Parte III - Final

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Parte III

Los días siguientes a la mudanza en la casa que compartieron durante su matrimonio, Luisita y Amelia descubrieron un pequeño y acogedor café llamado "Luna de Cartón". Un nombre que les pareció curioso, y que se volvió el sitio preferido para pasar un buen rato juntas. Era su lugar especial donde celebraron haber conseguido su propia casa, donde esperaban pasar el resto de sus vidas juntas, ver crecer a sus hijos y envejecer en tranquilidad. Morir en paz.

Luisita recordaba vívidamente el día en que Amelia, sin previo aviso, le habló de la forma más natural que deseaba agrandar la familia. Se sentía preparada para tener hijos y no importaba el método que necesitaran.

Podía simular en su mente el pánico que la sola idea le provocó aquella vez, pero, la sonrisa y el brillo en los ojos de la morena, la inspiraron. Luisita jamás se sintió adecuada para ser madre, no era algo a lo que aspiraba. Sin embargo, sentía que podía hacerlo todo junto a Amelia.

Había sido ella misma la que impulsó a que empezaran a investigar. Nunca había visto tanta felicidad en Amelia mientras leían artículos e iban a consultas para conocer opciones y saber más detalle de los procesos. Ambas estaban motivadas. Todo marchaba bien hasta que ocurrió aquel suceso que desmoronó su hogar y sus sueños.

Luisita todavía conservaba los documentos, artículos y todo aquello que era la evidencia de que alguna vez la familia Gomez-Ledesma tendrían un pequeño ser. Y, cuando escuchaba a Nacho y María hablar sobre sus planes para tener hijos, la melancolía la llevaba a rebuscar dichos recuerdos que le echaban en cara todo lo que pudo ser.

—Sigue igual que antes. —Aquella voz la trajo de su viaje al pasado y, al levantar la mirada, pudo ver que Amelia estaba de pie mirando alrededor.

—No hicieron muchos cambios, pero sigue siendo acogedor. —comentó Luisita.

—¿Y sigues viniendo? —preguntó Amelia luego de sentarse al lado opuesto de la mesa.

—Muy poco. Lo hago cuando paso cerca. —contestó—. Me tomé la libertad de pedir lo usual. Espero no te moleste.

—Está bien. Gracias.

Luisita podía recordar todos y cada uno de los momentos que compartieron en este mismo lugar, y ninguno se sentía forzado; no tenían la incomodidad que encontraba en este instante.

Guardaron silencio, pero Luisita debía confesar que buscaba alargar la reunión todo lo posible.

—¿Y qué querías decirme? —preguntó Amelia. Parecía que ella buscaba lo contrario y no dar más vueltas al asunto.

La rubia decidió que lo menos que podía hacer era respetar sus deseos.

—Me hubiese gustado saber qué tal va tu vida en París, pero debo admitir que Nacho me ha informado lo suficiente. —inició riendo, pero la seriedad de la morena la cortó.

Luisita suspiró y bajó la mirada.

—Amelia, yo q-quisiera recuperar nuestra amistad. —soltó esperando la reacción de la morena. Era algo que había pensado desde la noche anterior.

—¿Qué has dicho? —inquirió Amelia con el ceño fruncido por la extrañeza.

No le sorprendía su confusión.

—Ya he aceptado que no tengo oportunidad de recuperarte como pareja, pero sí me encantaría ser amigas. Y no es tan descabellado. Nosotras fuimos amigas antes de todo. —explicó nerviosa.

Amelia la observó como si estuviese loca, y aunque su expresión la intranquilizaba, Luisita no apartó la mirada en espera a que reaccionara.

—Pues no me lo esperaba. —dijo al fin— Es decir, creí que tú... no sé...

Desvío a MoiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora