Capítulo 7: Mentiras peligrosas.

10.1K 654 108
                                    

Dafne (13 años)

—Diana deja de llorar—murmuré abrazándola contra mi pecho—. Ya paso todo, estoy bien.

Su pequeño cuerpo se removió sobre mi regazo y tembló en un llanto silencioso.

—No me gusta que papi te pegue—sollozo aún temblando y se movió para agarrar una de mis manos y entrelazarla con una de las suyas—. Tú eres un ángel y a los ángeles no hay que lastimarlos.

—No soy un ángel.

De un momento a otro se bajo de mi regazo y con sus pequeñas manos limpio las lágrimas que caían sobre sus mejillas.

—¡Si, eres un ángel!—replicó medió enojada en susurro y su mirada se dirigió a un punto específico de mi rostro—. Tu ojo cisne.

Me levante de la cama y fui hacía el espejo del baño. Definitivamente mi ojo estaba comenzando a ponerse bastante mal y debería ponerme alguna compresa antes que sea tarde.

—¿Cisne tu ojo sanará?

Sonreí en su dirección y me arrodillé frente a ella.

—Claro—bese su frente—. Sino podemos ponerme un parche, como esos que usan los piratas.

Su nariz se arrugó tiernamente.

—¿Una mujer pirata?—pensó y asentí—. Si, me gustaría, así podrías defenderte de papi.

Algo se removió dentro de mí con dichas palabras.

—Mejor ve a dormir, Diana.

—No quiero dejarte sola.

—Estaré bien y para que te quedes segura dormiré con nuestro oso favorito, él seguro me cuidará ¿qué te parece?

Asintió feliz y corrió hasta la puerta.

—Cisne por favor no mientas más, porque papi se volverá a enojar contigo y no quiero que te pegue otra vez.

Salió antes de que pudiera decir algo. Pero había entendido lo que quiso decirme.

Dafne (19 años/actualidad)

No recordaba a que edad comencé a mentir para ocultar, tal vez fue cuando mamá un día me advirtió que debía hacerlo por la reputación familiar y porque mis tonterías de niña podían poner en riesgo la reputación de padre amoroso que tenía Charli.

Claro él lo era conmigo y con Diana frente a las personas del vecindario, o cuando acudimos a eventos sociales. Era más cariñoso y gentil con Diana, a mi prefería ignorarme, para ahorrarse en el mal sabor de boca. Pero si tenía que hacer una excepción porque había una cámara frente a nosotros y debía abrazarme, lo hacía.

Pero luego cuando llegábamos a casa gritaba que era un asco de niña y que prefería tener que abrazar una rata, que abrazarme a mi. Para él yo era una escoria y me lo hacía recordar cada día desde que tenia memoria.

Mi mirada volvió a encontrarse con la de Priel y pude notar que estaba en verdad preocupado. Tal vez su forma de preguntar no había sido la mejor, pero sus intención detrás de ella si lo eran. Aún así volví a bajar la mirada avergonzada, porque no sabía cómo afrontar esto sin responder con una mentira.

Oscuro secreto © [sin editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora