11.

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Kaoru azotó la puerta al entrar. Estaba enojado, molesto e indignado.

—¡Ese idiota! ¡¿Quién se cree, eh?! —Kaoru zapateó el escalón —¡¿Quién se cree para decirme que no?! ¡Ni que fuera la puta persona más moral del mundo! ¡Ugh!

—Cherry, espera... —Kojiro iba caminando detrás de él, a una distancia prudente y cautelosa. Sin duda alguna, le había sorprendido mucho ver salir al hombre de la mansión Shindo con el enojo visible y con su rostro contraído en una mueca.

—Me lo esperaría del aburrido de su novio —Kaoru subía las escaleras mientras se quejaba —Pero... no de él... De todo ​el maldito mundo, pero no de ese idiota bueno para nada, ugh.

Abrió la puerta de su habitación, dejándola abierta y yendo hacia al cuarto de baño.

Kojiro, quien permanecía afuera, meditó si era buena idea entrar o no a la habitación de Kaoru. Ya había roto esa regla, y no sabía si era muy arriesgado, o muy estúpid0, volverse a meter en ella.

Pero debo hacerlo —tragó grueso y se atrevió a entrar.

Kaoru salió segundos después del baño. Se había quitado sus piercings que le molestaban por estar desacostumbrado a ellos. Además de soltarse la coleta alta que tenía momentos antes.

—¡¿Qué mierda haces aquí, gorilita?! —Kaoru se le quedó viendo con molestia —¿Acaso eres un maldito descarado y te quieres aprovechar de mí de nuevo?

Kojiro caminó hacia atrás, siendo acorralado por Kaoru en la pared.

—Cherry, yo no...

—¡No me interesan tus excusas baratas, maldito idiota! —escupió con desprecio —Solo lárgate de mi maldita habitación, ¿okey? Tu trabajo ha terminado por hoy. No saldré más. Y tampoco creo que lo haga por un buen tiempo. Así que lárgate.

El suspiro que soltó Kojiro fue pesado, haciendo que una sonrisa débil se formara en sus labios.

—¿De verdad no me dejarás explicarte lo que realmente sucedió?

—No —respondió Kaoru, separándose de él y cruzándose de brazos —No me interesa escuchar las mierdas de excusas que tienes que decirme. Me es suficiente con las experiencias que tuve en el pasado. Y créeme, no fueron para nada agradables.

—Pero yo no soy esos sujetos, Cherry —Kojiro dio unos cuantos pasos hacia adelante. Kaoru solo se le quedó viendo con una ceja levantada y los labios fruncidos, dejándose caer sobre el colchón de su cama —Yo jamás haría algo como lo que has vivido en el pasado.

—No te creo ni una mierda —gruñó Kaoru.

—Cherry... —La mirada de Kojiro decayó. Era tan difícil toda esta situación. Todo este maldito malentendido.

—Cuando mi padre vuelva... —apretó sus labios y desvió su mirada —...Cuando regrese de su maldito viaje de negocios, le diré que te despida.

—¡¿Qué?!

Kojiro estaba desconcertado.

—¿De verdad creíste que te quedarías aquí después de lo que hiciste, gorilita? ¡Ja! ¡Qué iluso eres! —Kaoru se rio con sorna mientras apoyaba sus manos en la cama y cruzaba sus piernas.

—¡No puedes hacer eso! ¡Necesito este trabajo! —Y en verdad lo necesitaba. Ya había sido despedido de uno; el cual le apasionaba y le hacía feliz.

—¿Y eso a mí que me importa? ¿Acaso tengo que sentir empatía por el imbécil que se metió en mi cama? ¡Estás loco si piensas eso, gorilita!

Eres increíble... —Kojiro pasó su mano por toda su cara, refregándosela —Eres increíblemente malcriado, orgulloso y odioso.

—Cuida tus palabras, maldit0 imbécil —le advirtió Kaoru.

—No, no lo haré —habló con determinación —No dejaré que me trates de esta forma solo por un maldito malentendido, Kaoru.

Los ojos de ambos se ampliaron cuando Kojiro lo llamó por su nombre de pila. Principalmente los de Kaoru, quien al escucharlo pronunciar su nombre, sintió cómo su estómago se revolvía por dentro.

Esa sensación...

¡Era esa maldita sensación de nuevo!

—S-Solo lárgate —ordenó Kaoru —No te quiero ver. Desaparece de mi vista, de mi casa y... de mi vida.

Kojiro también sintió algo; Una oleada de sensaciones diversas que le revolvieron el estómago y el corazón.

Pero, sobre todo, se sintió dolido.

—Está bien... me iré —se rindió —Me iré por el simple hecho de que no tolero tus malos tratos hacia mi persona. Lo cual es una pena... —sonrió débilmente —...Me hubiera encantado seguir cuidándote... De estar a tu lado...

Kojiro también se sentía muy atraído hacia a él, ¡por supuesto que lo hacía! Había experimentado cosas que nunca antes había sentido al conocer a una persona que le atrajese.

Pero, por más que Kaoru fuera una belleza de pies a cabeza, no se dejaría tratar de esa manera por él. Tenía un limite. Y sabía muy bien cuando era o no bien recibido por alguien.

—Dile a tu padre que no hay necesidad de que me pague. Después de todo, no llevo mucho tiempo trabajando como tu guardaespaldas.

Kaoru no respondió, solo enterró sus uñas en el colchón. Algo en la mirada de su guardaespaldas le hacía sentir... ¿culpable?

Kojiro soltó un suspiro y, antes de irse, se acercó a él. Su cuerpo se inclinó ante Kaoru, observando detenidamente su bota derecha. Sus dedos, sin temor, se atrevieron a amarrar el cordón suelto.

Kaoru vio tal gesto con sorpresa.

—Debes tener cuidado con los cordones sueltos —dijo Kojiro, dedicándole una última mirada a Kaoru y saliendo de la habitación.

Kaoru permaneció varios minutos callado. Estaba bastante sorprendido y no se podía ni siquiera mover de su cama.

—¿P-Por qué? —murmuró mientras fijaba sus ojos en su bota —¿P-Por qué hizo eso?

El de cabellos rosados estaba bastante confundido. No entendía por qué su guardaespaldas había tenido un gesto tan... caballeroso con él.

¿Acaso se estaba haciendo el lindo con él para que lo perdonara y no lo echara de su casa?

—No —Kaoru se levantó de golpe, sacándose las botas y arrojándolas contra la pared —No me importa lo que ese idiota haga. No me importa en lo absoluto. Por mí que se vaya al diablo.

Aun así, por más que su orgullo pesara en él, su corazón se sentía cálido.

—V-Vete sensación... Vete de mi corazón y nunca regreses.

Continuará...

The bodyguard and the pink rich boyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora