntitas de pie, me incline hacia delante y le di un beso por encima de la camisa, en su hombro derecho.
—No llego más arriba—admití avergonzada.
Dios, ¿era tonta o qué?
Espere algún movimiento. Alguna palabra salir de su boca pero nada. Sentía que se había arrepentido y esto ya tenía pinta de película tétrica. Pero todo cambio de un segundo a otro, porque cuando pensé que seguiría inmóvil, dio un paso al frente que hizo rozar su pecho a la altura de mi frente.
Cuando se inclino hacía mi, se me corto la respiración, porque fue cuando empece a sentir su aliento sobre mi frente y quería tener la valentía de levantar la mirada, pero permanecí con la mirada agachada. Por miedo a que lo que viera en sus ojos fuera repulsión o algo por el estilo. Ya que no comprendía su tardanza para dar un simple beso y eso hacía saltar las alarmas de mi cuerpo.
Tal vez debería haberme ido de allí antes de salir más lástima y dañada de lo que ya estaba. Porque no soportaría que me viera como lo hacía Charli. Siempre con desprecio y asco.
—¿Porqué tan callada?—indagó, estirando sus brazos, para acariciar los míos, de forma efímera.
Aunque sus caricias me distrajeron, lo primero que pensé era que me estaba tomando el pelo.
—Yo no fui quien dijo "Bien...te daré tu beso", para luego quedarme en silencio como idiota—comente indignada y luego maldije mentalmente por insultarlo.
La risa divertida que soltó, me hizo sentir un poco mejor, porque temía que se enojara por haberle llamado idiota. Para ser honesta no espera que su reacción fuera reír, esperaba que fuera una bofetada.
—Si no quiere darme una beso—comencé diciendo y quise agregar "un beso sumamente prohibido"—, esta bien, lo entiendo, ya que esto no es correcto.
Soltó un suspiro.
—Quiero dártelo maldición—gruñó molesto e inmediatamente mis ojos buscaron los suyos—. Pero no quiero que te sientas obligada o que sientas que ejerzo mayor poder sobre ti por ser tú profesor, o por ser mayor que tú.
Sus palabras me tranquilizaron.
—Le prometo que no estaría aquí con usted si me sintiera obligada, lo juro.
—Así que tú lo juras—murmuro con una media sonrisa en sus labios.
Antes de que lo viera venir, sus manos comenzaron a darle pequeñas caricia a las mías. Antes de entrelazar nuestros dedos para comenzar de apoco a arrastrándome con él y cuando iba a preguntar que es lo que haría, acuno mi rostro con ambas manos. Para luego inclinarse y dejar un suave beso en mi frente, lo que me hizo cerrar los ojos por un instante, saboreando el momento y su tacto sabré mi. Para cuando los volví a abrir me miraba con tanta intensidad que quemaba.
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Oscuro secreto © [sin editar]
Teen FictionDesde los seis años Dafne aprendió a que es mejor quedarse callada. Aprendió a que los padres no siempre protegen a sus hijas e hijos. Aprendió que muchas veces los padres, son los causantes de sus hijos e hijas sufran. Ella lo sabía muy bien eso. ...