Capítulo 22: El osito de peluche.

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—Estoy contigo, no tienes nada que temer—susurró, entrelazando nuestras manos.

No me sentía convencida, pero no había marcha atrás. Me había animado a dar en paso y salir adelante.

Durante la semana Priel había insistido en retomar las sesiones de terapia y aunque al principio no quería saber nada. Al final tome la decisión de aceptar, él de verdad quería que saliera adelante. Aunque para él fuera por motivos diferentes, porque sabía que él seguía pensando que el motivo de malestar era aquella mentira que le dije sobre mi ex.

Ex novio que jamás existió. Pero él en eso creía y me aterraba sacarlo de su error. Estaba ahí por mi mentira y por el momento no creía oportuno decirle la vedad. Tal vez más adelante, si todo salía bien como lo tenía planeado. Porque tenía un plan, el cual consistía en acudir a terapia y conseguir las herramientas que necesitaba para tener el valor de huir. Era lo que más quería. Alejarme de todo en esta ciudad a la cual nunca pertenecí, porque no tenía nada, ni nadie que me retuviera.

—Dafne es tu turno.

Mire hacía la puerta de consultorio de Catalina y supe que efectivamente tenía razón. Ella se estaba despidiendo de un paciente y justo cuando él muchacho del cual se despedía se fue me sonrió invitándome a ir con ella. No puede evita volver a mirará a Priel un poco indecisa.

—Está bien, de verdad. Yo estaré aquí afuera por si acaso. No estás sola.

<<No estás sola>>, dude un poco. Pero supuse que era verdad. Ahora lo tenía a él.

Supongo que aún se me hacía raro tener a alguien que estuviera ahí para mi. Pero lo tenía. Lo tenía a él. Y no podía estar más agradecida por tener una persona como Prieto en mi vida. No solo estaba para mi. Sino que también él me quería. Lo había confesado en su cuarto. Y aúnque aún no sabía cómo sentirme al respecto con eso, sabía que yo también lo quería a él.

Y tal vez en un futuro me atrevería a decírselo.

—No te vayas.

—Estaré aquí afuera por si me necesitas.

Asentí ante sus palabras. Y me levante de mi asiento para ir con Catalina. Al instante en el que la mano de Priel abandonó la mía, supe que anhelaba su tacto más que a nada.

El consultorio de Catalina seguí transmitiéndome un sensación inquietante y atribuía eso a la última vez que estuve aquí. Eso no había salido bien. Pero tenía la esperanza que esta vez fuera diferente.

Tome asintiendo en el sofá frente a ella, mientras por su lado ella hacía lo mismo y tomaba un cuaderno y lapicera de la mesita que se interponía entre ambas.

—Bien, ¿recuerdas cómo es esto, Dafne?

La mire un poco inquieta.

—Creo que si.

—¿Quieres qué te lo recuerde para que estés más cómoda?

Asentí y sonrió.

—Genial. Primero empezaré por una pregunta básica—comentó y me miro como esperando algo de mi parte, pero decidí que era mejor guardar silencio—. ¿Cómo estuvo esta semana?

Respira, Dafne.

—Estuvo bastante bien—<<sin ninguna golpiza, ni moretones que cubrir>>—. Esta semana fue demasiada tranquila, estudio fotografía por si no lo mencioné antes.

Oscuro secreto © [sin editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora